No es una novedad decir que América Latina es un continente con abundantes recursos naturales, sin embargo, en los últimos años han aumentado las expectativas del futuro crecimiento regional por estar al borde de un nuevo boom de commodities.
En un reciente artículo de The Economist, se plantean que existen tres fuerzas que impulsarían a la región a convertirse en la “superpotencia de las commodities”, a saber, la transición energética que demanda metales y minerales abundantes en la región, la tierra fértil que produce granos, animales, café y azúcar para alimentar a la creciente población global, y finalmente, las tensiones geopolíticas entre las China y Estados Unidos que la región puede aprovechar en vistas de su considerable neutralidad para conseguir inversiones.
Es importante considerar que la región ya tiene experiencia de auge por el aumento de la demanda de commodities, y con el diario del lunes, podemos decir que no ha salido muy beneficiada de estos sucesivos procesos. Las economías de la región son poco sofisticadas y la desigualdad es notable. En el artículo citado, lo ponen de manifiesto cuando plantean que “Argentina debe su nombre al término latino para la plata que se enviaba desde sus puertos después de ser extraída por los conquistadores en Bolivia y Perú; el nombre de Brasil proviene del árbol de la madera de Brasil, explotado por los europeos en el siglo XVI”. Además, las riquezas provenientes de los recursos naturales han colaborado con las inestabilidades políticas, la delincuencia y la corrupción.
El interrogante planteado es, entonces, si América Latina podrá cosechar recompensas que se sostengan en el tiempo y le sirva para alcanzar un desarrollo sostenible e integral.
En primer lugar, con respecto al factor de la transición energética, el artículo destaca que es fundamental porque es un proceso global, que no se va agotar como sí lo hizo la industrialización China de comienzos de siglo. Las tecnologías de carbono requieren muchos recursos, a modo de ejemplo, un auto eléctrico requiere un 400% más de cobre que uno de combustible. Un dato no menor es que América Latina posee minerales estratégicos para dicha transición, como es el caso del cobre, el grafito, el estaño o el litio. En este último se destaca el triángulo del litio que posee aproximadamente el 60% de las reservas globales, además del hecho que se encuentran en salares y su extracción sea más sencilla que el litio australiano que se encuentra en rocas.
En segundo lugar, en un mundo donde la población crece permanentemente y donde se calcula que en unos 30 años, “la población mundial crezca en 1.5 mil millones, llegando a 9.7 mil millones”, el rol de la región como “granero del mundo” crece indudablemente, ya que actualmente “América Latina es el mayor exportador neto de alimentos del mundo gracias a las enormes extensiones de tierras de cultivo y una población relativamente pequeña”.
Finalmente, la geopolítica es otro pilar que favorece a la región, ya que la rivalidad entre Estados Unidos y China genera un espacio para pendular entre ambas potencias, obteniendo beneficios e inversiones de ambas. El artículo cita el ejemplo de la Ley de Reducción de la Inflación de Biden, la cual “establece que a partir de 2027, el 80% del valor de mercado de los minerales críticos utilizados para fabricar baterías de vehículos eléctricos debe extraerse o procesarse en Estados Unidos o en uno de los países con los que tiene un acuerdo de libre comercio, como Chile, Perú y México”.
Conclusión
La mayoría de los países de la región obtienen sus ingresos de exportaciones de materias primas. Principalmente exportan minerales y alimentos, y en menor medida energía. Si bien es cierto que depender en exceso de las materias primas suele ser un problema, esta vez podría ser más bien una oportunidad.
Es importante tener en cuenta el impacto ambiental del extractivismo al cual se someterá la región. En este sentido la inversión en investigación y desarrollo será fundamental para tratar de mitigar el impacto ambiental, e incluso innovar con nuevas tecnologías para extraer los recursos de una manera más limpia para el medioambiente.
Queda por verse qué óptica o enfoque adoptará la región para aprovechar este nuevo boom de commodities que está a la vuelta de la esquina. Por un lado, la región podría optar por intentar agregar valor a los recursos naturales con políticas públicas específicas. Por otro lado, podría insertarse en la cadena global de valor como exportador primario y utilizar los superávit comerciales para establecer fondos soberanos de inversión que le permitan aumentar las ganancias para poder enfrentar con mayor estabilidad a los ciclos económicos adversos como una eventual caída de los precios de las commodities. Finalmente, podría optar por estrategias que combinen ambas.
La región está ante una oportunidad histórica para transformarse en una verdadera superpotencia de las commodities que le permita dar un paso importante hacia la estabilidad política, económica y social. El tiempo dirá si aprovechamos la oportunidad.