Luego de que más de 1,7 millones de turcos se reunieran en Estambul para presenciar un acto de campaña del presidente turco en el cual se resaltaron punto por punto los logros conseguidos en sus 21 años en el gobierno, Recep Tayyip Erdogan enfrentará su mayor desafío político desde que asumió el poder en Turquía en las elecciones del próximo 14 de mayo.
Las elecciones presidenciales y parlamentarias, programadas para el 14 de mayo, las cuales podrían derivar en una segunda vuelta el 28 de mayo, decidirán no solo al líder turco para el próximo mandato, sino también la forma de gobierno interno, la dirección de la economía del país y la forma de su política exterior.
Erdogan, de la mano de su partido, el AKP, ha alejado a Turquía del plan secular de Ataturk y ha centralizado el poder en torno a un presidencialismo fuerte, que tiene potestades sobre la dirección de la política económica y de seguridad, tanto nacional como internacional, del país del Mediterráneo.
Los críticos de Erdogan sostienen que su gobierno ha acallado la disidencia, erosionado los derechos fundamentales y puesto al sistema judicial bajo su influencia, acusaciones negadas por funcionarios del gobierno que alegan que han protegido a los ciudadanos frente a amenazas de seguridad únicas, incluido un intento de golpe de Estado en 2016.
Además, las críticas se centran en las medidas económicas tomadas por Erdogan, fundamentalmente la imposición de bajas tasas de interés, las cuales, según los críticos, han provocado el aumento de la inflación hasta el 85% registrado el año pasado, lo que también llevó al desplome de la lira turca a una décima parte de su valor frente al dólar en la última década.
En materia de política exterior, bajo el mando de Erdogan, Turquía ha buscado aumentar su poder en la región a través de incursiones militares en Siria, ofensivas contra los militantes kurdos dentro de Irak y envíos de apoyo militar a Libia y Azerbaiyán.
Erdogan apoyó los esfuerzos fallidos para derrocar al presidente sirio Bashar al-Assad, al tiempo que acogió al menos a 3,6 millones de refugiados sirios, los cuales se han vuelto cada vez menos bienvenidos en un momento de dificultades económicas en Turquía.
Además, Turquía se ha visto inmersa en una serie de enfrentamientos diplomáticos tanto con Estados regionales (Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos e Israel), como con Grecia y Chipre, estos últimos sobre las fronteras marítimas del Mediterráneo oriental.
La compra de sistemas de defensa aéreos rusos por parte de Erdogan provocósanciones de la industria armamentística estadounidense, mientras que su cercanía con el presidente ruso Vladimir Putin ha propiciado críticas sobre el compromiso de Turquía con la OTAN. Asimismo, la negación de Ankara de aceptar la solicitud de adhesión de Suecia a la OTAN también ha aumentado las tensiones.
El principal rival de Erdogan es Kemal Kilicdaroglu, líder del secularista Partido Republicano del Pueblo (CHP), que cuenta con el respaldo de una alianza de seis partidos pertenecientes a la oposición.
Los dos principales partidos de la oposición, el CHP y el partido nacionalista de centroderecha IYI, se han aliado con cuatro partidos más pequeños en una plataforma que busca revertir muchas de las políticas distintivas de Erdogan. La cara unida presentada por la oposición ha impulsado sus posibilidades.
Se han comprometido a restaurar la independencia del Banco Central y revertir las políticas económicas poco ortodoxas de Erdogan. Además, han manifestado su intención de desmantelar la presidencialismo fuerte en favor del sistema parlamentario anterior, además de devolver a los refugiados sirios, aunque no han elevado ninguna medida concreta sobre cómo lograr este objetivo.
También, se han propuesto como objetivo mejorar las relaciones con los aliados occidentales, e incluido devolver a Turquía al programa de aviones de combate F-35, del que fue bloqueado después de comprar defensas antimisiles rusas.
Las últimas encuestas muestran a Kilicdaroglu por delante de Erdogan, cuya popularidad se ha visto afectada, además de los factores económicos mencionados, por el desastre provocado por los terremotos que tuvieron lugar los primeros días de febrero. Pero Erdogan todavía está en la carrera, y la carrera presidencial bien puede ir a una segunda vuelta entre él y Kilicdaroglu.
El periodista turco Can Dundar, que vive en el extranjero y fue condenado en ausencia a 27 años de cárcel por cargos de espionaje y ayuda a un grupo terrorista, ha dicho que Erdogan llegó al poder después de un terremoto en 1999 y que sería expulsado ahora por un doble terremoto.
“Erdogan llegó al poder a raíz del terremoto de 1999; parece que irá a raíz del terremoto de 2023“, dijo Dundar en un video publicado en Twitter. “Este terremoto que se ha cobrado miles de vidas lo enterrará entre los restos”.
Las críticas a la respuesta al terremoto de 1999, en el que murieron más de 17.000 personas, fueron un factor detrás del colapso del gobierno de aquel entonces, lo cual ayudó al AKP a triunfar en 2002.
La tercera fuerza política es el pro-kurdo Partido Democrático de los Pueblos (HDP), que, si bien no es parte de la alianza de oposición, se opone ferozmente a Erdogan después de la represión efectuada por el presidente contra sus miembros en los últimos años.
A fines de marzo, el HDP desistió de nombrar un candidato propio en las elecciones, decisión que fortalece la candidatura del líder de la oposición. “Actuaremos de acuerdo con la responsabilidad histórica en las elecciones presidenciales y no investiremos a un candidato en estos comicios“, anunció en aquel entonces Pervin Buldan, copresidente del HDP.
La principal responsabilidad de su formación ante las próximas elecciones generales es intentar cambiar el actual “gobierno unipersonal de Erdogan (…) (que) se cierne sobre el país como una pesadilla“, explicó Buldan.
Muchos observadores estiman que el apoyo implícito del HDP a Kiliçdaroglu puede ser decisivo en las urnas para poner fin a 21 años de Erdogan en el poder.