La semana pasada, Joe Biden solicitó al Congreso norteamericano mayor financiación para “promover nuestra seguridad nacional y apoyar a nuestros aliados y socios”. Se trata de un gran presupuesto para defender aquellos países en guerra y proteger su propia posición frente al escenario internacional actual, argumentando acerca del papel crítico de Estados Unidos en el mundo.
En total, se buscan destinar 106 mil millones de dólares para los diversos objetivos, un número de grandes dimensiones si los comparamos con los anteriores gastos. Según el reporte publicado por el Congreso, en el año fiscal 2019 se gastó un total de 48 mil millones de dólares en asistencia al exterior en todo el mundo, con 14 mil millones destinados a ayuda militar. Esto indica el mayor presupuesto progresivo dedicado a la política exterior.
Cómo actuar frente a aquellos desafíos no está exento de diferencias al interior del Congreso. Si Biden quiere llevar a cabo esta financiación, primero deberá ser aprobada por el Congreso. Esta no se trata de una tarea fácil. Recientemente vimos como la ayuda a Ucrania causó diferencias internas que terminaron por poner en riesgo de un cierre del gobierno y con la expulsión del presidente de la Cámara de Representantes.
Hoy la ayuda a Ucrania volvería a ser discutida en un Congreso desordenado, sin un presidente, frenado y con grandes divisiones internas. No solo las diferencias pondrán freno a la efectivización de esta financiación, sino que también el reanudar el funcionamiento del Congreso que todavía no fue logrado.
Debido a que parte de los republicanos se oponen a continuar con la ayuda a Ucrania, podría dificultar la aprobación del presupuesto en un próximo debate. Por ello, algunos encuentran que al integrar en el discurso a Israel y la frontera con México, Biden buscaría generar mayor aprobación por parte de aquellos republicanos. Al incluir causas que sí apoyan, los miembros podrían mirar más allá de Ucrania para poder actuar urgentemente en las otras temáticas.
Los desafíos que hoy enfrenta Estados Unidos son varios y lo llevan a tener frentes abiertos en diversas partes del mundo. Desde su propia frontera con México hasta Israel, Estados Unidos busca intervenir para apaciguar los conflictos a su favor. A continuación, se encuentran las diversas problemáticas a las cuáles se destinará el presupuesto solicitado, según un informe oficial de la Casa Blanca.
Apoyo a la defensa de Israel.
Se destinarán alrededor de 14.300 millones de dólares para reforzar las Fuerzas de Defensa de Israel a través de la asistencia del Departamento de Defensa, garantizar la preparación de los sistemas de defensa aérea y antimisiles, fortalecer el ejército de Israel y mejorar la seguridad de la embajada de Estados Unidos.
Defender a Ucrania.
La Casa Blanca realiza un llamado a la asistencia a Ucrania al haber sido comprometidas las asignaciones suplementarias anteriores. Se estiman alrededor de 61.400 millones de dólares para otorgar armas adicionales, inversiones en la base industrial de defensa, costos de transporte, mayor presencia de tropas estadounidenses, continuar brindando servicios críticos al pueblo ucraniano y sostener su economía y gestión de crisis nucleares y radiológicas, entre otros propósitos.
Entre el 24 de enero de 2022 y el 32 de julio de 2023, Estados Unidos destinó un total de 76.800 millones de dólares como ayuda presupuestaria, armas y equipos, asistencia de seguridad, subvenciones y préstamos para armas y ayuda humanitaria. A estos números también se le podría sumar la ayuda otorgada a países de los alrededores para fortalecer su defensa militar.
Proporcionar asistencia humanitaria.
Alrededor de 9.150 millones de dólares se destinarán al apoyo humanitario y a civiles inocentes en Israel, Gaza y Ucrania, dependiendo de cuál tenga mayor necesidad. De este modo, si bien su mayor apoyo se dedica a Israel, dice proporcionar parte a la defensa de civiles palestinos, pero quedará por ver cuánto del presupuesto efectivamente se dedicará para ellos a la hora de priorizar entre los tres destinos.
Contrarrestar a China y Rusia.
Se destinarán 7.400 millones de dólares con el objetivo de contrarrestar a China, los cuales en el informe oficial se dividen en diversos mecanismos para lograrlo. En primer lugar, la Casa Blanca se propone fortalecer la seguridad en el Indo-Pacífico a partir de tres ejes: otorgar asistencia de seguridad para el desarrollo de capacidades para abordar las amenazas a aliados críticos que se enfrentan a China y Rusia; mejorar la Base Industrial Submarina de Estados Unidos; y realizar inversiones que respaldan los compromisos en el AUKUS.
Luego, propone otorgar alternativas al “financiamiento coercitivo e insostenible” de China para los países en desarrollo. Para ello se destinará financiación para ampliar materialmente la financiación mediante el Banco Mundial para los países más afectados por la guerra de Rusia y se desbloquearán hasta 21.000 millones de dólares en nuevos préstamos transparentes sin asignaciones adicionales mediante la autorización para prestar a dos fondos fiduciarios del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fortalecer la seguridad y aplicación de la ley fronteriza.
Para ello se destinarán 13.600 millones de dólares en aspectos como 1300 agentes de patrulla fronteriza, desplegar más máquinas de inspección, 1000 agentes policiales, 1600 oficiales de asilo, 375 nuevos equipos de jueves de inmigración, subvenciones a gobiernos locales y organizaciones, apoyo para llegadas elegibles, proteger a niños migrantes, entre otros.
A principios de este año ya se habían solicitado 4 mil millones de dólares para afrontar el tráfico de fentanilo y la entrada de migrantes por la frontera con México, lo cual no fue otorgado. En este caso, los destinos del dinero se han ampliado para esta temática.
Sin embargo, se trata de una temática controversial al interior del Congreso, ya sea por los posicionamientos a favor o en contra de la migración o porque argumentan que se trata de un conflicto político y no de aumentar el dinero.