El escenario financiero mundial ha experimentado un cambio inesperado con la reciente decisión de Estados Unidos de establecer una Reserva Estratégica de Bitcoin. La orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump en marzo de 2025 posiciona a la criptomoneda en el centro de los activos federales, consolidando su papel dentro del sistema económico estadounidense. Con un valor aproximado de USD 81,500 por unidad, la administración norteamericana mantiene una de las reservas más significativas del mundo, con cerca de 200,000 unidades, alcanzando una valoración superior a USD 16.000 millones en BTC.
Este acontecimiento no se desarrolla en un vacío. Otras naciones han emprendido trayectorias similares, aunque con menor visibilidad mediática. China, por ejemplo, ha sido cautelosa respecto a sus reservas del llamado “Oro digital”, pero en 2020 incautó un volumen considerable de BTC proveniente del esquema fraudulento PlusToken, transfiriéndolos a su tesoro nacional. Aunque no se ha oficializado si estas tenencias fueron liquidadas o retenidas, informes recientes indican que el gigante asiático podría estar explorando estrategias similares a las de Estados Unidos. La posibilidad de que China posea una fracción sustancial del token, con una especulacion de 194.000 BTC, podría transformar el equilibrio financiero internacional en los próximos años.
En el ámbito global, Reino Unido, Ucrania y Bután han sumado cantidades relevantes de este instrumento financiero y tecnologico a sus reservas estratégicas, con valores estimados que fluctúan entre USD 4.000 y USD 15.000 millones , dependiendo de la volatilidad del mercado. La creciente adopción de Bitcoin en las arcas nacionales se ha visto impulsada por factores como la erosión del valor del dinero fiduciario, la necesidad de diversificación en activos no tradicionales y el objetivo de disminuir la dependencia de la moneda estadounidense.
Si bien en la actualidad las principales economías han comenzado a integrar al pionero de los criptoactivos con fines estratégicos, es importante recordar que El Salvador fue pionero en reconocer la criptomoneda como moneda de curso legal en 2021. La iniciativa del presidente Nayib Bukele fue objeto de controversia, aunque el país ha continuado acumulando BTC y, en marzo de 2025, anunció la adquisición de nuevas unidades. Actualmente, el Estado salvadoreño acumula una suma superior a los 6.000 Bitcoins lo que representaria alrededor de USD 489 millones. No obstante, su impacto en la economía salvadoreña ha sido modesto en comparación con la trascendencia que ahora tiene esta tendencia a escala global.
Los motivos detrás de la incorporación de la divisa basada en blockchain en las reservas nacionales trascienden el ámbito financiero y adquieren una dimensión geopolítica. Países como China y Rusia han analizado su uso como una alternativa para sortear sanciones económicas y disminuir su exposición al dólar, mientras que otros gobiernos lo perciben como una salvaguarda contra la devaluación de sus monedas nacionales. El establecimiento de una Reserva Estratégica de Bitcoin en Estados Unidos podría interpretarse como un contrapeso a la creciente influencia financiera de China, sugiriendo una nueva competencia en el ámbito monetario internacional. En este escenario, el control de dicha cripto no solo ofrece beneficios económicos, sino que también altera el mapa del poder dentro del sistema financiero global.
En el plano del comercio internacional, el reconocimiento progresivo de Bitcoin como activo de respaldo podría modificar las reglas de intercambio entre naciones. Si un número creciente de Estados adopta la criptomoneda como parte de su estructura financiera, podrían consolidarse nuevos esquemas de pago alternativos a los sistemas tradicionales basados en el dólar y el euro. Esto disminuiría la necesidad de intermediarios financieros convencionales, fomentando una mayor descentralización en las operaciones globales. Asimismo, este capital digital libre de regulaciones centralizadas podría convertirse en una herramienta clave para países con acceso limitado a la infraestructura financiera convencional, facilitando transacciones entre mercados emergentes y economías en disputa.
¿Oportunidad estratégica o un factor de riesgo?
La adopción del Bitcoin en las reservas gubernamentales presenta tanto ventajas como desafíos. Entre sus atributos positivos, su suministro limitado (21 millones de unidades en total) lo convierte en un activo que tiende a la apreciación con el tiempo, a diferencia de las monedas fiat, cuya oferta puede expandirse sin restricciones. Esto lo vuelve atractivo en un contexto de inflación persistente y creciente desconfianza en los bancos centrales. Además, Bitcoin no está sujeto a manipulaciones políticas ni a devaluaciones arbitrarias, lo que lo consolida como un refugio financiero resistente a intervenciones gubernamentales.
No obstante, también existen desafíos. La alta volatilidad de la divisa descentralizada puede representar un problema para la estabilidad financiera de los Estados, ya que su precio puede experimentar fluctuaciones drásticas en cortos períodos. Además, su adopción como reserva nacional no soluciona los problemas estructurales de las economías, sino que simplemente añade un elemento más a la ecuación. A esto se suma la dependencia de la seguridad cibernética, ya que una mala gestión de las claves privadas o un ciberataque podría comprometer estos activos.
La reciente medida de Estados Unidos ha generado especulaciones sobre una posible carrera internacional entre naciones para acumular la que supo ser la primera criptomoneda. Analistas del sector financiero advierten que China podría estar preparando un plan similar, y que en los próximos años otros países podrían seguir este camino para no quedar rezagados en la evolución del sistema financiero internacional.
A pesar de los riesgos, la incorporación de Bitcoin en las reservas estatales representa un punto de inflexión en la evolución del sistema financiero global. Los mismos gobiernos que en el pasado desacreditaban a las criptomonedas ahora las emplean como herramientas estratégicas, lo que refleja un reconocimiento implícito de la decadencia del dinero fiduciario. Mientras algunos consideran esta adopción como una victoria de la descentralización, otros la interpretan como un intento de las autoridades por regular y controlar un activo que originalmente nació como una vía de escape del sistema financiero tradicional. Independientemente de la postura que se adopte, lo cierto es que ya ha superado su fase experimental para consolidarse como un actor fundamental en el comercio global y la estrategia económica de las principales potencias.
Por Ramiro Cura