¿Quiénes son y que se proponen?
En cuanto a los fines que persiguen y la envergadura económica que agrupan, tanto el G7 como el BRICS+ pueden ser objeto de comparación. Sin embargo, entre ambos foros existen importantes diferencias que no deben pasarse por alto, ya que en función de estas se fundamentan las ambiciones y las limitaciones de cada grupo.
Objetivos
Si bien es cierto que ambos espacios buscan facilitar y promover la acción coordinada como la cooperación económica-comercial de sus miembros, el peso internacional de cada grupo no es el mismo. Mientras el G7 agrupa a las democracias con las economías más industrializadas del planeta (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido) representando poco más de la mitad del PBI global, el BRICS + representa, en cambio, el 37% del PBI mundial.
Asimismo, en tanto que los países del G-7 persiguen el fortalecimiento del sistema normativo internacional vigente y la promoción de la libertad del comercio, el grupo BRICS pretende impulsar reformas estructurales y generar nuevos espacios alternativos de cooperación, principalmente entre las economías emergentes del planeta. De este modo, si se analiza el contenido de los discursos esbozados en la última cumbre del bloque, se evidencia el deseo de la gran mayoría de sus miembros de reformar la ONU y el Consejo de Seguridad, a la vez que buscan consolidar a los BRICS como una fuente atractiva y complementaria del sistema financiero internacional, pero con reglas de participación más abiertas.
Respaldo financiero
Por otro lado, por más que se proclamen discursos y análisis entusiastas respecto del peso económico de los BRICS y su estructura financiera institucional, representada en el Nuevo Banco para el Desarrollo (NBD), la realidad es que se trata de un esquema poco desarrollado y todavía muy pequeño con relación al poder y respaldo con el que cuentan las instituciones occidentales de “Bretton Woods”. Es decir, el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Si se tiene en cuenta el volumen de préstamos concedidos por el NBD-BRICS desde el momento de su fundación en 2015 hasta la fecha, los datos arrojan que ha logrado financiar unos 100 proyectos por un total de USD 33 millones. Mientras tanto, tan solo en el 2024, el Banco Mundial ha anunciado inversiones de hasta USD 117.500 millones en préstamos, donaciones, participaciones en capital accionario y garantías para países asociados y empresas privadas. Aunque este último cuenta con un mayor número de aportantes y cantidad de inversiones, la verdad es que el NBD-BRICS tampoco puede superar al Banco chino para la Inversión en Infraestructura de Asia (AIIB) que ha llegado a conceder préstamos por un valor de USD 50 millones en el 2023.
En tanto, el alcance y respaldo con el que cuenta actualmente el dólar estadounidense no podría verse opacado ni desafiado en el corto y mediano plazo por una hipotética moneda de los BRICS. Ya que para superar la fase de prototipo se requieren no solo de años de voluntad política sostenida, sino además, esfuerzos significativos en materia de re-acomodamiento fiscal y legislativo. Así todo, incluso en el escenario futuro más optimista donde cada miembro autorizase y regulase su empleo, esta moneda se encontraría limitada exclusivamente a las relaciones comerciales intra-bloque y siendo todavía respaldada por el dólar americano, ante la continua negativa de China para promover el uso del Yuan como moneda de base internacional.
De este modo, el BRICS aún no estaría en condiciones suficientes para poder competir con las instituciones tradicionales del actual sistema financiero internacional “dominado por occidente” (aunque esto no sea ciento por ciento real), o al menos representar una alternativa igualmente atractiva en cuanto a capacidad de volumen de préstamos.
Confluencia y bifurcación de intereses
Además de componerse de países con modelos democráticos y económicos similares, los países del G7 comparten una cosmovisión general sobre el comercio, la seguridad y los derechos humanos. Dicha composición de intereses prácticamente homogénea, sumada a su importante participación en el mercado global, les confiere una enorme capacidad de influencia cuando actúan de común acuerdo.
En cuanto a los BRICS, coexisten en este grupo tanto modelos de gobierno como intereses estratégicos diferentes entre sí. Mientras que Rusia es una autarquía y China cuenta con un sistema de partido único, Brasil e India son grandes democracias regionales, cuyos regímenes pueden variar según las preferencias coyunturales de sus electorados. Adicionalmente, en tanto que los primeros dos países buscan crear, cada uno por su cuenta, espacios de influencia política alternativos a occidente, los últimos son aliados cercanos a los Estados Unidos en sus respectivas regiones. Especialmente India en el marco de la alianza Quad ideada para contrarrestar la influencia china en el Indopacifico.
Reflexiones para Argentina
Si bien los BRICS+ representan una apuesta prometedora para acceder a potenciales nuevas fuentes de créditos internacionales, este grupo aún representa más un deseo, a veces inconsistente, antes que una realidad constituida. Por otro lado, este grupo no exige, al menos de momento, una pertenencia al grupo como condición previa para mejorar o profundizar las relaciones financieras y comerciales con cada uno de los países que lo integran.
Por otra parte, aunque una eventual inclusión de Argentina en este foro no supondría un perjuicio para los intereses argentinos y su pertenencia a instituciones financieras occidentales (cabe recordar que todos los miembros BRICS son también parte de los sistemas Bretton Woods), no resulta realmente indispensable formar parte de este grupo para garantizar el respaldo de los BRICS, sea de forma individual o grupal, a la serie de políticas que internacionalmente promueve nuestro país.
Finalmente, la Argentina debería preocuparse menos por acceder a fuentes alternativas de financiamiento externo, y centrarse más bien en promover soluciones realistas y estructurales a los problemas económicos crónicos que acarrea el país desde hace décadas.