El año pasado, la presencia china en Europa finalizó con resultados desalentadores. Estudios recientes revelaron un descenso del 22% en las inversiones realizadas por el gigante chino en el viejo continente durante 2022. En comparación con el monto de 47,4 mil millones de euros invertidos en 2016, el año pasado las inversiones se redujeron a un total de 7,9 mil millones de euros. 

Los números incluyen inversiones en fusiones y adquisiciones, además de nuevas operaciones. Se descubrió que, por lo menos, 10 de 16 acuerdos que tenían como objetivo la realización de inversiones chinas en los sectores de tecnología e infraestructura no se concretaron. 

El bajo desempeño se debe al aumento de las regulaciones europeas hacia las adquisiciones que China buscaba obtener. De este modo, dejó de alentar la venta de sus activos al gigante oriental con el entusiasmo de años anteriores. Los principales objetores demostraron ser el Reino Unido, Italia, Alemania y Dinamarca.

Por su lado, Alemania detuvo la adquisición de activos de la empresa Elmos Smiconductor que la empresa china Sai Microelectronics iba a realizar. En respuesta, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino comunicó que espera que Alemania y otros países provean un mercado justo para las compañías chinas. Además, pidió que no se politice la cooperación económica utilizando la seguridad nacional como un pretexto para practicar el proteccionismo. 

El Reino Unido anuló la adquisición de Pulsic por la compañía de Hong Kong Super Orange. La acción fue justificada por el gobierno por razones de seguridad nacional, ya que esta empresa podría ser utilizada para el desarrollo militar y tecnológico. Cabe resaltar que esta es solo una de las tantas medidas que tomó el Reino Unido para frenar la presencia china, pues, por ejemplo, Huawei fue vetada de su infraestructura de 5G en el 2020.

Por su parte, Italia anuló la venta de la compañía de drones militares Alpi Aviation a empresas chinas. Esto lo realizó bajo sus regulaciones conocidas como “Golden Power”, las cuales le permiten al gobierno intervenir en las decisiones de las empresas en casos de interés público. Esta medida ya fue utilizada en diversas ocasiones contra el avance chino en el país. 

Las inversiones chinas que aún persisten se concentraron especialmente en inversiones greenfield, es decir, en instalaciones nuevas, las cuales estuvieron enfocadas en la producción de baterías para vehículos eléctricos, observando así en este sector las mayores inversiones extranjeras directas que realizó China en Europa. 

Los estudios al respecto establecieron que cada vez más países de la Unión Europea están reforzando la supervisión de las inversiones chinas. La motivación principal de este comportamiento de Europa hacia China se encuentra en las presiones estadounidenses sobre sus aliados para que estos se alejen de China. De este modo, el continente europeo demuestra una alineación con sus objetivos.

Este año, los mecanismos de revisión entrarán en vigor en Bélgica, Estonia e Irlanda. Por su parte, Países Bajos está planeando un sistema de revisión más amplio para tecnologías y energías sensibles. En marzo de este año, las autoridades ya anunciaron nuevas restricciones a las exportaciones de tecnología de chips a China.

Estados Unidos busca reducir la dependencia hacia la economía china, pero no es tan sencillo. En un mundo altamente interdependiente, un completo desacoplamiento de sus economías puede traer consecuencias severas.

Funcionarios chinos insisten en las oportunidades de crecimiento que Europa pierde al seguir esta política. Mientras tanto, esta situación puede llevar a que China busque aumentar sus inversiones en países más amigables como es el sudeste asiático.