En el marco del Día Mundial del Cáncer de Colon – que se conmemora cada 31 de marzo – los especialistas hacen hincapié en la necesidad de que las personas mantengan hábitos saludables y realicen controles de salud regulares para prevenir esta enfermedad y/o recibir un diagnóstico precoz. Hoy, el Cáncer de Colon es diagnosticado en unas 2 millones de personas por año a nivel global y se estima que cerca de un 4% de la población mundial (tanto hombres como mujeres) recibirán este diagnóstico en algún momento de su vida.
Cada año, se diagnostican cerca de 2 millones de casos a nivel global y, si bien se manifiesta principalmente en las personas mayores de 50 años, su prevalencia en los más jóvenes está aumentando. En la Argentina se detectan más de 15 mil casos nuevos por año, siendo el segundo tipo de cáncer con mayor incidencia y mortalidad, después del cáncer de pulmón.
El cáncer de colon comienza, generalmente, como grupos pequeños de células, llamados pólipos, que se forman en el interior del colon. Este tipo de lesión puede evolucionar de manera gradual hacia un cáncer si no se identifica y elimina oportunamente. Es uno de los tipos de tumores más tratables si se detecta a tiempo: el 90% de los pacientes puede contar con un buen pronóstico si recibe un diagnóstico temprano.
En este sentido, el jefe del Área de Tumores Gastrointestinales del Instituto Alexander Fleming, Juan Manuel O’ Connor (MN 102.684), asegura que “el cáncer colorrectal es una enfermedad silenciosa, ya que los síntomas no suelen aparecer de manera inmediata o, muchas veces, se los confunde con otras afecciones como hemorroides, alguna infección, el síndrome de colon irritable o una enfermedad inflamatoria intestinal. Por eso es tan importante realizar los controles de rutina indicados para las poblaciones de riesgo promedio, así como siempre mantener hábitos de alimentación saludable y rutinas de actividad física”.
Según la “Agencia Internacional de Investigación del Cáncer” dependiente de la Organización Mundial de la Salud, el Cáncer de Colon es el tercer tipo de cáncer más frecuente a nivel global. Y en la Argentina, según O’ Connor, “se detectan más de 15 mil casos nuevos por año, de los cuales alrededor de 7 mil son mortales”. Además, es el segundo carcinoma, seguido al de pulmón, de mayor mortalidad en el país. El especialista también afirma que “la Argentina está dentro de los países con incidencia moderada/alta de cáncer colorrectal, lo cual es realmente un problema serio. A pesar de ser una enfermedad prevenible, está incrementando en frecuencia y cada vez afecta a gente más joven”.
Factores de riesgo y prevención
En general, la edad es un factor de riesgo con una incidencia importante en el cáncer de colon y que no se puede modificar. Suele manifestarse en personas que superan los 50 años, con un promedio de edad de alrededor de 70. Sin embargo, también puede afectar a los más jóvenes, una tendencia que se está viendo en aumento.
Desde ya, hay síntomas que hay que tener en consideración y – aunque puedan estar asociadas con otras afecciones – siempre se recomienda consultar con el médico, como cambios en el hábito intestinal, diarrea o estreñimiento, presencia de sangre en las heces, cólicos abdominales persistentes, pérdida de peso inexplicada o fatiga constante.
El cáncer colorrectal (CCR) representa una de las principales causas de mortalidad por este tipo de tumor maligno, pero también es uno de los más prevenibles. Los buenos hábitos, como tener una alimentación sana y variada, limitar el consumo de tabaco y alcohol, evitar las conductas sedentarias y la exposición a factores de riesgo ambientales, son algunos de los aspectos que pueden disminuir significativamente la probabilidad de desarrollar esta enfermedad.
También es importante considerar los antecedentes familiares y los síndromes hereditarios. Si existen parientes con esta enfermedad, el riesgo de padecerla incrementa. A su vez, algunas alteraciones genéticas aumentan la probabilidad de desarrollar cáncer de colon. Los síndromes hereditarios más comunes que aumentan este riesgo son la “poliposis adenomatosa familiar” y el “síndrome de Lynch”.
En este contexto, O’ Connor explica que “la investigación continúa avanzando en la identificación de factores de riesgo, medidas de prevención y el desarrollo de medicamentos para tratar condiciones preneopláscias y de diagnóstico confirmado. Hoy en día es imprescindible trabajar con grupos interdisciplinarios de profesionales de la salud para la atención de los pacientes, porque son enfermedades complejas que requieren contar con miradas diversas que ayuden a dar mejores respuestas”.
Estudios de rutina: La clave para la detección temprana
Existen diferentes pruebas para la detección del cáncer colorrectal. Algunas de las más comunes incluyen la prueba inmunoquímica fecal, la de sangre oculta en heces o la sigmoidoscopia. Si las pruebas resultan anormales, es necesario sumar una colonoscopia. Pero más allá de utilizarse ante la presencia de signos sospechosos, la colonoscopia está indicada también en la población general (sin síntomas ni antecedentes familiares) entre los 50 y 75 años, o si se presentan antecedentes familiares o sintomatología digestiva.
“La colonoscopía es del método más efectivo para la prevención, ya que puede determinar la existencia de pólipos y así actuar a tiempo en su correspondiente eliminación antes de su evolución. No hay que tenerle miedo, puede ser un antes y un después en el control de la enfermedad” explica O’Connor.
La recomendación es realizar la consulta de rutina con el Gastroenterólogo para elaborar un plan de estudios acorde a las características de cada paciente. De esta manera, Juan Manuel O’ Connor insiste en que: “es fundamental remarcar que hablamos de una enfermedad prevenible y por eso insistimos mucho en las medidas de prevención, en dar información a las personas, no subestimar los síntomas y, si hay inquietudes, consultar con el médico, porque si se detecta temprano hay mayores probabilidades de poder bajar la mortalidad”.
El Día Mundial del Cáncer de Colon busca remarcar la importancia de conocer todos estos aspectos y adquirir hábitos saludables, además de promover la realización de los estudios de rutina. Sobre este aspecto, O’ Connor resalta que “es muy importante trabajar en todos los aspectos: la prevención, el diagnóstico y el tratamiento. En muchos casos, hablamos de una enfermedad prevenible ya que, si se adquieren conductas de alimentación saludable y actividad física, se puede reducir la incidencia y la mortalidad. Pero si, eventualmente, se diagnostica la patología, también hay mucho por hacer y, cuanto antes lo sepamos, más herramientas podremos tener para abordarlo”.
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