En las últimas semanas, China llevó a cabo múltiples reuniones para establecer sus objetivos del próximo año. Uno de los primeros en anunciar las nuevas expectativas fue el Politburó, el Comité Central del Partido Comunista de China conformado por 24 miembros encabezados por el presidente Xi Jinping.
El viernes ocho, los líderes chinos se comprometieron a cambiar el foco sobre sus políticas económicas, colocando el eslogan de “utilizar el progreso para promover la estabilidad”. Los mismos declararon que la política monetaria será más “flexible, apropiada, selectiva y eficaz”, dejando de lado su anterior calificativo de política “contundente”.
Luego, el martes finalizó la Conferencia Central de Trabajo Económico (CEWC) anual en China, estableciendo su objetivo de “enfocarse en la tarea central del desarrollo económico y la tarea principal del desarrollo de alta calidad”. Además, se indicó un énfasis en la construcción de un sistema industrial moderno.
De este modo, el eje se encontrará en el progreso económico y el fortalecimiento del apoyo fiscal. Dichos anuncios motivan las expectativas de los economistas acerca de una meta de crecimiento del PBI del próximo año de un 5%.
El objetivo coincide con el vigente para el año actual, con la diferencia de que el 2023 encontraba la ventaja de una comparación con una base más baja debido a los problemas de crecimiento por la pandemia. Ahora, este objetivo resulta más ambicioso.
Por otro lado, se indica que el gobierno continuará permitiendo que el índice de déficit general exceda el 3% del PBI, reflejando nuevamente una creciente flexibilidad. De este modo, un mayor déficit le permitiría a China generar una mayor recuperación económica.
Recientemente, China ya aumentó su límite de déficit a un 3,8% del PBI. Para dimensionar dicho nivel podemos compararlo con otros países, específicamente Estados Unidos al alcanzar en el 2022 un déficit de aproximadamente un 5,2% del PBI.
Dichos objetivos no estarán exentos de grandes dificultades. La economía china continúa enfrentándose a importantes desafíos relacionadas a problemáticas como la caída del mercado inmobiliario y la confianza del consumidor, el débil consumo, la deflación y las deudas de los gobiernos locales y empresas estatales.
Las dificultades económicas causaron que el Banco Mundial redujera su pronóstico de crecimiento del PBI chino para el 2024 de un 4,8% a un 4,4%, marcando una diferencia con las metas del gobierno. Además, la agencia de calificación Moody’s emitió una advertencia de rebaja sobre la calificación crediticia de China.
Los resultados de los encuentros entre los principales líderes no lograron satisfacer a ciertos sectores. A pesar del optimismo en el crecimiento, se cuestiona que no se anunciaron grandes estímulos para poder lograrlo. Los anuncios parecen ser sólo modestamente beneficiosos al faltar medidas de gran relevancia como es impulsar la demanda de los consumidores y el sector inmobiliario.
Para mayores novedades se deberá esperar hasta aproximadamente el mes de marzo cuando se realizará la reunión anual del parlamento chino en la cual se espera el anuncio formal y completo de los objetivos económicos.