Ecuador persiste en una profunda crisis de inseguridad. En esta ocasión, el pasado sábado 16 de diciembre, el ex cónsul honorario del Reino Unido y empresario, Colin Armstrong, fue víctima de un secuestro en su hacienda, ubicada en la provincia de Los Ríos. La Policía del Ecuador logró liberar a Armstrong en la madrugada de este miércoles 20 de diciembre.
El destacado empresario, de 78 años de edad y residente en Ecuador desde hace décadas, es el fundador de Agripac, una de las empresas más grandes de suministro de productos agrícolas del país. El caso estuvo rodeado de versiones extraoficiales debido a la magnitud de los hechos; sin embargo las investigaciones llevadas a cabo por equipos especiales, incluyendo la Unidad Nacional de Investigación Antisecuestro y Extorsión (UNASE), se mantuvieron bajo reserva durante estos días.
La primera declaración oficial de la Policía Nacional, después de cuatro días, la ofreció el general César Zapata, quien informó que Armstrong había sido localizado en la vía a Manabí, provincia de la costa ecuatoriana. El comandante también anunció que el empresario se encuentra sano y salvo, que existen nueve aprehendidos y que las investigaciones del caso continúan.
Por su parte, Mónica Palencia, Ministra de Gobierno y encargada del Interior, agradeció a la Policía y sus unidades especiales por el rescate. “No permitiremos la impunidad. Las acciones policiales continúan”, anunció a través de su cuenta de X (antes Twitter).
La embajada británica había mantenido un silencio hasta esta mañana. En esta ocasión, el embajador Chris Campbell se expresó reconociendo los esfuerzos de la Policía Nacional en la esperada liberación del ex cónsul y solicitando respeto hacia la privacidad del recién liberado y su familia.
La noticia del secuestro de Armstrong se ha difundido a nivel internacional, colocando a Ecuador en una situación compleja y retratándolo como uno de los países más peligrosos de América Latina. Esto fue evidenciado por el diario británico The Guardian, que informó: “Los secuestros para pedir rescate se han vuelto cada vez más comunes en Ecuador a medida que el aumento de los delitos violentos, impulsados en gran medida por bandas de narcotraficantes, ha transformado al país de uno de los más seguros de América Latina a uno de los más peligrosos en solo cinco años”.