Este 23 de noviembre, en el pleno de la Asamblea Nacional, tuvo lugar la ceremonia de cambio de mando presidencial en Ecuador. En dicho evento, Daniel Noboa Azín y Verónica Abad Rojas asumieron los cargos de presidente y vicepresidenta, respectivamente, para completar el mandato del ahora expresidente Guillermo Lasso. Este último disolvió la Asamblea Nacional en mayo pasado mediante la figura de la muerte cruzada, lo que abrió paso a elecciones anticipadas.
En sus primeras palabras como primer mandatario, Noboa hizo referencia en el pacto que se llevó a cabo con otras fuerzas políticas en la Asamblea, al expresar: “Aquellos que perciben la política como una realidad de extremos y revanchas no contarán con el respaldo popular”.
Además, aclaró que su proyecto político es difícil de encasillar en viejos paradigmas, ya que desde la campaña su propuesta ha destacado por ser diferente y “joven”. En sus propias palabras, su proyecto se define como “proEcuador” y “antinada”, ya que los “anti” tienen techo, mientras que los “pro” son infinitos. Esto hace referencia a los clivajes inherentes a la política ecuatoriana, especialmente en relación al correísmo y anti correísmo.
Noboa asume el cargo en un contexto complejo, enfrentándose a una grave crisis de inseguridad, un crítico déficit fiscal, apagones de energía y un riesgo país de 1.925 puntos, entre muchos otros desafíos. En el transcurso de un año y medio, el nuevo presidente debe abordar las principales necesidades de los ecuatorianos, sentando las bases para restaurar la confianza en un sistema político deteriorado y enfrentando las amenazas que han sumido al país latinoamericano en una profunda crisis multidimensional.