En los últimos años, la relación entre Rusia y China ha demostrado un notable fortalecimiento, en gran parte impulsada por su oposición conjunta a Estados Unidos y Occidente. Este acercamiento se refleja en el significativo incremento del comercio bilateral, que según datos de la Aduana de China alcanzó los 240.000 millones de dólares en 2023, marcando un récord histórico.
La influencia de la guerra en Ucrania es palpable en este cambio, redireccionando las exportaciones rusas hacia otros mercados debido a las sanciones occidentales. La drástica reducción de ventas rusas a la Unión Europea y Estados Unidos han hecho que China e India se conviertan en destinos naturales para el petróleo y gas ruso, permitiendo compensar parte de su déficit comercial a través de estos mercados. Asimismo, China ha emergido como un proveedor clave para Rusia en sectores como automóviles, ropa y materias primas.
Es relevante destacar que la mayor parte de los ingresos anuales del gobierno ruso proviene de las exportaciones de petróleo y gas. En este contexto, China podría desempeñar un papel crucial como sostén económico para una Rusia en dificultades.
En línea con esta cooperación económica, China y Rusia están proyectando expandir su cooperación energética con la construcción del gasoducto Poder de Siberia II, que permitirá a Rusia exportar gas natural a China desde Siberia occidental. Este nuevo proyecto complementa el gasoducto Poder de Siberia, en operación desde 2019.
Durante la visita a China en mayo de 2023, el presidente ruso Vladimir Putin destacó la relación como una de amistad duradera y subrayó que el 90% del comercio entre ambos países ya se realiza en yuanes y rublos. Además, añadió que “Rusia está lista y tiene la capacidad de alimentar sin interrupción la economía china, las empresas, ciudades y pueblos, con una energía abordable y limpia”.
Ambos países buscan establecer un nuevo orden mundial multipolar en oposición al orden liberal liderado por Estados Unidos, aprovechando sus respectivas fortalezas complementarias: Rusia proporciona materias primas, mientras que China ofrece apoyo económico.
Otro país a tener en consideración es la India, que ha incrementado significativamente sus compras de petróleo ruso con descuento, alcanzando un récord del 44% en junio de 2023 en sus importaciones totales de petróleo, según el Banco de Baroda.
Sin embargo, los lazos históricos y culturales, así como sus diferencias geográficas, hacen que China y Rusia tengan una mayor inclinación hacia la competencia que a la cooperación.
Aunque los desarrollos políticos del siglo XX y las tensiones geopolíticas del siglo XXI han forjado una alianza estratégica entre ambos países, la relación no está exenta de fricciones.
El mismo Kissinger decía “nunca he conocido a un dirigente ruso que haya hablado bien de China. Y nunca he conocido a un dirigente chino que haya hablado bien de Rusia”
Un ejemplo significativo de la histórica desconfianza entre Rusia y China se observa en el primer viaje internacional de Mao Zedong a la Unión Soviética, donde buscaba asistencia económica. Durante esta visita, Mao fue recibido con notable frialdad por parte de Stalin. Al fin y al cabo, para el líder sovíetico, Mao no era un igual. Los eventos subsecuentes llevaron a la ruptura sino-soviética en 1958, intensificando la rivalidad por el liderazgo del movimiento comunista a nivel mundial. Estas tensiones aumentaron hasta el punto de provocar conflictos fronterizos en 1969, que resultaron en la pérdida de varias vidas.
El vínculo actual, aunque ocasional y circunstancial, ha evolucionado en respuesta a intereses y desafíos compartidos en la arena internacional, siendo Kissinger quién alertó en cuantiosas ocasiones al peligro de aislar a Rusia, o de empujarla a una alianza con China.
Otro obstáculo significativo para la alianza es la situación en Primorsky Krai, una región federal de Rusia situada en el Lejano Oriente, al noreste de Corea del Norte y que comparte frontera con China. La ciudad portuaria de Vladivostok se encuentra en su costa sur. En tiempos recientes, Primorsky Krai ha experimentado un notable incremento en la llegada de agricultores chinos. Este fenómeno ha llevado a que la producción agrícola y la influencia económica de estos recién llegados superen a las de los productores locales.
El desequilibrio demográfico, junto con la inclusión por parte de China en sus mapas de territorios rusos como Haishenwai (el nombre chino de Vladivostok, el centro administrativo de Primorsky Krai) y otras siete regiones orientales rusas, ha reavivado tensiones entre ambos países.
La historia compartida, marcada por los “Tratados Desiguales” del siglo XIX y las cesiones territoriales forzadas, ha dejado una profunda impresión en la política exterior china. China es especialmente sensible respecto a la integridad territorial, y la ambición de Xi Jinping de recuperar territorios históricos como parte del “Sueño Chino” y el “gran rejuvenecimiento de la nación china” solo añade una capa adicional de complejidad a la relación bilateral.
En resumen, la relación entre Rusia y China está en una fase de consolidación que refuerza su posición en el orden mundial multipolar, mientras buscan contrarrestar la influencia de Estados Unidos y Occidente. Sin embargo, a pesar de los avances en cooperación económica y energética, persisten tensiones subyacentes derivadas de su historia compartida y desafíos regionales. El futuro de esta alianza dependerá de su capacidad para manejar estas tensiones y de la evolución del panorama geopolítico global.