Las recientes filtraciones de papeles del Pentágono develaron maniobras y datos que dejan a Estados Unidos al descubierto y obligado a afrontar sus consecuencias políticas y estratégicas. Mientras que sus aliados toman cautela, sus enemigos buscan usar la información a su favor en la medida de lo posible.
Los papeles con información secreta de los meses de febrero y marzo fueron expuestos a la mirada pública mediante dos redes sociales de mensajería, Telegram y Discord. El Departamento de Justicia de Estados Unidos inició una investigación y finalmente el día 13 de abril arrestaron al presunto culpable, aunque el daño ya estaba hecho. Se trata de un joven de 21 años, miembro de la Guardia Nacional Área de Massachusetts que tenía acceso a los papeles.
El contenido de los documentos es variado, pero se puede dividir en tres puntos clave. El primero trata de evaluaciones militares acerca del estado actual de la guerra en Ucrania. Esto llega en un mal momento ya que pone en jaque la esperada contraofensiva de primavera por parte de Kiev. La información incluye aspectos como la cantidad y ubicación de las fuerzas armadas y sus armamentos o cuándo se van a agotar sus misiles. Los números presentan un escenario sin un gran optimismo. El documento expresa que las deficiencias en armamento y entrenamiento ucraniano sólo lograrían “modestas ganancias de territorio”. De esta manera, se le permite a Rusia conocer los movimientos planeados y actuar acorde a ello.
El segundo punto relevante muestra una presencia de países de la OTAN en Ucrania que van más allá de la ayuda con armas y dinero. Según los documentos, en el territorio se encuentran unidades militares especiales provenientes de Gran Bretaña, Letonia, Francia y Estados Unidos. Esto pone en cuestionamiento el nivel de implicación occidental en la guerra y alimenta la narrativa rusa acerca de que la lucha no es contra el pueblo ucraniano, sino contra la OTAN.
El último punto clave se trata del espionaje que Estados Unidos mantiene con sus aliados, entre los cuales se encuentran Ucrania, Hungría, Israel y Corea del Sur. Además, desarrolla un espionaje contra sus contrincantes que revela información comprometedora para los mismos, como son los datos acerca de la provisión secreta de equipamiento militar de China a Rusia o maniobras rusas en búsqueda de mayor influencia en África. La manera de conseguir esta información se revela que es a través de escuchas telefónicas o interceptando sus dispositivos electrónicos.
En los últimos días los países involucrados emitieron declaraciones o acciones en reacción a lo sucedido. El portavoz del Departamento de Defensa estadounidense lo calificó como información sensible que pone en juego la seguridad nacional del país. A su vez, Biden ordenó que se limite aún más la distribución de información confidencial.
Por su parte, Rusia los clasificó como “muy interesantes” y se realizaron movimientos que podrían corresponderse con la información adquirida, como el refuerzo del sistema de defensa antiaérea en la frontera con Ucrania. Mientras tanto, Corea del Sur inicialmente tuvo una reacción más determinante contra el espionaje, enojo que se redujo luego de coincidir con el Secretario de Defensa estadounidense en que algunos documentos eran falsos.
No se trata de la primera vez que Estados Unidos se enfrenta a la filtración de importantes documentos. Se pudo ver en 2010 con la información filtrada a WikiLeaks por Chelsea Manning y en 2013 con Edward Snowden y sus documentos de la Agencia de Seguridad Nacional. Esto pone en evidencia las fallas que prevalecen respecto al manejo de la información en el aparato burocrático norteamericano.
Las consecuencias de no solucionar dichas filtraciones tienen gran alcance. La confianza de los aliados hacia Estados Unidos y la cantidad de información que estos proveen se pone en riesgo. Ucrania se puede ver obligada a modificar sus planes de acción frente a una Rusia más informada acerca de su situación. También le permite a Rusia estar más atenta a cómo protegerse del espionaje y a fortalecer sus argumentos y pretextos para intensificar sus ataques hacia Ucrania.