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El ascenso económico de Asia y sus implicancias para la Argentina

En medio de un panorama de pobres expectativas de crecimiento internacional, Asia se posiciona como el motor de la economía mundial para 2028. Por Fernando Prats.

Publicado el 20 de abril de 2023 por Redacción Radar Internacional
El ascenso económico de Asia y sus implicancias para la Argentina

En el mes de abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) lanzó el World Economic Outlook, una publicación periódica en la que el organismo financiero comparte sus proyecciones económicas. El informe arrojó cifras poco alentadoras en términos de crecimiento para los años venideros, como consecuencia de los efectos de la invasión rusa a Ucrania, las tensiones geopolíticas y las secuelas de la pandemia, entre otros motivos. 

Más allá de las pobres expectativas de crecimiento, el FMI aporta otro dato de vital importancia para el mundo que se viene. En el período 2023-2028, China aportará el 22,6% del crecimiento mundialnúmero que representa el doble que la principal economía en la actualidad, los Estados Unidos, con un 11,3%. Además, se espera que India – 12,9% – también aporte más que el país norteamericano. 

Luego, aparecen países como Indonesia aportando el 3,6%; Alemania y Turquía el 2,1%; y más abajo países como Brasil, Rusia, Vietnam, Francia, el Reino Unido, Bangladesh y Japón, cada uno de ellos aportando entre el 1,5% y el 1,8% del crecimiento mundial. Estas cifras no hacen otra cosa que destacar un proceso que numerosos analistas han identificado en los últimos años: el ya innegable ascenso económico de Asia. 

En su obra del año 2011, el célebre académico estadounidense Joseph Nye publicaba su obra The Future of Power. En ella, el investigador identificaba como uno de los procesos claves de esta época lo que denominó “transición del poder”. Con esto, Nye dio cuenta del proceso en virtud del cual el epicentro de la economía mundial se traslada desde Occidente hacia Oriente. Este es un dato estructural a la hora de pensar el mundo que se viene, más aún atendiendo a que ya no debe pensarse como un proceso que ocurrirá en un futuro lejano. Precisamente, las proyecciones del FMI son sobre los próximos cinco años. 

Este fenómeno tiene enormes implicancias para la Argentina, a pesar de que la compleja coyuntura económica y política interna muchas veces dificulta el ejercicio de mirar el mundo para identificar riesgos y oportunidades. Tener presente el fenómeno de la transición del centro gravitacional de la economía global hacia el continente asiático será clave a la hora de pensar la inserción internacional argentina, tanto a nivel de la política exterior como del sector corporativo. 

Con respecto al ámbito de la política exterior, es fundamental tener presente este proceso con el fin de pensar una inserción adecuada para el siglo XXI, y promover las relaciones con los países emergentes asiáticos es fundamental para ello. En este sentido,  la apertura de embajadas y oficinas comerciales es un primer paso fundamental para fortalecer las relaciones, además de fortalecer y otorgarle significativa importancia a las ya existentes. Por otro lado, la promoción de la proyección internacional de las provincias hacia estos mercados también resultaría muy beneficioso, y colaboraría en establecimiento de un vínculo más profundo a partir de las relaciones multinivel. 

Por el lado del sector corporativo, Asia representa una gran oportunidad. Por supuesto que desde hace años China aparece como un mercado atractivo para los productos argentinos – en especial los commodities agrícolas. No obstante, ampliar los horizontes hacia otros mercados puede significar grandes oportunidades de crecimiento. Tanto los sectores de producción agrícola y agroindustrial, como el sector de combustibles y algunas manufacturas podrían beneficiarse sustancialmente del ingreso en estos mercados. Dada las enormes distancias -tanto geográficas como culturales y políticas- el Estado debe cumplir un importante rol a la hora de acercar a las empresas argentinas hacia estos importantes mercados y actuar como un facilitador. 

Por supuesto, todas las oportunidades que el mundo presenta tienen como correlato riesgos. En este caso, las cuestiones geopolíticas -principalmente en China-, los desastres ambientales, y las pobres expectativas macroeconómicas del mundo en general representan algunos riesgos que se deben tener en consideración. 

A pesar del importante rol que se considera le debe ser asignado a Asia en virtud de su pujante crecimiento económico, de ello no debe desprenderse que se deban abandonar los socios comerciales tradicionales. En primer lugar, nuestra región sigue constituyendo un socio importante, teniendo a Brasil como principal destino de nuestras exportaciones y a Chile entre los primeros puestos. Por otro lado, el ascenso asiático que estamos observando, y que se intensificará en los próximos cinco años, de ningún modo implica la caída de los Estados Unidos ni de Europa, ni mucho menos la relevancia que estos tienen como socios de la Argentina.

En este sentido, Europa sigue siendo un hub productivo y tecnológico muy importante, con el cual nuestro país tiene oportunidades de profundizar lazos. Estados Unidos, por su parte, continúa entre los países que lideran el ranking de proyecciones de crecimiento, es quien provee la moneda que opera como reserva global de valor, y mantiene una posición militar privilegiada. Es por ello que, a pesar de que se viene prediciendo hace décadas, no nos encontramos ante una inminente caída de Washington en tanto potencia mundial. 

De todo esto se desprende que nos encontramos ante un mundo en el cual emergen nuevos mercados que deben ser apuntados como una oportunidad para la Argentina, al mismo tiempo que deben preservarse los socios tradicionales ya que continuarán teniendo un rol significativo para la economía internacional.

A pesar del optimismo que implica pensar en un mundo emergente que se abre como potencial socio, no debe dejar de observarse que las proyecciones de crecimiento son las más bajas en las últimas tres décadas. Lamentablemente para un país que necesita de divisas como pocos, esto necesariamente implica un escenario restrictivo, con lo cual ampliar los vínculos comerciales será más difícil que en aquellos años en los que el proceso de globalización estuvo en auge; previo a las crisis financieras, sanitarias y geopolíticas que sacudieron el sistema internacional. 

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