Luego de una semana de disputas intensas, amenazas de renuncia en el Matignon, o de destitución del Jefe de Estado en la Asamblea, la situación parece haberse estabilizado. Francia tiene gobierno después de más de tres meses de indeterminación.
Un breve repaso por la selección de los 39 ministros, 19 hombres y 20 mujeres —11 y 8 respectivamente son “de pleno ejercicio”— , sugiere un gobierno que bien puede ser clasificado de “centroderecha”. 10 de ellos pertenecen a Les Républicains (LR), 12 al espacio de Macron, uno de ellos socialista —Didier Migaud, Ministro de Justicia— , y 3 adicionales al partido de centro Mouvement Démocrate (MoDem).
Sólo 6 ministros del gobierno del anterior Primer Ministro, Gabriel Attal, se han sostenido en el gabinete. De ellos, sólo 2 —Sébastien Lecornu de las Fuerzas Armadas y Rachida Dati de Cultura— se mantienen en la misma función.
Sorpresivamente, Eric Ciotti ha anunciado su renuncia como presidente de Les Républicains tras considerar que la nueva composición de ministros indica, más que un gobierno de cohabitación donde Barnier pudiese imponer la marca centroderechista del partido gaullista, uno de carácter “macronista”.
El mismo resalta, entre otras cosas, por la selección de los dos ministros que estarán encargados de realizar el ajuste fiscal para llevar el déficit público a la cifra que exige como máximo, la Unión Europea: 3% del PBI.
Los jóvenes y poco conocidos Antoine Armand —economía y finanzas— y Laurent Saint Martin —presupuesto— tendrán a cargo la tarea en un contexto de alto nivel del gasto público y bajo nivel de recaudación impositiva. Que Barnier haya optado por sus nombres para reemplazar a la gestión de Bruno Le Maire parece indicar que se mantendrán leales a la tarea y no dejarán que el contexto político o las aspiraciones personales obstaculicen los objetivos del gobierno en ese plano.
En una entrevista del día de ayer, Barnier dejó algunas definiciones que, si bien no muy precisas, dejan alguna idea de las metas del nuevo gobierno.
Reconociendo los “3.000 milliards” —esto es, 3 billones de euros, más de 3 trillions de dólares, o más del 112% del PBI— de deuda pública y los “50 milliards” en intereses a pagar por año, el nuevo Primer Ministro asegura, no obstante, que no aumentará los impuestos “sobre las personas más modestas, ni sobre los que trabajan, ni sobre las clases medias”. Aún así, es probable ver algún tipo de aumento de impuestos para los más ricos, a los que les pide que “participen” del esfuerzo que tomará poner las cuentas en orden. En cuanto al sistema de pensiones, no ha dado mayores definiciones aunque sí ha mostrado la voluntad de realizar mejoras.
Sobre el tema de la inmigración, que ahora recaerá bajo la órbita de Bruno Retailleau y su Ministerio del Interior, Barnier aseguró pretender “controlar” y “limitar” la inmigración “sin ideología ni sectarismo”.
En adición, declaró que desearía hacer de la “salud mental” la “gran causa nacional” para el año 2025. Esto en un contexto de suba de casos de pacientes con problemas o enfermedades de este tipo y una escasez de médicos para hacerles frente.
Hacia el futuro, el Primer Ministro deberá manejar la situación con mucha prudencia. Este es un gobierno que cuenta, de momento, con los avales necesarios como para no exponerse a un voto de censura en la Asamblea, pero eso se debe en gran parte al apoyo tácito del partido de Marine Le Pen, cuya permanencia no está para nada claro que vaya a ser indefinida.
No hay ministerios ocupados por miembros del Nuevo Frente Popular que ganó las elecciones, por lo cual la excusa de disolver la Asamblea para así formar un gobierno más afín a los deseos de la población ha quedado, a los ojos de muchos votantes, como una farsa.
El panorama que se pinta para LR y Renaissance de cara a las elecciones de 2027 no luce atractivo. Si el gobierno logra terminar su período sin ser removido por el poder legislativo, llegará desgastado luego de dos años de políticas duras pero necesarias —como el ajuste a las cuentas públicas mediante recortes del gasto o una reforma del sistema de pensiones— y las coaliciones de izquierda y derecha podrían verse fortalecidas.