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El régimen de Nicolás Maduro: consecuencias de la elección y perspectivas a futuro

Las recientes elecciones en la República Bolivariana de Venezuela volvieron a poner en el centro de la escena internacional al régimen de Nicolás Maduro, lo que abre una nueva ventana de oportunidades para erosionarlo. ¿Cuáles son los posibles caminos hacia la democratización?

Publicado el 5 de agosto de 2024 por Alejo Lasala
El régimen de Nicolás Maduro: consecuencias de la elección y perspectivas a futuro

Nicolás Maduro, el pasado domingo 29 de Julio, anunció una contundente victoria electoral avalada por un comunicado del Consejo Nacional Electoral de Venezuela. Los datos aportados por el mismo arrojaron una derrota del opositor, Edmundo González Urrutia, por más de siete puntos de diferencia, frente a un contexto previo donde los ánimos esperanzados de una gran mayoría de la sociedad vaticinaban un cambio de gobierno.

Desde la previa a la elección existieron irregularidades. En primer lugar, una gran mayoría de los ciudadanos que emigraron durante la última década (aproximadamente siete millones de venezolanos) no estuvieron habilitados para concurrir a votar. Sólo en la Argentina, por ejemplo, pudieron emitir su sufragio 2.638 habilitados de los más de 220 mil habitantes en nuestro país. Todos ellos, claro está, hubieran supuesto una abrumadora diferencia en contra del régimen, debido a los motivos mismos de su exilio.

Por otro lado, la constante persecución e inhibición a los candidatos opositores. María Corina Machado, quien continúa siendo la voz líder de la disidencia al régimen en Venezuela, fue proscripta y no pudo participar de las elecciones. Tampoco su relevo inmediato, Corina Yoris. Esto no es nuevo: ya desde 2007, con Hugo Chávez de Presidente, las denuncias de censura son moneda corriente: desde inhabilitar a la cadena de televisión más antigua del país (RCTV), el arresto de Leopoldo López, otro líder opositor, en 2014, hasta denuncias de torturas y tratos crueles contra detenidos en protestas según Human Rights Watch.

Éstos objetivos constituían una clara estrategia, de parte del oficialismo, para debilitar a la oposición en vistas a las elecciones: en primer lugar, disminuyendo sus potenciales votantes de manera nominal y, en segundo lugar, eliminando de la lista de opciones a sus líderes más convocantes, buscando, en último lugar, un llamado a la abstención y por ende una victoria electoral.

Ahora bien, ¿por qué el régimen llamaría a elecciones en primer lugar?

Si el propósito del régimen era continuar con el poder mediante la legitimidad del voto, “organizando” una victoria electoral con una muy baja calidad democrática, pero con los niveles mínimos indispensables (por ejemplo, la entrega de las actas en lugar de una mera declaración testimonial), podría haber apostado a una normalización de la situación internacional impulsado por la aceptación de sus socios: China, Irán, Rusia y Cuba, quienes no necesitaron ver las actas para lanzar una felicitación a Nicolás Maduro, pero también, y más importante, de aquellos países que en los últimos días solicitaron “mostrar las actas”: Brasil, México y Colombia, como así también referentes importantes de la región, como Lula da Silva y Cristina Kirchner.

El régimen apostaba, entonces, a una continuidad de la aceptación de sus socios internacionales, con cierta liviandad en las formalidades de calidad democrática, donde la presión internacional, de haber sido exitoso dicho plan, se habría vuelto en contra de las sanciones que enfrenta el régimen: restricciones de visado, congelamiento de activos, compañías privadas con sede en Estados Unidos, prohibición de transacciones comerciales, intervenciones en el Banco Central de Venezuela, entre otras sanciones. Funcionarios de Estados Unidos habían vaticinado una posible flexibilización de dichas sanciones en caso de existir una votación transparente.

Nada de eso ocurrió. El régimen aún no aportó las actas originales, y la oposición logró reunir, en tiempo récord, más del 80% de las mismas, publicándolas en un sitio web para que toda la comunidad internacional pudiera acceder. Así, Venezuela se limitó al apoyo sólo de aquellos países que no tienen interés alguno en la democratización, sino más bien en la profundización del ciclo de gobierno (Rusia, China e Irán).

Esto generó que la presión internacional, aunque aún insuficiente, se tornara en contra de la continuidad del régimen, con cierta ambigüedad en las posturas de Brasil, Colombia y México. En el extremo opuesto de dichas posturas, están los países que ya reconocieron (o están camino) a González Urrutia como presidente: Estados Unidos, Chile, Perú, Argentina y Uruguay. El aislamiento del régimen se institucionalizó con la retirada diplomática en Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay.

Las posibles salidas combinan dos de las variables clave mencionadas previamente: la persistencia y articulación de marchas multitudinarias en todo el territorio nacional, y una presión internacional importante que logre resquebrajar desde adentro al régimen.

Existen diversos ejemplos a lo largo de la historia donde la intensidad de las mismas logró erosionar a diversos regímenes dictatoriales: sin ir más lejos, la Primavera Árabe, donde una serie de protestas en varios países, comenzando en Túnez, lograron el objetivo de la caída de dictaduras: Zine El Abidine Ben Ali en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, y Muamar Gadafi en
Libia.

Recientemente, se hizo pública la intención de Nicolás Maduro de “recibir recomendaciones” en función de regular o prohibir redes sociales digitales como TikTok e Instagram. De implementarse dicha medida, no sólo estaríamos hablando de un ataque a la libertad de expresión de los ciudadanos, sino también de un golpe directo a la búsqueda de generar presión internacional como manifestaciones. El rol de divulgación de dichas redes, sobre información diaria y continua que llega desde el país bolivariano, y que logran visibilizar a nivel internacional la represión en las calles, la multitud de las manifestaciones, los secuestros en vivo, y hasta el asedio transmitido en directo a una Embajada de la República Argentina, han logrado repercutir en la presión internacional. A su vez, tienen gran trascendencia como red de articulación de las grandes manifestaciones.

Si bien es imposible realizar una predicción a futuro, está claro que las recientes elecciones implicaron una erosión importante del régimen y promovieron una nueva ventana de oportunidades para persistir con las protestas y aumentar la presión internacional. Durante los próximos meses se jugará un capítulo clave para los próximos 5 años de período presidencial. Resta ver si Nicolás Maduro puede resistir a las presiones mediante represión y alianzas internacionales, que no son para nada menospreciables, como lo ha hecho hasta ahora.

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