Este 22 de abril, el portaaviones británico HMS Prince of Wales zarpará desde Portsmouth junto a su ala embarcada y sus buques escoltas, en el marco de la Operación Highmast. El despliegue tendrá una duración de ocho meses y tiene por objetivo contribuir a los esfuerzos por disuadir a China en el Indopacífico. De este modo, el denominado Carrier Strike Group 25 (CSG 25) realizará ejercicios militares con aliados y visitará puertos con fines comerciales.
Según el Ministerio de Defensa británico, el despliegue «reafirma el compromiso del Reino Unido con la seguridad del Mediterráneo y el Indo-Pacífico, al tiempo que brinda una oportunidad para promover el comercio y la industria británicos.»
El Indopacífico es una región crítica para el comercio del Reino Unido, con importaciones y exportaciones en la región que valen miles de millones de libras para la economía del Reino Unido, y el despliegue brindará una oportunidad para que las empresas del Reino Unido participen en eventos comerciales durante las visitas a los puertos.
El CSG 25 está compuesto por el portaaviones de propulsión nuclear HMS Prince of Wales, un destructor tipo 45, una fragata tipo 23, un buque logístico de la Real Flota Auxiliar (RFA), un submarino de ataque de propulsión nuclear, y 24 aviones F-35B embarcados. La operación contará con la participación de 4.000 militares: 2500 de la Marina, 900 del Ejército y 600 de la Fuerza Aérea. Adicionalmente, algunos aliados del Reino Unido contribuirán con medios para reforzar la protección del portaaviones. Noruega puso a disposición un buque de abastecimiento y una fragata; y Canadá y España enviaron una fragata cada uno.
En diciembre del año pasado, Tom Sharpe, oficial naval británico retirado, publicó un artículo en The Telegraph en el que señalaba que enviar un grupo de ataque al Indopacífico dejaría al Reino Unido «indefenso en casa». Haciendo un análisis de los pormenores del despliegue que la marina británica está a punto de comenzar, Sharpe argumentaba que Londres solo podía enviar una fuerza correctamente equipada si desmantelaba sus defensas a «hasta un grado peligroso», afirmando que la misión supone un riesgo en sí misma debido al reducido número de destructores y fragatas disponibles.