En la última semana en Europa se intensificó la discusión acerca de cómo posicionarse frente a la amenaza rusa. La creciente hostilidad de Rusia hacia los países de la OTAN los lleva a cuestionarse que podría pasar en un futuro en sus propias tierras. La respuesta incierta da lugar a diversos posicionamientos entre los funcionarios, algunos en gran alerta y otros con mayor calma.
Por un lado, se encuentran funcionarios europeos que en su mayoría pertenecen al ejército o poseen cargos relacionados a la defensa. Estos comunican una mayor urgencia acerca de un ataque ruso en países de la OTAN, con un aproximado de entre tres a ocho años. Estos también urgen un gran aumento de sus capacidades militares con un incremento del gasto en defensa.
Uno de los mensajes que más se destacan entre dichos funcionarios es que haya un cambio de mentalidad en la población. Comunican que ya no estamos en un mundo donde todo es previsible y la guerra es imposible, sino que se debe estar preparado para cualquier eventualidad. Frente a la incertidumbre, optan por considerar un desenlace más alarmante.
Por otro lado, el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg mostró un mayor escepticismo ante la amenaza de un ataque ruso. “No vemos ninguna amenaza directa o inminente contra ningún aliado de la OTAN. (…) nosotros, por supuesto, seguimos de cerca lo que hace Rusia, hemos aumentado nuestra vigilancia, nuestra presencia en la parte oriental de la Alianza, pero la idea de todo esto es evitar un ataque contra un aliado de la OTAN”.
Stoltenberg explica que, desde el inicio de la guerra en Ucrania, su objetivo fue prevenir que la guerra se extienda a países de la OTAN. Su manera de lograrlo fue fortaleciendo su defensa para demostrarle a Rusia sus capacidades. Por lo tanto, cree que la OTAN no se verá amenazada mientras sus miembros inviertan en defensa, no solo para Ucrania, sino también para sus propios territorios.
“Hacemos todo esto para garantizar que contamos con la disposición, la preparación y las fuerzas necesarias para eliminar cualquier margen de error de cálculo o malentendido en Moscú sobre nuestra disposición a proteger cada centímetro del territorio de la OTAN. Y mientras lo hagamos, no habrá ningún ataque contra el territorio de la OTAN”, declaró Stoltenberg.
Estos comunicados se realizaron el 23 de enero durante el anuncio de nuevos contratos por un valor de 1.200 millones de dólares para comprar cientos de miles de municiones de artillería. Desde julio se firmaron contratos de unos 10 mil millones de dólares como parte del Plan de Acción de Producción de Defensa.
La inversión realizada incluye “alrededor de 4 mil millones de dólares para obuses, municiones para tanques, misiles guiados antitanques y municiones de 155 milímetros, además de 5,5 mil millones de dólares para misiles interceptores Patriot”.
Otro hecho demuestra la búsqueda por aumentar su defensa. El secretario general informó que a partir de esta semana hasta mayo se llevará a cabo el ejercicio Steadfast Defender, el ejercicio militar más grande en las últimas décadas. Este cuenta con aproximadamente 90.000 soldados, 50 buques y 80 aviones provenientes de los 31 aliados y Suecia.
A pesar de los desacuerdos acerca de la inminencia de un ataque, todos los funcionarios parecen estar de acuerdo en controlar de cerca los movimientos de Rusia. Además, acuerdan en la necesidad de invertir en defensa para disuadir a Rusia de intentar otro ataque en Europa.
Es importante considerar que, exceptuando un inimaginable ataque nuclear masivo, Rusia no tiene la capacidad militar de invadir Europa. Si bien Rusia es una de las naciones más poderosas del mundo, sus capacidades militares distan en gran medida de las de la OTAN. Un ataque a un país de la alianza activaría las fuerzas de todos los Estados parte, los cuales en su conjunto superan en muchos aspectos a Rusia.