El pasado jueves 14 de diciembre, durante dos horas, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su homólogo de Guyana, Irfaan Ali, se reunieron en Kingstown, capital de las islas San Vicente y Las Granadinas. La reunión fue acordada con el objetivo de desescalar la tensión y evitar acciones individuales en el Esequibo, un territorio de 160 mil kilómetros en disputa y rico en recursos naturales. La cumbre finalizó con un acuerdo de 11 puntos.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) y el presidente de Brasil, Lula da Silva, con el apoyo de la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la ONU, impulsaron a las partes en conflicto a emprender con la reunión. La respuesta fue positiva, ya que 5 días después de la propuesta la misma fue llevada a cabo.
De esta manera, participaron también de la cumbre el presidente de CARICOM, y primer ministro de República Dominicana, Roosvelt Skerrit, el primer ministro de la nación anfitriona, Ralph Gonsalves, cuyo país también desempeña la presidencia pro tempore de la CELAC, así como Celso Amorim, asesor presidencial para Asuntos Internacionales de Lula da Silva.
Más allá, un apretón de manos entre ambos mandatarios desescaló un eventual conflicto armado en la región, y estableció un compromiso de mantener la vía diplomática como único camino para la resolución de la disputa.
A pesar de ello, el líder venezolano arribó a la cita con un mapa venezolano en el cual se incluye al Esequibo como propio, por su parte, Ali, acudió con una pulsera con el mapa de la zona reclamada.
Asimismo, Maduro tildó la reunión de “fructífera, intensa, por momentos tensa, pero donde pudimos hablar con la verdad”. En esa misma línea, el mandatario guyanés reiteró su posición “clara” de que “Guyana tiene todo el derecho de ejercer su derecho soberano entre de su espacio territorial y de aprobar y facilitar cualquier inversión (…) el otorgamiento de cualquier licencia o permiso y el otorgamiento de cualquier concesión dentro de nuestro espacio territorial y dentro de nuestro espacio soberano”. Además, presionó también con que el litigio debe ser resuelto por la Corte internacional de Justicia.
“Guyana no es el agresor, Guyana no busca la guerra, pero Guyana se reserva el derecho de trabajar con todos nuestros socios para garantizar la defensa de nuestro país”. “No hay propaganda que pueda cambiar esto”, remarcó Ali.
Cabe recordar que la controversia escaló y las tensiones se dispararon luego de que Venezuela aprobara el pasado 3 de diciembre un referéndum consultivo unilateral para anexionarse el Esequibo . Ante ello, de manera inmediata, Maduro ordenó iniciar las licitaciones petroleras en la zona en disputa, además de tomar la decisión de crear una provincia y brindar la nacionalidad a los 125.000 habitantes del Esequibo, a pesar de que Guyana la administra.
De igual modo, como se mencionó, la cumbre sirvió para acordar la no agresión. Esto fue dejado en claro en el primer punto del acuerdo firmado entre las partes. Allí se estableció que “no se amenazarán ni utilizarán la fuerza mutuamente, en ninguna circunstancia, incluidas las derivadas de cualquier controversia existente entre ambos estados”. Más allá, en el punto número seis se estableció que ambos estados se abstendrán “de palabra o de hecho” de intensificar el conflicto.
Además, ambos países acordaron la conformación de comisiones mixtas encabezadas por sus respectivos cancilleres e integradas por miembros de sus equipos técnicos para avanzar con las negociaciones. En esta línea, fijaron también un próximo encuentro, dentro de un plazo de 3 meses u otra fecha a convenir, en Brasil, hecho que fue celebrado por el secretario general de las Naciones Unidas, según comunicó su portavoz, Stéphane Dujarric.
Las partes también consensuaron en mantener como mediadores a quienes estuvieron presentes en la primera cumbre, es decir, a los primeros ministros de San Vicente y las Granadinas y de República Dominicana.
Al mismo tiempo, los involucrados plasmaron en el papel sus diferencias. De tal forma, en el punto cuarto se estableció el compromiso de Guyana por resolver la disputa mediante la Corte Internacional de Justicia, pero también se dejó clara la postura venezolana de no reconocer la jurisdicción de la misma. Venezuela hizo lo mismo en el punto segundo donde se redactó que cualquier controversia entre los estados se resolverá de conformidad con el derecho internacional, incluido el acuerdo de Ginebra de 1966 (mecanismo que defienden como el único capaz de brindar una solución aceptable al conflicto).
Por último, hubo dos preocupaciones de Venezuela que no fueron incluidas en el documento. La primera se refiere a las licencias de concesiones de exploración y explotación petroleras otorgadas a transnacionales en aguas aún no delimitadas. La otra inquietud implica la incomodidad de Caracas por los ejercicios militares emprendidos por el Comando Sur de Estados Unidos con fuerzas militares de Guyana.