“Los minerales raros, también conocidos como tierra rara, representan una pieza fundamental en la cadena de suministro de nuevas tecnologías, y su geopolítica está moldeando las relaciones comerciales y políticas a nivel mundial”, remarca Ámbito Financiero en un artículo publicado en marzo de este año.
Entre los minerales raros se encuentran, por ejemplo, el litio, cobalto, grafito, entre otros, que se utilizan para baterías deautos, celulares, y computadoras, así como también para componentes eléctricos y catalizadores en la industria química, etc. Es por ello que, a medida que la tecnología se desarrolla y avanza, estos cobran cada vez más importancia en la puja geopolítica de los grandes estados.
Algo importante que hay que remarcar en relación a los minerales raros es que se concentran en pocas regiones del mundo. Por ejemplo, en el Triángulo del Litio, que componen Argentina, Bolivia y Chile, se concentran alrededor del 65% de las reservas de litio conocidas hasta el momento. A su vez, el Congo produjo en 2023 el 74% del volumen mundial de producción de cobalto. Es por ello que las grandes y medianas potencias buscan expandir su influencia y controlar el terreno de los minerales raros, que, actualmente, es dominado por China. Por lo tanto, Estados Unidos, así como también India, Rusia, Francia, entre otros, está intentando posicionarse en esta industria.
China, según la Agencia Internacional de la Energía, controla el 70% de la minería de tierra rara, y el 90% de su capacidad de procesamiento. Esto representa que Beijing tiene cierto monopolio en un aspecto fundamental en la producción de autos eléctricos, turbinas de viento y aviones de combate: los imanes permanentes. Al mismo tiempo, China lidera el suministro de otros recursos energéticos, como el níquel, el cobalto y el grafito. Por este motivo, Washington no se quiere quedar atrás y empieza a diversificar su agenda minera, para ver si puede competir o por lo menos generar disrupción en la industria china.
Números acerca del dominio china en la industria de minerales raros a nivel global. Fuente: The Financial Times.
En consecuencia, Estados Unidos está invirtiendo una gran suma de dinero en un sitio para minar en la ciudad de Phalaborwa. La Corporación Financiera de Desarrollo Internacional (DFC, por sus siglas en inglés) de EE.UU. ha hecho una inversión de 105 millones de dólares en un fondo de minerales críticos, de 1.000 millones de dólares, llamado TechMet. Este fondo ha prometido un capital de 50 millones de dólares para Rainbow Rare Earth, la empresa que se ocupa de la construcción de la planta minera. Según el CEO de DFC, Nisha Biswal, la inversión en minerales africanos en 2024 será de más de 700 millones de dólares, incluyendo este proyecto en Sudáfrica y la construcción de redes ferroviarias en Angola, para conectar aeropuertos y campos mineros.
Sin embargo, el precio de los minerales raros viene en declive: desde el 2022, su precio disminuyó en un 63%. Esto llevó a los productores que buscan competirle a China a cerrar minas, recortar la producción y reducir los planes de expansión. Por ejemplo, BHP Billiton, una de las compañías mineras más grandes del mundo, piensa cerrar la productora de níquel Nickel West. Albemarley Glencore, grandes productores de litio y cobalto, respectivamente, han reducido su presupuesto y recortado su producción. Estos golpes en los precios son muy disruptivos en los productores occidentales porque no están bien preparados ni tienen el dominio que poseen las empresas chinas después de ya una década liderando la producción de tierra rara.
Desde Rainbow Rare Earth (RRE) creen que la diversificación en la producción de minerales raros es fundamental para la seguridad energética en Occidente: “La energía verde, las turbinas eólicas, los coches eléctricos, los drones y los teléfonos móviles contienen elementos de tierras raras. Las fuentes fuera de China son muy importantes para darle a Occidente algún tipo de independencia”, declaró George Bennett, CEO de RRE. A diferencia de la mayoría de estas empresas occidentales, las empresas chinas de minería están fuertemente entrelazadas con las industrias, y, a su vez, son respaldadas financieramente por el Estado en tiempos de crisis, como es la caída de los precios de las materias primas.
Gráfico que muestra la producción de tierra rara desde 1985 hasta la actualidad. Fuente: The Financial Times.
El principal asesor en seguridad energética del gobierno estadounidense, Amos Hochstein, expresó su preocupación con respecto al futuro de los mercados energéticos: “El futuro mercado energético podría caer en trampas similares a las que se observan con los combustibles fósiles. Mi preocupación es que lo peor de la arquitectura energética del siglo XX se repita en el siglo XXI. Tal vez sería peor porque, en lugar de un grupo de países que controlen la oferta, habrá un único punto de falla o un único punto de capacidad para manipular la oferta y los precios globales”. Según Financial Times, los inversores temen que China pueda inundar el mercado como lo ha hecho desde los años ‘80. Beijing influye en la oferta y los precios a través de políticas fiscales, sistemas de cuotas y restricciones a las exportaciones, pero niega ejercer control para dañar a los competidores.
En respuesta a estas declaraciones, el Ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, manifestó que: “la supuesta afirmación de que China controla los precios del mercado mediante el dumping y otros medios es completamente infundada. En la era de la globalización, los intereses de varios países están profundamente integrados”. Agregó que “las cadenas de suministro globales reflejan el funcionamiento de las leyes económicas, mientras que China siempre se adhiere a los principios de apertura, coordinación e intercambio, desempeñando un papel positivo en la seguridad y estabilidad de la producción y el suministro de recursos minerales críticos a nivel mundial”.
Es evidente entonces que Estados Unidos y sus aliados corren de atrás en esta contienda estratégica. Primero y principal porque corre de atrás a una industria que viene desde hace décadas siendo líder en ese mercado. Y segundo, como explica Bennett, es la dicotomía entre la capacidad manufacturera y la oferta del producto. “Es el problema del huevo y la gallina. No se puede desarrollar capacidad de fabricación porque no se cuenta con un suministro confiable. No se puede crear un suministro confiable a menos que se tenga un comprador”. Sugiere que Estados Unidos debe convertirse en comprador de último recurso, pero incluso con todo esto, podría ser insuficiente para estar a la altura, por lo menos en el corto y mediano plazo, e esta puja con la gran potencia oriental.