En línea con su firme política fronteriza, Trump enfatizó en un memorándum la necesidad de emplear a las fuerzas armadas estadounidenses para reforzar las fronteras del país. «La complejidad de la situación actual exige que nuestras fuerzas armadas asuman un papel más directo en la seguridad de nuestra frontera sur que en el pasado reciente», sostuvo el mandatario.
Afirmando que, «la frontera sur está bajo ataque», la Casa Blanca resolvió delimitar una franja de territorio cuya jurisdicción pasará del Departamento de Seguridad Nacional al Departamento de Defensa. Este último asumirá el control de dicha zona, que pasará a formar parte de un «área de defensa nacional»,con el objetivo de asegurar las condiciones adecuadas para que los militares puedan realizar la misión.
Un área de defensa nacional es una porción de territorio federal cuya jurisdicción y autoridad administrativa está en manos del Departamento de Defensa, quien puede establecer un perímetro y controlar el acceso. Se trata de una medida orientada a darle a los uniformados el marco legal necesario para cumplir su rol.
El territorio delimitado abarca más de 400 kilómetros cuadrados a lo largo de la frontera entre México y el Estado de Nuevo México.
Los militares estacionados en la frontera y que operan en ese territorio tendrán mayor autoridad para llevar a cabo su misión. Se regirán por las mismas normas que al defender cualquier otra instalación militar, como la detención de intrusos y su entrega a las autoridades civiles o federales competentes.
De este modo, el ejército levantará barreras temporales y supervisará aquellas rutas que cruzan la frontera, para impedir el ingreso ilegal de inmigrantes a los Estados Unidos.