La semana pasada el ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, afirmó que el aumento de inmigrantes indocumentados en la frontera estonia en las últimas semanas fue “un flagrante ataque híbrido llevado a cabo por Rusia”.
Los comentarios del ministro se dieron luego de que Finlandia cerrara la última frontera que mantenía abierta con Rusia, cerca del Ártico, tras haber clausurado a lo largo de noviembre sus otros 7 pasos fronterizos. Esta decisión fue fundamentada bajo las mismas preocupaciones que posee Estonia, de que Rusia ha convertido la migración en un arma al canalizar personas hacia las fronteras.
El jueves, el gobierno estonio emitió una advertencia de viaje a sus ciudadanos instándolos a abstenerse de “cualquier viaje a Rusia porque Estonia podría cerrar sus puntos fronterizos temporalmente con muy poca antelación debido a la presión migratoria“.
La relevancia de estos hechos no recae tanto en la importancia de Finlandia y Estonia como países individuales sino debido a que sus fronteras con Rusia son las fronteras externas tanto de la Unión Europea como de la OTAN.
“Es una prueba más de que Rusia no está luchando sólo en Ucrania, sino que representa una amenaza para otros países” dijo Tsahkna mientras participaba en conversaciones con los ministros bálticos y nórdicos en Bruselas. Luego de la invasión rusa a Ucrania la cooperación entre estos grupos de países se vio ampliamente mejorada.
En Estonia temen que el cierre de las fronteras finlandesas el miércoles pasado cause un “derrame” hacia el sur, aumentando todavía más el flujo a través de su frontera con la Federación Rusa. “Estonia no permitirá que nadie sin el derecho legal y la documentación entre en la UE y en el espacio Schengen a través de nuestros puntos fronterizos“, afirmó el ministro de Interior estonio Lauri Läänemets.
Rusia ha negado en reiteradas ocasiones que esté alentando a personas indocumentadas a ir a la frontera.
Para muchos analistas en cambio, Moscú podría estar intentando desestabilizar a los estados miembros de la Unión Europea, con una crisis fronteriza que podría profundizar la polarización social y las divisiones políticas.
“Con sus acciones, Rusia está dando otro empujón para que la UE reconsidere su enfoque en materia de migración. Necesitamos abordar la migración ilegal no sólo para proteger nuestra propia seguridad y la libre circulación en el Espacio Schengen, sino también para proteger a personas inocentes de países del tercer mundo que son convertidos en armas como peones, ya sea por países hostiles en una guerra híbrida o por el crimen organizado con fines de lucro ilegales”. Dijo el ministro del Interior estonio.
Eventos similares ocurrieron en 2021 en el este de Europa. En ese caso, Bielorrusia fue acusado de canalizar la migración de personas hacia las fronteras de Lituania y Polonia.
Letonia también sufrió problemas similares en los últimos meses en sus fronteras con Bielorrusia. Un promedio de 100 “inmigrantes ilegales” intentaron ingresar desde Bielorrusia diariamente en octubre. Las autoridades estonias enviaron fuerzas fronterizas para ayudar al gobierno de Riga.
Los migrantes involucrados en este escándalo provienen en su mayoría de países en crisis o zonas de guerra. La semana anterior al cierre total llegaron a Finlandia más de 600 personas de Afganistán, Somalia y Yemen. Totalmente indocumentados y a miles de kilómetros de sus países, no está claro cómo habrían podido entrar o salir de Rusia si no hubieran contado con el apoyo de las autoridades.