El impacto de la incertidumbre: aliados reconsideran los contratos de adquisición
Las tensiones comerciales y políticas impulsadas por Donald Trump han despertado dudas en países como Portugal, Alemania y Canadá, sobre la conveniencia de adquirir cazas F-35 ante la posibilidad de restricciones al mantenimiento y operatividad del sistema de armas.
Portugal
Portugal ha anunciado su intención de abandonar la compra de los F-35, argumentando que la imprevisibilidad de la política estadounidense podría afectar la operatividad cotinua del caza. Si bien hasta el momento Portugal no ha iniciado formalmente el proceso de compra con los EE.UU, este país ya había planificado una inversión inicial de USD 5.500 millones a entregarse en 20 años.
Nuno Melo, Ministro de Defensa del saliente gobierno portugués, expresó en una entrevista con Publico.pt: “Este aliado nuestro, que siempre ha sido predecible a lo largo de las décadas, podría traer limitaciones en el uso, en el mantenimiento, en los componentes y en todo lo que tiene que ver con asegurar que los aviones estarán operativos y se utilizarán en todo tipo de escenarios”.
Con ello, la decisión sobre el reemplazo de sus F-16 quedará en manos del próximo gobierno, con opciones europeas como el Rafale, el Eurofighter Typhoon y el Saab Gripen.
Alemania
Berlín, que había acordado la compra de 35 F-35, también está reevaluando su adquisición. Wolfang Ischinger, exdiplomático alemán y expresidente de la Fundación de la Conferencia de Seguridad de Múnich, advirtió sobre los riesgos que supone un posible «botón de apagado» en los sistemas del F-35, así como la probabilidad de que Washington bloquee servicios de mantenimiento y actualización.
Aunque las declaraciones alemanas sobre una posible negativa a comprar los F-35 pueden ser un intento de presionar a Washington por su política respecto a Ucrania, Airbus está animando a Alemania a que considere su Eurofighter Typhoon Tranche 5 en lugar de los F-35. Estos aviones, aseguran, cuentan con muchas características avanzadas propias de los aviones de quinta generación.
“Alemania debe darse cuenta de que Europa es débil económica y militarmente en esta nueva era de la historia. Invertir en defensa también significa invertir en nuestra economía y nuestra sociedad”, declaró Michael Schöllhorn, CEO de Airbus Defence and Space, en una entrevista con Augsburger Allgemeine.
Canadá
Socio de nivel 3 en el programa Joint Strike Fighter, también estudia opciones europeas en medio de las amenazas de Trump de imponer más aranceles y sugerir reiteradamente la posible anexión de este país por vía de la fuerza económica.
Aunque los primeros 16 cazas F-35 que Canadá ya habría cancelado podrían ser aceptados, el Ministro de Defensa, Bill Blair, sugirió que las 72 unidades restantes podrían cancelarse, abriendo la posibilidad de diversificar la flota aérea nacional con el Saab Gripen o el programa FCAS franco-alemán.

Sin embargo, la Real Fuerza Aérea Canadiense advierte sobre el alto costo logístico de operar una flota mixta, ya que implicaría diferentes regímenes de entrenamiento, hangares separados y una cadena de suministro más compleja.
Turquía y la apuesta por alternativas europeas
Turquía fue excluida del programa F-35 en 2019 tras adquirir los sistemas antiaéreos rusos S-400. Aunque ha intentado regresar al programa, el Eurofighter Typhoon ha ganado terreno como posible reemplazo de sus F-16. Particularmente después de que el Reino Unido ofreciera formalmente 40 unidades.

Recientemente, Alemania levantó su veto a la venta de estos aviones a Turquía, lo que podría abrir la puerta a una nueva alianza industrial con Europa. Reino Unido ya ha ofrecido a Ankara una serie de 40 caza-bombarderos Eurofighter Tranche 5, lo que refuerza la posibilidad de que Turquía termine optando por una alternativa europea en lugar de volver a depender de EE.UU.
La amenaza del software: ¿control de EE.UU. sobre los sistemas de combate?
Uno de los principales puntos de fricción es la falta de acceso al código fuente del F-35. Lockheed Martin no ha cedido este control a ningún aliado, lo que significa que todas las actualizaciones y modificaciones requieren aprobación de Washington. Incluso en el caso de que un país pretendiese integrar sus propios sistemas de armas o radares a la aeronave.
El código fuente es el núcleo del software del avión y regula sus sistemas más cruciales. Si esta información se filtrara o fuera modificada, la seguridad del programa podría verse comprometida, dando a rivales como China o Rusia la oportunidad de identificar y explotar vulnerabilidades en combate. Sin acceso al código fuente, los aliados que operan el F-35 dependen del gobierno estadounidense para el mantenimiento, actualizaciones y modificaciones del software.

La decisión de Trump de cortar asistencia militar clave a Ucrania ha aumentado los temores en Europa sobre la dependencia de tecnología militar estadounidense y la posible existencia de un “interruptor de desactivación» que Washington podría usar para inutilizar las armas si las cosas no encajan según sus intereses.
La autonomía militar europea ¿una tendencia en curso?
Las decisiones de estos aliados de revisar la posible adquisición del F-35 reflejan una tendencia creciente dentro de la OTAN: varios países de la alianza están priorizando el desarrollo de capacidades de defensa autónomas, ya sea mediante proyectos nacionales o en consorcios europeos fuera de la influencia estadounidense. El aumento de iniciativas como el FCAS franco-aleman, el nuevo Eurofighter Typhoon Tranche 5 o los programas Kaan de Turquía, y el GCAP Italo-británico, representan un claro síntoma de que Europa busca consolidar una mayor independencia estratégica.

El dilema para los aliados de la OTAN es evidente: seguir confiando en la superioridad tecnológica de EE.UU., con el riesgo de una dependencia estratégica, o apostar por el desarrollo de capacidades propias, con un mayor costo y tiempo de implementación. Mientras tanto, el futuro de la posición del F-35 en Europa y le mercado internacional de armas sigue en juego.