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Guerra arancelaria y el dilema de India: entre el garrote de Trump y la sombra de China

La guerra arancelaria de Trump ha puesto a la India en una situación de gran complejidad estratégica. Adherirse a la política estadounidense de aislar a China podría acarrear represalias que afecten su estabilidad y socaven sus planes de influencia regional.

Publicado el 25 de abril de 2025 por Facundo Galli Lobo
Guerra arancelaria y el dilema de India: entre el garrote de Trump y la sombra de China

Coexistir con grandes potencias jamás ha sido tarea sencilla. En especial si se trata de un país que limita geográficamente con una de ellas y, por ende, está obligado a no hacerle sentir que sus intereses estratégicos se encuentran amenazados.

Y aunque China lo niegue e insista reiteradamente en presentarse como un país del «sur global», su posición relativa frente a India y otros países de la región evidencia su incuestionable ascenso al estatus de potencia central en el sistema internacional.

La situación actual de India lo convierte en un actor altamente vulnerable a la evolución de las relaciones sino-estadounidenses. Por un lado, mantiene una fuerte dependencia económica respecto de China, al mismo tiempo que pretende acercar posiciones con Estados Unidos para limitar la influencia de Pekín en el Indo-Pacífico.

Entre la zanahoria y el garrote

El pasado 2 de abril, la administración Trump impuso un arancel «recíproco» del 26% sobre productos indios. ¿El objetivo? forzar a Nueva Delhi a renegociar los términos de intercambio comercial y lograr su alineamiento a los esfuerzos estadounidenses por aislar a China y reducir sus márgenes de asertividad internacional.

Aunque el mercado estadounidense representa el mayor destino de sus exportaciones, la economía de la India, según relata Bhim Bhurtel, no es más que «una línea de ensamblaje» dependiente en gran medida de insumos intermedios provenientes de China para su producción industrial. Desde el aprovechamiento de materias primas y equipos de capital hasta tecnología e inversiones chinas, India produce bienes finales que son dirigidos, en su gran mayoría, a los Estados Unidos. Esto último la convierte en un eslabón estratégico en el marco de los intereses económicos de ambos países.

En ese orden de cosas, Bhurtel también resaltó para Asia Times, que mientras durante su primer mandato Trump ofrecía la «zanahoria» para instar al traslado de inversiones estadounidenses desde Pekín hacia Nueva Delhi, en su segundo mandato ha optado más bien por blandir el «garrote» de los aranceles para forzar la voluntad de Narendra Modi.

Si bien se ha abierto un período de 90 días para renegociar los términos de intercambio, India ha dado un gesto de buena voluntad al prometer la eliminación de barreras arancelarias, comenzando por reducir los impuestos gravados sobre motocicletas Harley-Davidson y el whisky bourbon estadounidense. Incluso se ha anunciado la intención de aumenta la compra de productos energéticos y de defensa de origen estadounidense, en un intento por apaciguar a Trump.

No obstante, debido a su enorme dependencia económica y cercanía geográfica con China, la posibilidad de alinearse finalmente a los intereses de Washington podría traer consigo importantes riesgos contra su estabilidad y reputación internacional.

El poder de fuego chino

Durante 2024-2025, China representó más del 14% del comercio exterior de India, mientras que las exportaciones indias apenas significaron un 1,9% del comercio total chino, reflejando una fuerte asimetría. India importa una amplia gama de insumos industriales chinos que utiliza para ensamblar productos destinados principalmente a EE.UU. Este modelo, conforme señaló Bhurtel, la expone a significativas represalias si modifica sus actuales vínculos con Pekín.

China cuenta con diversas herramientas para presionar: podría imponer barreras arancelarias o técnicas que afecten exportaciones clave de India, como textiles, productos agrícolas o farmacéuticos. También puede restringir el acceso a insumos estratégicos como precursores químicos (de los cuales India depende en un 70%), componentes electrónicos y maquinaria industrial, paralizando sectores críticos de su economía nacional. Incluyendo su incpiente industria militar, de telecomunicaciones y startups.

Además, su influencia financiera podría frenar inversiones conjuntas (como las de Vivo, Suzhou Inovance y ZNShine) o bien limitar el acceso indio al crédito extranjero, especialmente en el marco del Banco Asiático para el Desarrollo o la Iniciativa de la Ruta y la Seda. Ya en 2020, tras restricciones impuestas por India, China recortó su financiación a startups y ralentizó transferencias técnicas.

 En el plano tecnológico, empresas como Huawei y ZTE siguen siendo fundamentales para el desarrollo de redes 5G y ciudades inteligentes en India, lo que abre otro frente de vulnerabilidad. Un embargo tecnológico afectaría la naciente industria india de chips y defensa, especialmente por su dependencia de componentes electrónicos chinos.

Finalmente, aunque India posee importantes reservas de tierras raras, carece de capacidad para procesarlas. Importa más del 40% de seis minerales críticos de China, país que controla el 87% del refinado global de tierras raras. Un embargo chino impactaría seriamente en los planes de India para expandir vehículos eléctricos, tecnología de defensa y farmacéutica.

Mientras tanto, Pekín también podría maniobrar diplomáticamente para aislar a Nueva Delhi en foros como BRICS+ y la OCS, al tiempo que fortalece su presencia en países vecinos a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Si el conflicto escala, advierte Bhim Bhurtel, China podría recurrir a tensiones fronterizas (como las de Galwan en 2020), operaciones navales en el Índico, ciberataques o incluso apoyo indirecto a rivales regionales como Pakistán o Myanmar, creando un escenario de presión multifrontal sobre India.

Los costes de la dependencia estratégica

En un escenario global cada vez más polarizado, India se ve forzada a caminar sobre una delgada línea. El intento de atraer inversiones y beneficios comerciales desde Washington podría costarle caro si desata la reacción de un socio tan poderoso como China.

En este juego de presiones cruzadas, cualquier movimiento en falso podría comprometer los planes de Narendra Modri para garantizar la estabilidad económica, garantizar la seguridad nacional y promover la proyección internacional de India. De hecho, el dilema indio, más que un problema bilateral, encarna las tensiones sistémicas del siglo XXI que alcanzan a un número cada vez mayor de actores y dimensiones de abordaje internacional.

Basado en el artículo de Bhim Bhurtel para Asia Times “Trump pushing India into high-stakes, high-risk China Clash” del 24 de abril de 2025.

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