India ha llevado a cabo la primera prueba de su misil balístico intercontinental Agni-V ICBM, con capacidad para lanzar múltiples ojivas nucleares a distintos objetivos militares. El misil probado tendría un alcance máximo de 5.000 kilómetros y la capacidad de alcanzar múltiples puntos separados entre sí por hasta 1.500 kilómetros. Esta tecnología le daría la capacidad de alcanzar casi la totalidad de China y todo Pakistán.
Con la reciente prueba, India se suma a un selecto club de países que poseen esta tecnología, siendo las otras naciones: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido; Pakistán ha anunciado que también la posee, pero no existe una verificación externa que lo confirme.
La capacidad de lanzar múltiples ojivas nucleares a la vez, conocido en inglés por sus siglas MIRV, es una tecnología desarrollada por primera vez en los años 1970 por los Estados Unidos. Con esta adquisición Nueva Delhi continua un camino de modernización militar iniciado hace varios años, que tiene como fin brindar a la actual quinta economía mundial, el hard power necesario para proyectar su nuevo estatus. El creciente ascenso indio se da en un contexto regional de histórico enfrentamiento con Pakistán, país con quien libró cuatro guerras desde su independencia. A su vez existe una creciente tensión con China por disputas fronterizas y la creciente influencia china en países que históricamente han formado parte de la zona de influencia india: Nepal y Bhutan.
Sin embargo, como hemos mencionado en anteriores publicaciones, la modernización de las Fuerzas Armadas tiene un problema estructural: una gran parte de los recursos disponibles son gastados en sueldos y pago de pensiones. Por ejemplo, en 2021, el ejército consumió el 56% del presupuesto de Defensa, pero solo utilizó el 18% del total en adquisiciones de nuevas capacidades militares.
Si analizamos los números desde el 2013, el presupuesto militar indio se duplicó, pero su participación como total del PBI cayó del 2,26% al 1,93%. Del presupuesto 2023, el 53% fue gastado en sueldos y pensiones, dejando el resto a dividirse entre gastos de funcionamiento y adquisiciones de nuevas capacidades.
La Armada india está tratando de modernizarse en un contexto de creciente hostilidad con Pakistán y China, pero tiene severas constricciones presupuestarias. Recientemente, en septiembre de 2022, India lanzó su primer portaaviones construido localmente, el INS Vikrant. No obstante, la tecnología del buque es casi obsoleta. Basándose en diseños soviéticos, el buque se comenzó a construir en 2009, y solo se pudo terminar 13 años después. En contraste, el nuevo portaaviones Shandong de China fue construido en tan solo 4 años. Por ello, los límites a los recursos disponibles ponen a la India en problemas para seriamente querer modernizar sus Fuerzas Armadas.
Con todo, Nueva Delhi es el tercer país que más va a gastar en Defensa en 2024, totalizando $81.000 millones de dólares. Este ascenso en el gasto refleja las aspiraciones a mediano plazo del establishment político indio, para adquirir capacidades que superen las necesarias para la guerra fría con Pakistán y permitan al país proyectar poder de forma más amplia.
La lógica se explica por el concepto introducido por el primer ministro Narendra Modi en 2014: Aatmanirbhar, o autosuficiencia en Defensa. Buena parte de los fondos destinados a las Fuerzas Armadas buscarán adquirir no solo aviones caza y submarinos extranjeros, sino brindar contratos a productores de armas locales dentro del plan estatal “Make in India”.
El desafío a futuro se centra en lograr una mayor eficiencia en el gasto para generar un impacto real en el aumento de capacidades militares que el país desea tener.