El pasado 8 de junio, la empresa alemana ThyssenKrupp AG y la india Mazagon Dock Shipbuilders Limited (MDL) firmaron un memorándum de entendimiento para producir seis submarinos a diésel para la Armada india. El proyecto se enmarca en un proceso de modernización de las Fuerzas Armadas indias, el cual tiene previsto destinar 89.000 millones de dólares en Defensa en 2028, un claro aumento con respecto a los 73.000 millones que se destinarán en 2023. Sin embargo, los planes de modernización esconden problemas estructurales del gasto en defensa.
Los nuevos submarinos anunciados vendrían a sumarse a la flota de 16 submarinos a diésel que el país posee actualmente. A este respecto, India está operando por debajo de lo que su Armada considera como un mínimo operacional de 24 submarinos. Aún más, 10 de los que están en servicio, tienen más de 30 años de antigüedad, acercándose al fin de su vida útil.
El proyecto anunciado tendrá un costo de 5.200 millones de dólares, y se suma a la idea de Nueva Delhi anunciada en 2018, que busca construir localmente seis submarinos nucleares. Según las estimaciones de especialistas, el diseño de los mismos no estaría listo hasta 2030, entrando las primeras unidades en servicio en 2035.
La modernización de las Fuerzas Armadas tiene un problema estructural: una gran parte de los recursos disponibles son gastados en sueldos y pago de pensiones. Por ejemplo, en 2021, el ejército consumió el 56% del presupuesto de Defensa, pero solo utilizó el 18% del total en adquisiciones de nuevas capacidades militares. Si analizamos los números desde el 2013, si bien el presupuesto militar indio se duplicó, su participación como total del PBI cayó del 2,26% al 1,93%. Del presupuesto aumentado de 2023, el 53% será gastado en sueldos y pensiones, dejando el resto a dividirse entre gastos de funcionamiento y adquisiciones de nuevas capacidades.
La Armada india está tratando de modernizarse en un contexto de creciente hostilidad con Pakistán y China, pero tiene severas constricciones presupuestarias. Recientemente, en septiembre de 2022, India lanzó su primer portaaviones construido localmente, el INS Vikrant. No obstante, la tecnología del buque es casi obsoleta. Basándose en diseños soviéticos, el buque se comenzó a construir en 2009, y solo se pudo terminar 13 años después. En contraste, el nuevo portaaviones Shandong de China fue construido en tan solo 4 años. Por ello, los límites a los recursos disponibles ponen a la India en problemas para seriamente querer modernizar sus Fuerzas Armadas.
En el contexto de la guerra en Ucrania, Alemania y Occidente en general están apoyando a sus industrias armamentísticas a ofertar proyectos para India, con vistas a reducir la dependencia histórica india, primero, con la Unión Soviética y, luego, con Rusia. Las intenciones de India de aumentar sus capacidades militares son vistos por muchos países de Occidente de forma ambivalente puesto que India ha desplegado una política exterior autónoma con respecto a la guerra en Ucrania. En el mediano plazo, Nueva Delhi debe reformar la estructura de su gasto en defensa para poder dar sustento presupuestario real a un proceso que lo lleve a aumentar sus capacidades militares.