El pasado viernes 18 de octubre se celebró en Estambul la tercera reunión de la Plataforma de Cooperación para el Cáucaso del Sur, también conocido como “3+3”, debido a la presencia de las 3 potencias clave en la región (Irán – Rusia – Türkiye) y los 3 Estados caucásicos (Armenia – Azerbaiyán – Georgia).
La participación del Ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, de carácter reformista y más conciliador que su predecesor, revela que la República Islámica no abandona su injerencia en los asuntos del Cáucaso pese a los recientes ataques contra Israel.
Con la opinión pública mundial concentrada en la escalada en Oriente Medio y más específicamente Tel Aviv, parecería que Teherán relegaba el Cáucaso a un segundo plano. Sin embargo la República Islámica se encuentra redoblando sus esfuerzos para mantenerse como una de las 3 potencias regionales del Cáucaso del sur, y el contexto no podría ser más favorable para aumentar su influencia.
El escenario geopolítico de la región del Cáucaso comprende un complejo tablero de ajedrez en el que se ven involucrados importantes actores de la escena mundial: desde una Rusia en el ojo de la tormenta por la guerra en Ucrania y una Turquía en ascenso, Irán se hace presente en la lucha regional de dos estados enemistados desde el fin de la guerra fría: Armenia y Azerbaiyán.
Este conflicto marcó también la agenda de la reunión en Estambul: trabajar en un proceso de paz entre Ereván y Bakú, contando con la presencia de los Ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Jeyhun Bayramov de Azerbaiyán y Ararat Mirzoyan de Armenia.
A diferencia de Irán, la Federación Rusa se ha visto obligada a reducir su intervención en la región debido al conflicto en Ucrania, como se vio en el resultado de la guerra del Nagorno Karabaj en 2020 y 2023. La Organización para el Tratado de la Seguridad Colectiva, organismo de defensa creado por Rusia, fue incapaz de asistir a Armenia frente a las incursiones Azeríes en su territorio, motivo por el cual Ereván ha puesto en duda la eficacia de la organización.
Entre una Rusia que se desliga de sus responsabilidades en la región y una Turquía que mantiene una alianza estratégica con Azerbaiyán, la única opción para Armenia de los 3 poderes regionales es Irán. Además de la venta de armamento, la República Islámica se comprometió a mantener la integridad territorial de Armenia y sus rutas comerciales terrestres, cerradas por Turquía y Azerbaiyán.
Aunque la actividad de Irán en la región se caracteriza por el pragmatismo, la presencia de una importante minoría azerí en el norte de Irán tensa las relaciones entre Bakú y Teherán al tiempo que israel apoya militarmente al estado azerí, dando a la República Islámica motivos para acercarse a una Armenia enemistada con Rusia y con occidente en partes iguales, aunque eso no impide que Ereván intente acercarse a EEUU o solicitar su ingreso a la Unión Europea.
Rusia tampoco es ajena a las ambiciones de Teherán: Las fuertes sanciones impuestas por occidente desde el inicio de la contienda en Ucrania llevaron a Moscú a aumentar sus importaciones de Irán: principalmente piezas de repuesto para vehículos militares, pero que también incluye misiles balísticos, que Irán espera intercambiar por los aviones de combate Su-35 rusos. Con nuevas sanciones por parte de EEUU a Teherán, se consolida la relación entre dos estados considerados revisionistas y opuestos a occidente.
Sin embargo, la penetración iraní en el Cáucaso es ajena al plano militar. En línea, el gobierno islámico impulsó una agenda de acercamiento a los mercados de la Unión Económica Euroasiática (organización dominada política y económicamente por Rusia, pero que incluye a Armenia) a través del fortalecimiento de los vínculos económicos con Erevan, motivando aún más la relación pragmática entre los dos países.
Concretamente, la cooperación económica fue un gran eje de discusión en la reunión de Ministros en Estambul, específicamente sobre el corredor de Zangezur, un paso terrestre que permite a Azerbaiyán conectar con el territorio de Najicheván (conquistado a Armenia en 2020) y que constituye una conexión con Turquía, además de unir de manera estratégica Asia Central y Europa. La concreción de este corredor, sin embargo, cerraría la conexión terrestre entre Irán y Armenia, por lo que Teherán manifestó activamente su compromiso a que Erevan tenga el control del mismo.
Un análisis de estás últimas actividades por parte de Irán demuestra un compromiso a mantenerse como un actor regional de peso, a la par que mantiene su perfil como estado revisionista y anti occidental en el plano internacional, cercenando la influencia de EEUU en países como Armenia y Georgia. Estos Estados caucásicos se ven atrapados entre la búsqueda del apoyo de occidente o ceder a la presión (o cooperación) de alguna de estas potencias regionales.
¿Qué consecuencias puede traer la reciente escalada con Israel para la política iraní en el Cáucaso?
En primer lugar, un afianzamiento del eje Moscú-Irán en lo relativo a cooperación técnico-militar, motivado por las sanciones y el aislamiento internacional. Contribuye también a un apoyo más explícito a la causa armenia en la disputa del Nagorno-Karabaj.
A pesar de sus múltiples frentes abiertos con Israel y las sanciones occidentales, Irán continúa una política exterior firme en la región, donde los conflictos existentes y el nuevo balance de poder entre potencias motivan a la República Islámica a mantenerse en las negociaciones sobre una región tan compleja.
En tanto, resta ver si la injerencia Iraní en el conflicto de Armenia y Azerbaiyán aumenta las tensiones o sienta la posibilidad de un acuerdo de paz entre ambos países.
Por Ignacio Martínez – Licenciado en Relaciones Internacionales.