En el marco del 70° aniversario del vínculo estratégico entre la República de Corea y Estados Unidos, los líderes de ambos países parecen haber puesto sobre la mesa la capacidad disuasiva de Seúl.
En este sentido, cabe recordar que la Casa Azul debe respetar el Tratado de No Proliferación (NPT), cuyo objeto es la contención nuclear, desarme y regulación del uso pacífico de la energía nuclear. Durante la década en la cuál se firma el NPT, Corea del Sur se encontraba bajo el gobierno autoritario de Park, quien en su momento intentó desplegar la capacidad nuclear de Seúl en respuesta a la amenaza norcoreana. Sin embargo, la presión estadounidense contuvo las intenciones del líder surcoreano.
Si bien la provocación desde Pyongyang sigue siendo una realidad, un proyecto de desarrollo nuclear desde Seúl parece ser impensable. En esta dirección, Yoon Suk-yeol reafirmó su compromiso con el NPT. Sin embargo, esto no quita que la Casa Azul no pueda cooperar en materia de seguridad y disuasión con Washington, lo cual se ha vuelto vital dada la maximización de los despliegues y ensayos misilísticos desde el norte de la península coreana.
La reunión entre los presidentes Yoon Suk-yeol y Joe Biden ha sido el punto de origen para el fortalecimiento de nuevas medidas de cooperación y contención para la región del Asia Pacífico.
En primer lugar, este acercamiento dio origen al Grupo Consultivo Nuclear, el cual pretende dar una mayor participación a Seúl en la estrategia nuclear de Estados Unidos. Este compromiso, no obstante, no abarca la posibilidad de que Washington envíe armas nucleares a Corea.
“La declaración va más allá de lo que podría caracterizarse como intercambio nuclear… para abordar el objetivo más fundamental de desarrollar un enfoque conjunto para la planificación militar y la operación en contingencias nucleares, incluso a través de nuevos ejercicios y simulaciones para mejorar la preparación operativa“. dijo un funcionario surcoreano, pidiendo no ser identificado, para The Korea Herald.
Por su parte, ante el medio Yonhap un funcionario estadounidense señaló que “la Declaración de Washington es el compromiso de disuasión extendida más fuerte de Estados Unidos hasta la fecha con la República de Corea“.
El think tank Council on Foreign Relations reveló que el 70% de los surcoreanos apoyan la nuclearización de su país. El temor y nacionalismo surcoreano ha generado grandes presiones internas en materia de seguridad frente a un escenario que ya se encuentra agitado a nivel regional. No obstante, el presidente surcoreano rechazó cualquier proyecto de nuclearización unilateralmente en Seúl, a miras de no poner en peligro la alianza con Estados Unidos.
Es por esto que la política exterior ha sido un factor clave en la gestión interna del gobierno de turno surcoreano. Kim Tae-hyo, asesor adjunto de seguridad nacional de Corea del Sur, indicó que está cooperación con la Casa Blanca debía asegurar que el pueblo surcoreano sintiera que “está compartiendo armas nucleares con Estados Unidos“.
Este programa de seguridad probablemente podría desencadenar una rabia aún mayor que el actual en el gobierno de la República Popular Democrática de Corea. Como la política ofensiva norcoreana suele ser presentada por los medios oficiales como una respuesta ante el avance occidental en la región, esta medida podría acelerar los esfuerzos del gobierno de Kim Jong Un por imponerse en la península coreana. Por el contrario, también podría atenuar estos esfuerzos, si la estrategia conjunta de Washington y Seúl se vuelve lo suficientemente intimidante.