El Riesgo País es un índice fundamental en el mundo de las finanzas internacionales, tanto para el sector privado como para el público. El índice proporciona una evaluación de la estabilidad económica y financiera de un país en particular, brindando información vital a la hora de tomar decisiones y gestionar los riesgos. Por otro lado, el Riesgo Soberano se limita a evaluar a un estado para analizar la posibilidad de impago que tiene un bono emitido por éste.
Para comprender esto, debemos saber que los Estados y las empresas pueden emitir bonos en el mercado privado de capitales como mecanismo para obtener financiamiento. En general, éstos son vendidos en el mercado a un determinado precio, con la promesa de la devolución de lo invertido más un interés, en un plazo y a una tasa previamente determinada.
¿Quiénes lo miden?
El Riesgo Soberano es medido por las Agencias Calificadoras de Riesgo (ACR), las cuales emiten su calificación en una escala que va de AAA, los más confiables, hasta C, los que tienen dudosa probabilidad de pago, aunque, en último lugar, utiliza la calificación D para los defaulteados. De la misma manera, los bonos que emiten las empresas son calificados por las ACR en la misma escala.
Por otro lado, el Riesgo País es medido no solo por las ACR, sino también por otros actores, como los organismos multilaterales o los bancos. Actualmente, el más importante, y el que se suele ser tomado como punto de referencia, es el banco estadounidense JP Morgan, que utiliza el índice EMBI+ (Emerging Bond Index Plus).
¿Cómo se miden?
Para medir el Riesgo País y el Riesgo Soberano se utilizan indicadores tanto cualitativos como cuantitativos. Recordemos que las ACR emiten una opinión educada, la cual no constituye ni una garantía ni un indicador absoluto; es decir, aceptan que pueden cometer errores y que no se constituyen como ninguna garantía de inversión, lo que les permite evitar cualquier tipo de responsabilidad civil.
Para el Riesgo Soberano, se tienen en cuenta dos grandes factores: por un lado, el riesgo económico, asociado a la capacidad de pago, y, por el otro, el riesgo político, asociado a la voluntad de pago. A modo de ejemplo, seguiremos la metodología de S&P Global como parámetro, teniendo en cuenta que quienes califican este riesgo utilizan indicadores similares.
S&P toma cinco áreas claves para determinar la calidad crediticia de un estado emisor, a saber:
- Evaluación institucional, que consiste en una opinión sobre cómo la formulación de políticas afectan a los instrumentos crediticios; es decir, la formulación de finanzas públicas sostenibles que promuevan el crecimiento y que puedan responder a shocks económicos y políticos.
- Evaluación económica, u opinión sobre el nivel de ingresos del país medido en base a su PIB per cápita, bases tributarias y de fondeo, expectativas de crecimiento, y la diversidad económica y volatilidad.
- Evaluación externa, que se refiere a las transacciones y a la posición de todos los residentes, tanto del sector público como del privado, frente al resto del mundo. Además, analiza la opinión sobre la liquidez externa del país, que ofrece una indicación de la capacidad de la economía para generar las divisas necesarias para cumplir con sus obligaciones.
- Evaluación fiscal, que refleja la opinión sobre la sustentabilidad de los déficits y el nivel de deuda, considerando la flexibilidad fiscal, la estructura de la deuda y el acceso al financiamiento, así como los riesgos potenciales derivados de los pasivos contingentes.
- Evaluación monetaria, u opinión sobre la capacidad de las autoridades monetarias de un Estado soberano para cumplir su mandato, al mismo tiempo que sostiene una economía balanceada y mitiga el impacto de grandes shocks económicos o financieros. Aquí se encuentran elementos como el régimen de tipo de cambio y la credibilidad de la política monetaria.
A partir de una evaluación detallada de éstas áreas, se mide cual es la posibilidad de que un Estado incurra en impagos de deuda.
Por su parte, el Riesgo País es un índice más abarcativo que se mide en puntos básicos. A partir de una evaluación de distintos indicadores cuantitativos y cualitativos, similares a los recientemente presentados, la organización correspondiente se encarga de medir cuál es la sobretasa que un Estado debe pagar al emitir deuda en el mercado privado de capitales, teniendo en cuenta que cada 100 puntos básicos un país debe pagar 1% más con respecto a la tasa que los bonos más seguros del mundo que se toman como parámetro: los bonos del tesoro de Estados Unidos.
A modo de ejemplo, en el día de la fecha, viernes 7 de julio, Brasil tiene un Riesgo País de 259 puntos, por lo que, en caso de emitir un bono en el mercado privado de capitales, deberá pagar, al menos, 2,59% más de lo que paga un bono de los Estados Unidos, que actualmente pagan aproximadamente un 4% a 10 años.
¿Qué impactos tienen?
Los impactos del índice de Riesgo País son múltiples, ya que afecta no solo al sector público de un país, sino también al sector privado. Para comprender esto, primero hay que tener en cuenta un principio básico de la economía y de las finanzas, el cual sustenta que “a mayor riesgo, mayor ganancia”. Por consiguiente, cuando un país es considerado de alto riesgo, los inversores exigen una mayor compensación por invertir en él. Siguiendo a S&P, podemos decir que la capacidad operativa de una empresa está directamente influenciada por la situación financiera de su país de origen.
En este aspecto, es importante tener en cuenta que el principal impacto del Riesgo País es la elevada tasa de interés que debe pagar el emisor en dólares, generando una gran la dificultad para el sector público y privado de tomar deuda en el exterior, lo cual en muchos casos es necesario para financiar proyectos e impulsar el crecimiento o afrontar una crisis.
Al mismo tiempo, tener un nivel alto de Riesgo País genera una influencia negativa a la llegada de inversiones extranjeras al país, lo que contribuye al crecimiento y a la creación de puestos de trabajo.
En síntesis, el Riesgo País y el Riesgo Soberano desempeñan un papel importante en las finanzas internacionales. Su evaluación adecuada permite a los inversores y gobiernos comprender los riesgos y oportunidades asociados a un país en particular.