El último inconveniente con relación a este asunto se produjo el jueves 1 de junio de 2023, cuando el Departamento de Estado de Estados Unidos informó que el país dejó de notificar a las autoridades rusas sobre el “estado y la ubicación” de su armamento nuclear, tal como se había acordado previamente entre ambas naciones. Esto abre la pregunta sobre si esta acción constituye o no un peligroso incumplimiento de lo acordado que pone en riesgo la paz mundial.
Para responder a este interrogante, primero debemos comprender qué son y qué comprenden los acuerdos conocidos como START (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas). Los acuerdos de reducción de armas nucleares estratégicas son convenios bilaterales celebrados entre Estados Unidos y Rusia, cuyo objetivo es limitar y reducir sus arsenales nucleares estratégicos.
Básicamente, se firmaron cuatro acuerdos que se identifican con diferentes nombres en distintos períodos. El primero de ellos fue el Tratado de Limitación de Armas Nucleares (Strategic Arms Limitation Talks – SALT I), firmado en 1972. Se trata del tratado más importante celebrado entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética (ahora Rusia) para frenar la carrera armamentista nuclear en la que ambos países estaban inmersos. Este acuerdo estableció límites precisos en misiles balísticos intercontinentales (ICBMs) y misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBMs) desplegados por estas naciones en sus territorios y áreas de influencia respectivas.
Sin embargo, el tratado llegó a su fin principalmente debido a varios factores y eventos que tuvieron lugar a finales de la década de 1990 y principios de la década de 2000, como la transformación política y económica acontecida en Rusia, que generó cambios en su postura y enfoque hacia el control de armas.
El segundo acuerdo fue el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (conocido como START I), firmado en 1991 y entrado en vigor desde 1994. Este convenio estableció límites aún más específicos para los sistemas de armas nucleares estratégicas desplegadas. Por primera vez, además de las especificaciones habituales sobre la cantidad de ICBMs y SLBMs, se redujo el número y la disposición de los bombarderos pesados con capacidad nuclear. También incluyó medidas sustanciales de verificación y transparencia. El tratado tenía previsto una vigencia de 15 años, pero antes de su expiración en 2009, se llegó a un nuevo acuerdo para dar continuidad a la tarea de limitar y reducir los arsenales nucleares.
Así se estableció el Tratado START II, firmado en 1993, que autorizó a ambos países a poseer y modernizar una cantidad menor de sistemas, con una reducción significativa en el número de cabezas nucleares y lanzadores de misiles de tipo estratégico.
Luego de la expiración del START II, el tratado que lo sucedió con el mismo propósito fue el START III, conocido también como Nuevo START (New START), firmado en 2010, y aún vigente. Este acuerdo estableció límites aún más bajos para los sistemas de armas nucleares estratégicas desplegadas y aumentó las disposiciones de verificación y transparencia.
Sin embargo, su funcionalidad en los últimos tiempos ha sido cuestionada debido a diversas acciones. Se han presentado obstáculos para su funcionamiento especialmente en los últimos dos años. Por lo tanto, podemos afirmar que los objetivos de reducir el armamento nuclear de ambas naciones están en crisis debido a los intereses derivados de los deseos unilaterales de Estados Unidos y Rusia, además de las acciones geopolíticas que han llevado a cabo hasta el momento.
En el pasado, tanto Estados Unidos como Rusia han apoyado en general el Tratado START y han trabajado bastante bien para cumplir con sus disposiciones. Sin embargo, en la actualidad, hemos observado numerosas tensiones y desacuerdos sobre cuestiones relacionadas con su implementación, particularmente en cuanto a la observancia e interpretación de lo establecido en el tratado, lo cual pone en peligro su propósito original.
En la actualidad, la guerra en Ucrania arroja la sombra más grande sobre el funcionamiento de este Nuevo START. El primer paso en contra de lo acordado lo dio el presidente Vladimir Putin al suspender la participación rusa en las actividades de verificación y control de armas nucleares el pasado martes 21 de febrero. Poco después, Moscú advirtió a Washington que había puesto en servicio armas nucleares estratégicas nuevas con base terrestre, y finalmente, dio la estocada final al ordenar el despliegue de estos sistemas en territorio de Bielorrusia.
A la luz de lo analizado, consideramos que, si bien la respuesta de Estados Unidos se ha retrasado para evitar confrontaciones adicionales con Rusia, finalmente se ha decidido dejar de cumplir lo acordado, tal como lo ha hecho el Kremlin. En este sentido, queda claro que, a medida que Estados Unidos y Rusia redefinen sus posiciones como actores globales, las negociaciones sobre el control de armas se vuelven cada vez más complejas y caen en una lamentable inacción.
Por lo tanto, podemos afirmar que la negativa de Estados Unidos a proporcionar información a Rusia sobre sus armas nucleares constituye una grave infracción del Nuevo START, que se suma a una larga cadena de incumplimientos por parte de ambas partes, lo cual aumenta la tensión y dificulta los esfuerzos por alejar el fantasma de una guerra nuclear.
Dada la gran repercusión que tiene la neutralización de lo acordado en el acuerdo Nuevo START para el mundo en general, es extremadamente importante que todos los organismos responsables del mantenimiento de la paz y la seguridad internacional sigan las actualizaciones y las noticias más recientes sobre la postura y las acciones tanto de Estados Unidos como de Rusia en relación con las violaciones del Tratado START, y promuevan acciones para fomentar su cumplimiento. El futuro de nuestro planeta podría depender de ello.