El declive en el número de hijos por mujer ha comenzado a frenar el crecimiento poblacional global, que actualmente supera los ocho mil millones de personas, y es posible que comience a decrecer en las próximas décadas.
Este sería el primer descenso demográfico a nivel mundial desde la pandemia de la Peste Negra en el siglo XIII, que diezmó a cerca de 50 millones de personas, aproximadamente un tercio de la población europea de la época.
Desde entonces, este es el único episodio de reducción poblacional registrado, durante el cual se estima que la población mundial pasó de alrededor de 400 millones a 350 millones de habitantes.
Para mantener el crecimiento poblacional, se considera que las mujeres deben tener en promedio 2,1 hijos, lo que se conoce como la “tasa total de fertilidad”. Sin embargo, en 2021 esta tasa se situó en 2,23 a nivel mundial.
Los expertos señalan que esta tendencia ha estado en declive constante, ya que ha disminuido desde 4,84 en 1950, y se pronostica que alcanzará 1,83 en 2050 y 1,59 en 2100.
Esto implica que para 2050, 155 de los 204 países tendrán tasas de natalidad por debajo del nivel necesario para mantener el tamaño de la población.
Para 2100, esta cifra aumentará a 198 países, representando el 97% de la población mundial, y la región del África subsahariana será responsable de más de la mitad de los nacimientos.
En 13 países, incluyendo Corea del Sur, Bosnia y Herzegovina, y Bután, se espera que las mujeres tengan menos de un hijo en promedio.
En el Reino Unido, al igual que en otros países de ingresos elevados, la tasa de fertilidad es notablemente baja, registrando solo 1,49 en el año 2021.
Este índice ha descendido desde 2,19 en 1950 y se proyecta que continuará disminuyendo a 1,38 y 1,30 en los próximos 25 y 75 años, según indican los investigadores.
Esta tendencia provocará un desequilibrio progresivo en la distribución demográfica, con un aumento significativo de la proporción de personas mayores en la población actual de aproximadamente 67 millones, antes de iniciar un descenso conforme fallecen las generaciones mayores, a menos que haya una afluencia considerable de migrantes.
La reducción en las tasas de natalidad en Gran Bretaña ya está teniendo repercusiones palpables, como evidencian datos recientes que muestran una disminución en la demanda de plazas escolares en instituciones primarias y secundarias, que antes solían ser muy solicitadas.
Además, cada vez más mujeres optan por la congelación de óvulos, un procedimiento que ha generado atención mediática recientemente, con líderes en salud instando a las clínicas de fertilidad a proporcionar claridad sobre las probabilidades de éxito.
Recientemente, Miriam Cates, diputada conservadora, expresó su preocupación de que las mujeres estén siendo “explotadas” por la “falsa promesa” de la congelación de óvulos y les instó a no esperar demasiado para tener hijos.
Los expertos advierten que las consecuencias de esta disminución de la población serán “enormes” para la sociedad, ya que la proporción de personas mayores superará a la de jóvenes, aumentando la presión sobre los servicios de salud y la fuerza laboral.
Para el año 2100, solo 26 países tendrán tasas de natalidad que superen la tasa de mortalidad, y “la mayoría del mundo experimentará un descenso natural en la población”.
Además, es posible que se produzca un aumento en la inmigración procedente de países donde aún se registra un “baby boom”, con el fin de cubrir la escasez de mano de obra, lo que requerirá una gestión cuidadosa, según concluyen los investigadores.
La Dra. Natalia Bhattacharjee, quien es coautora del estudio y científica investigadora principal del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la Universidad de Washington, Estados Unidos, afirmó que la disminución en las tasas de fertilidad “alterará por completo la economía mundial y el equilibrio de poder internacional, y requerirá la reestructuración de las sociedades”.
El Profesor Stein Emil Vollset, autor principal del IHME, señaló que el mundo está “enfrentando un cambio social sorprendente a lo largo del siglo XXI”.
Afirmó: “En muchos aspectos, la disminución de las tasas de fertilidad es una historia de éxito, que refleja no solo una mejor accesibilidad y disponibilidad de anticonceptivos, sino también el hecho de que muchas mujeres eligen retrasar o tener menos hijos, así como una mayor acceso a la educación y oportunidades laborales”.
Los investigadores utilizaron métricas clave como la educación de las mujeres, el uso de anticonceptivos, la mortalidad infantil y la urbanización para proyectar los cambios en las tasas de fertilidad, si bien estas predicciones podrían verse afectadas por políticas locales y eventos globales como pandemias y conflictos bélicos.
La Profesora Melinda Mills, directora de la unidad de ciencias demográficas de la Universidad de Oxford, expresó: “La reducción y el envejecimiento de la población demandan preparación y reestructuración de las sociedades”.