Las reservas de petróleo han alcanzado su nivel más bajo desde los años ochenta, lo que supone otro problema para la administración Biden. Desde el gobierno afirman que se trata de un problema operativo de almacenamiento.
El secretario de energía, David Turk, explicó que las limitaciones físicas y el mantenimiento de la red de cavernas subterráneas a lo largo de la costa del Golfo de Estados Unidos están limitando la cantidad que el Departamento de Energía puede comprar a 3 millones de barriles al mes: “Ese es el límite físico de cuánto podemos comprar” dijo el secretario en una entrevista.
Al principio de su mandato, el actual presidente Joe Biden se encontró con la Reserva Estratégica de Petróleo (REP) prácticamente llena, albergando 638 millones de barriles, de los 713 que puede almacenar, luego de que Trump priorizara la independencia energética y los precios bajos, dejando a un lado la agenda ecologista.
No obstante, en un intento de bajar los precios del combustible, Biden autorizó la liberación de alrededor de 260 millones de barriles, siendo la mayor reducción en la historia de la REP. Muchos cuestionan esta decisión, teniendo en cuenta la cantidad de energía que consumen los norteamericanos. Según la Administración de Información Energética (EIA), Estados Unidos consumió aproximadamente 20 millones de barriles al día en 2021, siendo alrededor de 7.260 millones de barriles consumidos en un año.
Es importante destacar que dicha reserva se crea luego de la denominada Crisis del petróleo de 1973, con el fin de almacenar suministros de petróleo para ser usados en contextos adversos. Sus reservas pueden ser utilizadas si el presidente determina que hubo una interrupción del suministro, o bien para cumplir con las obligaciones de programas de energía internacionales.
Luego de liberar semejante cantidad de barriles de la reserva, en pos de estabilizar los precios del combustible, los intentos para reponer dichos barriles han sido infructuosos. Dos de las cuatro ubicaciones donde se almacena el petróleo, ubicados en Texas y Luisiana, están bajo mantenimiento y cuentan con un programa de modernización con sobreprecios y atrasado en la agenda, cotizando en 1.4 mil millones de dólares.