El pasado 17 de agosto, un tiroteo interrumpió la caravana de cierre de campaña del candidato presidencial de la alianza ADN, Daniel Noboa Azín, quien no resultó herido.
El ministro del Interior, Juan Zapata, y posteriormente la Policía Nacional, descartaron que el ataque hubiera sido dirigido al candidato, quien, al igual que otros aspirantes a la presidencia, usa regularmente un chaleco antibalas debido a los repetidos ataques a políticos que han ocurrido recientemente.
No obstante, Noboa desestimó esta afirmación asegurando que el atentado fue dirigido a la caravana y que el “el amedrentamiento y el miedo no tienen cabida en el país que queremos y por el que estamos comprometidos a cambiar de una vez por todas“. Por esta razón, el candidato continuó con la caravana y su respectivo cierre de campaña.
Otra catástrofe sucedió el 14 de agosto, cuando Pedro Briones, dirigente de la Revolución Ciudadana en la provincia de Esmeraldas, movimiento político liderado por el expresidente Rafael Correa, fue asesinado por un impacto de bala. Este trágico suceso ocurrió menos de una semana después del asesinato del candidato presidencial, Fernando Villavicencio.
Los ecuatorianos acudirán a las urnas este domingo para elegir anticipadamente a su próximo presidente y a asambleístas, luego de que Guillermo Lasso decretara una “muerte cruzada” y disolviera la Asamblea Nacional. En medio de una crisis de violencia, la seguridad se ha convertido en el factor fundamental a la hora de que los ecuatorianos elijan a su futuro mandatario.