Las Agencias Calificadoras de Riesgo (ACR) son instituciones financieras privadas que se encargan de realizar evaluaciones de riesgo sobre diversos instrumentos financieros públicos o privados, a través de calificaciones (o ratings). Su objetivo central es la determinación de la solvencia de los activos para facilitar la toma de decisiones de los inversores.
En la actualidad, se trata de un mercado oligopólico, puesto que las tres empresas más importantes concentran el 90% de los ingresos vinculados al mercado de la calificación de activos. Estas tres instituciones, Fitch Ratings, Standard and Poor’s y Moody’s, surgieron en los Estados Unidos.
¿Qué evalúan?
Las agencias calificadoras evalúan “la probabilidad de que un emisor cumpla con sus obligaciones financieras en tiempo y forma”. Para ello, utilizan variables de tipo cuantitativas y cualitativas según el tipo de instrumento que vaya a calificar.
A grandes rasgos, las cuantitativas están vinculadas a variables económicas, como el stock de deuda externa e interna, la deuda pública y privada, las tasas de interés y las cuentas fiscales, entre otras; y a variables sociales, como la pobreza, la distribución del ingreso y la desocupación. Por su parte, las cualitativas están mayormente vinculadas a cuestiones políticas, como la estabilidad y confianza en las instituciones o el consenso interno.
Las ACR proveen información estandarizada y, luego de las evaluaciones pertinentes, emiten una opinión educada, que “no constituye una garantía ni un indicador absoluto, pero es una herramienta crucial para los inversionistas en el proceso de toma de decisiones”. Esta opinión se expresa en una calificación al instrumento, que va desde AAA, la mayor calificación, que refleja una capacidad extremadamente fuerte de cumplir con las obligaciones financieras, hasta la D, que implica el incumplimiento de pago de obligaciones financieras.
En el siguiente cuadro, podemos ver cómo las agencias tienen escalas similares, en donde AAA, AA, A, y BBB, hacen referencia a instrumentos de inversión, por el bajo riesgo, mientras que los activos de BB hacía abajo, se califican como instrumentos especulativos, ya que el riesgo es considerablemente mayor.
Las ACR tienen el fin de brindar transparencia al mercado y generar información que facilite la toma de decisiones de los inversores. Es decir, buscan brindar un servicio de asesoramiento al inversor, ya que, con la lectura de un breve resumen y su calificación, este puede ver qué tan confiable es un instrumento. Al mismo tiempo, permite al emisor buscar una calificación que haga más atractivo su activo.
Las agencias evalúan todo tipo de activos, por lo que califican tanto bonos como acciones. En el caso de los bonos es interesante de ser mencionado, ya que para elaboran una serie de índices relevantes, como el riesgo soberano, que mide la posibilidad de que un Estado decida incumplir con el pago o suspenda el servicio de la deuda, o que la renegocie, o el riesgo país, un índice más complejo y abarcativo, muy importante para los Estados.
¿Son seguras las calificaciones?
En primer lugar, resulta fundamental resaltar que las calificaciones son abonadas por los emisores de los instrumentos. Esta circunstancia, sumada a la naturaleza oligopólica del mercado, puede propiciar un incentivo para otorgar calificaciones favorables con el objetivo de captar una mayor clientela.
En segundo lugar, si bien es cierto que se supone que tienen una integridad y reputación por mantener, la estructura oligopólica genera que haya escasa competencia, y los marcos regulatorios no generan demasiados incentivos para realizar calificaciones de calidad.
Finalmente, es importante recordar que las ACR son muy claras al expresar que emiten una opinión, es decir, aceptan que pueden cometer errores y que no se constituyen como ninguna garantía de inversión. Esto les permite evitar cualquier tipo de responsabilidad civil. Un hecho que dejó claro esto fue la crisis financiera del 2008, en donde las ACR calificaban los activos respaldados en hipotecas como AAA o AA meses antes de su caída.
Conclusión
En síntesis, las agencias calificadoras de riesgo desempeñan un papel de vital importancia en las finanzas internacionales. Sin embargo, el desafío está en abordar los riesgos asociados a éstas. Para lograrlo, se requiere promover una mayor transparencia y establecer regulaciones que fomenten la competencia, permitiendo así la emergencia de nuevos competidores capaces de desafiar el predominio absoluto de estas tres agencias. De esta manera, podremos aspirar a un mercado más transparente y eficiente, generando un entorno propicio para un correcto funcionamiento del sistema financiero a nivel global.