Las grandes empresas extranjeras juegan un rol clave en la industria del litio en la Argentina, y los inversores asiáticos no se han quedado atrás. Tanto empresas chinas como surcoreanas se posicionan en las provincias del norte argentino con el fin de extraer litio, fundamentalmente carbonato de litio (LCE), para luego transportarlo a sus países, donde se le añade valor agregado al producto mediante un proceso de industrialización.
En este sentido, la empresa surcoreana POSCO ha anunciado el avance en el proyecto Sal de Oro. A través de una inversión inicial de 1.600 millones de dólares, la cual está pronosticada que se eleve a 4.000 millones para 2030, la compañía dará comienzo a un plan bi-provincial, que incluye a Salta y Catamarca. Este parece ser otro logro no solo para POSCO, sino también para la provincias del norte argentino, que ven estas inversiones como un insumo para su desarrollo.
Cabe resaltar que las empresas que ingresen en este sector, además de que deben cumplir con el código minero y normas provinciales para garantizar la protección ambiental y estándares de producción, se están convirtiendo, por motus propio, en un motor de cambio para la comunidades locales. Concretamente, más allá del valor agregado y progreso en materia de infraestructura y servicios que la inserción de una empresa del calibre de POSCO trae a nuestras provincias, la empresa surcoreana implementó proyectos educativos en colegios rurales y becas estudiantiles en Salta.
A su vez, la empresa china Ganfeng Lithium anunció la primera extracción de LCE en una de sus plantas, ubicada en la provincia de Jujuy. La empresa afirmó que este proyecto posee una capacidad prevista para la Etapa 1 de 40.000 toneladas de LCE y un compromiso para la Etapa 2 de no menos de 20.000 toneladas de LCE. Esto representa un verdadero hito si consideramos que, de las decenas de proyectos de litio en Argentina, menos de 5 se encuentran en etapas extractivas.
¿Una “salvación” para la Argentina?
Si bien los datos cristalizan un avance constante, como se mencionó previamente, son pocas las empresas que han comenzado a extraer el litio para poder exportarlo desde Argentina. Los números indican un panorama de desarrollo progresivo, considerando que las cifras de mayo 2023 superaron un 84% las del mismo periodo en 2022. No obstante, hablamos de proyectos que exigen miles de millones de dólares en inversiones y un aproximado de entre 5 y 10 años para alcanzar etapas extractivas.
En este sentido, es fundamental que nuestro país logre, no solo atraer, sino también para mantener activo el ingreso e incremento de capital extranjero. A partir del “dominio originario” que la reforma constitucional de 1994 le otorgó a las provincias sobre sus recursos naturales, los gobiernos provinciales se han convertido en los principales negociadores. Así es que la negociación y la diplomacia de las provincias es clave.
Sin embargo, cabe recordar que el gobierno nacional argentino puede jugar un rol muy importante con respecto a la nacionalización del recurso. Sin profundizar en este tópico, es necesario resaltar el carácter estratégico que tendrá la postura que el próximo gobierno argentino tome para está industria. Si bien este recurso posee una demanda creciente, la competitividad argentina podría verse perjudicada por falta de prudencia. Recordando el largoplacismo que atraviesa a la industria litífera, la previsibilidad jurídica se vuelve un elemento indispensable para mantener e incrementar las inversiones extranjeras en aquella.