China es uno de los países más difíciles de comprender de la actualidad. Su complejidad histórica y cultural es extraordinaria, lo que, sumado a desinformación de algunos medios occidentales, han hecho que se cree una imagen del país que en ocasiones dista mucho de la realidad.
La posición hegemónica que ocupada la Unión Soviética, junto a Estados Unidos, es actualmente ocupada por el gigante asiático. Los motivos del ascenso chino son motivo de estudio, y excederían el tema y la longitud del artículo, pero en esencia, se puede decir que las reformas económicas llevadas a cabo por Deng Xiaoping tuvieron gran relevancia para abrir la economía china puertas para afuera y convertirse en el mercado del mundo, siendo actualmente el mayor exportador global.
Esta visión del comercio internacional como herramienta de dominio, aunque evidentemente no como herramienta única, no es nueva en el pensamiento del poder chino. La expresión más clara de esta visión del comercio es la llamada Ruta de la Seda, una milenaria ruta comercial que iba de China hacia Europa, África y Oceanía. En el siglo XXI, de la mano principalmente de Xi Jinping, esta ruta se renovó, dando origen a la conocida Nueva Ruta de la Seda.
Otro ejemplo claro del uso del comercio por parte del país asiático es el llamado Collar de Perlas. Esto es un concepto geopolítico que hace referencia a la serie de instalaciones militares y redes comerciales chinas que rodean a su rival más próximo, India, con el posible objetivo de aislarla militar y económicamente.
La reanudación en las relaciones después de siete años entre Irán y Arabia Saudita en marzo de este año tuvieron a China como mediador. Esto marcó la entrada del país asiático a Medio Oriente, región tradicionalmente dominada por Estados Unidos, y nos lleva a hacernos algunas preguntas: ¿Qué interés tiene China en la región? ¿Puede el contexto de crisis y guerra entre Israel y Hamás interferir en este interés? Trataremos de responder brevemente a estas complejas cuestiones.
Respondiendo a la primera pregunta podemos decir dos cosas. Primero que nada, China está en una posición de superpotencia global en ascenso. No ha obtenido esta posición a base de conflictos, sino a base de cooperar con el mundo exterior, a pesar de que en el ámbito interno existe riguroso control y represión. Por lo tanto, podemos decir que el principal interés de China es ganar autoridad, hegemonía y conseguir cada vez más zonas de influencia para poder así aumentar su poder.
Para conseguir esto, el país asiático hace lo que lo llevó a la posición actual: usar el comercio como herramienta geopolítica. De ahí que el principal interés de China en Medio Oriente sea este mismo: comerciar. En este sentido, podemos reconvertir el “donde entra el comercio no entran las balas” de Frédéric Bastiat en “donde puede entra el comercio no conviene que entren las balas”. Si los países implicados en los planes geopolíticos chinos, tales como la nueva ruta de la seda, entran en conflicto, sus intereses se verán afectados, por lo que China necesita un Medio Oriente en paz.
En relación a la segunda pregunta, resulta claro entonces que la respuesta es afirmativa: el actual conflicto entre Israel y Hamás si impactará en los intereses chinos. Su respuesta a estos eventos, no apoyar explícitamente a ningún bando y afirmar que está dispuesto a promover negociaciones para la paz, resulta entonces comprensible si tenemos en cuenta sus intereses.