En septiembre de este año, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan recibió en Ankara a su homólogo egipcio Abdelfatah Al Sisi, marcando el comienzo de un nuevo capítulo en las relaciones turco-egipcias. La visita, calificada como «histórica» por el Cairo, constituye el primer viaje de un jefe de Estado egipcio a Turquía en 12 años, tras décadas de relaciones hostiles. En dicha ocasión, Erdogan acudió al aeropuerto para recibir personalmente a Al Sisi y estrechar su mano apenas bajara del avión, un gesto diplomático poco frecuente, y que pone en evidencia la voluntad de Ankara de darle un nuevo rumbo a las relaciones bilaterales.
Este cambio en los vínculos de Ankara y El Cairo guarda relación con las dinámicas regionales actuales en Medio Oriente y el Norte de África, en el marco de las cuales surgen conflictos que atraviesan los intereses y estrategias de ambos países, que a su vez aspiran a ampliar su influencia sobre la región. En este sentido, la guerra en Gaza y los conflictos internos en los países del Norte de África, crearon oportunidades para la cooperación turco-egipcia. En la perspectiva de El Cairo, la región está siendo testigo de numerosos desafíos que suscitan la coordinación de ambos países, y el gran recibimiento dado al mandatario egipcio en Ankara, pone en evidencia este nuevo acercamiento.
De asesino a hermano
Las relaciones entre ambos países se deterioraron considerablemente en 2013 a causa del golpe de Estado en Egipto, que llevó al poder a Abdelfatah Al Sisi, quien gobierna actualmente. En aquel entonces, Erdogan tildó a este último de golpista y antidemocrático, y aseguró que jamás se reuniría con él. En 2019, lo llamó «asesino» tras la muerte del expresidente egipcio Morsi, quien había sido derrocado por Al Sisi. De este modo, Erdogan se había convertido en el crítico más arduo del gobierno de Egipto. Pero con los años y los cambios geopolíticos en la región, las relaciones fueron descongelándose poco a poco. En 2022, ambos presidentes de cruzaron en Qatar durante la celebración del mundial de fútbol, y se estrecharon la mano públicamente.
En 2023, luego del terremoto que sacudió Turquía, Al Sisi llamó por teléfono a Erdogan y días más tarde el ministro egipcio de asuntos exteriores visitó la zona afectada. Ese mismo año, los dos mandatarios volvieron a enviar embajadores y se reunieron durante la cumbre del G-20 en la India. En febrero de este año, Al Sisi recibió a Erdogan en El Cairo, y este último comenzó a referirse a su contraparte egipcia como «querido hermano». Pero… ¿Cómo se explica este radical giro en las relaciones bilaterales?
El conflicto en la Franja de Gaza
El deterioro de las relaciones entre Turquía e Israel a raíz de la guerra en Gaza jugó un rol importante en la redefinición del vínculo entre Ankara y El Cairo. Las crecientes tensiones con Jerusalén le permitieron a Erdogan encontrar en Egipto un facilitador para enviar ayuda a Gaza, y la convergencia de las posiciones de ambos países en torno al conflicto crearon tierra fértil para un nuevo acercamiento, ya que tanto Egipto como Turquía promueven el derecho de los palestinos a la creación de un Estado indepentiente. Si bien existen puntos de divergencia, como el apoyo de Turquía a Hamás, considerada la rama palestina de la Hermandad Musulmana (grupo religioso y político que gobernaba Egipto hasta el golpe de Estado de 2013), ambos países habrían acordado preservar el consenso en torno a la situación en Gaza, al margen de los desacuerdos, en miras a un entendimiento mutuo que pueda beneficiar los intereses regionales de ambos actores.
En esta línea, Turquía y Egipto tienen importantes objetivos económicos y comerciales que pueden ser cohesionados en el marco de una alianza estratégica. Por un lado, las dos economías son complementarias, mientras que Egipto es un actor rico en energía, Turquía ofrece una sólida infraestructura industrial. Por otro lado, la posición geográfica de ambos países es inmejorable, mientras que Ankara controla los Estrechos del Bósforo y los Dardanelos (puntos que unen el Mar Negro con el Mar Mediterráneo), El Cairo está en control del Canal de Suez (una de las vías navegables más transitadas del mundo, une el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo), por lo que Turquía y Egipto controlan buena parte del comercio mundial. Asimismo, son los dos actores con mayor poder militar del mundo islámico.
El Norte de África
Además de la Franja de Gaza, los incesantes conflictos en el Cuerno de África ofrecen oportunidades y desafíos para la alianza entre El Cairo y Ankara. En línea, ambos países tratan de sacar provecho de su reciente amistad para estabilizar la situación en Libia, miembro de la OPEP que hace años es escenario de disputas internas entre grupos armados, que le valieron la etiqueta de «Estado fallido». Luego del derrocamiento de Gadafi en 2011, distintas milicias tomaron el control en diferentes puntos del país, impidiendo la consolidación de un gobierno capaz de ejercer la autoridad sobre todo el territorio. En este marco, Libia lleva años dividida internamente entre dos administraciones rivales, una al oeste y otra al este.
En un principio, Turquía y Egipto habían tomado partido por bandos opuestos, pero 5 años más tarde, ambos países presionan a los dos gobiernos rivales para que alcancen un acuerdo en materia de petróleo, ante el temor de una posible guerra civil y el posterior efecto sobre la industria petrolera. Si bien no son los únicos actores extranjeros que ejercen influencia sobre Libia, fuentes diplomáticas aseguran que el accionar de Ankara y El Cairo, delineado por la mejora de las relaciones, habría logrado reducir las posibilidades de un nuevo conflicto en el corto plazo.
Sin embargo, en las últimas horas se reportaron enfrentamientos armados entre facciones opuestas en la ciudad de Zawiya, que causaron graves daños en una refinería de petróleo. Según informaron las autoridades municipales, se produjo un grave incendio en la segunda refinería más importante del país. Este hecho reciente pondrá a prueba la capacidad de la nueva alianza entre Turquía y Egipto para asegurar la estabilidad del país, y armonizar sus intereses geopolíticos al mismo tiempo.