El miércoles pasado, Vladimir Putin elevó un decreto a la Duma Estatal, la cámara baja rusa, por el cual denunció el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE). En el decreto, Sergei Ryabkov, viceministro de asuntos exteriores, es el indicado para representar a Putin durante los procesos parlamentarios.
El objetivo del tratado firmado en 1990 en la capital francesa, ya luego de la caída del Muro de Berlín y en un contexto de inminente desintegración de la Unión Soviética y fin de la guerra fría, es regular el número de fuerzas desplegadas por los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia en Europa, desde el Atlántico hasta los Urales, y obligaba a la destrucción del armamento excedente.
El tratado estableció un límite igual en la cantidad de armamento que cada bloque puede desplegar en Europa: 20.000 carros de combate, 30.000 vehículos acorazados de combate, 20.000 piezas de artillería, 6.800 aviones de combate y 2.000 helicópteros de ataque por país. Estos límites tienen el objetivo de impedir ataques sorpresa y operaciones ofensivas a gran escala. Además, estipula reuniones, intercambio de información de equipamiento y revisiones cruzadas entre los miembros.
La reforma del tratado no fue ratificada por los países de la OTAN debido a que incluía regímenes más permisivos para Ucrania y Rusia, razón por la cual los primeros se comprometieron al texto original de 1990.
Esto llevó a que el tratado fuera perdiendo fuerza y, en 2007, Rusia declaró que suspendería el cumplimiento de los términos por tiempo indeterminado citando como motivo la expansión de la OTAN hacia el este e instando a los países bálticos a unirse a la convención.
Posteriormente, en 2015, Moscú suspendió su participación en las reuniones del Grupo Consultivo Conjunto del Tratado, tildando al acuerdo internacional de anacrónico y permaneciendo sólo como un miembro de jure. Desde ese momento, Bielorrusia representa los intereses rusos en las reuniones.
El Tratado incluía originalmente a dos grupos de Estados firmantes, los de la OTAN y los del Pacto de Varsovia. En un principio, lo firmaron 22 Estados, pero para la ratificación en 1992, ese número se elevó a 30 debido a la disolución de la URSS y la separación de Checoslovaquia.
Las ex repúblicas soviéticas ratificantes fueron Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kazajistán, Moldavia, Rusia y Ucrania; los países del Pacto de Varsovia incluían a Bulgaria, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Polonia y Rumania. Finalmente, por el lado de la OTAN, firmaron Estados Unidos, Canadá, Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Islandia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Portugal, España, Turquía, Reino Unido y Bélgica.
Cabe recordar que, en febrero, Rusia tomó la decisión de suspender otro tratado, el Nuevo START, que limitaba los arsenales nucleares estratégicos de Rusia y Estados Unidos. En 2021, además, Rusia también suspendió el tratado militar de Cielos Abiertos, del cual Estados Unidos se había retirado un año antes.