El BRICS surgió luego de que Goldman Sachs haya agrupado a cuatro países (luego se uniría Sudáfrica) con ciertas características similares: vastos territorios, importantes economías emergentes y cierta influencia regional. Es así que Brasil, China, India y Rusia conformaron un grupo o foro político con tinte económico y comercial. Luego en 2011 se uniría Sudáfrica, y, a partir del 2024, formaran parte Arabia Saudita, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.
Lo sorprendente de esta expansión es, primero y principal, la cantidad de países a los cuales se les ha garantizado la invitación. El grupo pasará de cinco a once miembros el primer día del próximo año. Además, la elección de los países ha generado cierta sorpresa: en primer lugar, han elegido países menos poblados pero con mayor desarrollo en ciertos aspectos. Luego, es peculiar la invitación a Etiopía, que a pesar de tener mucha población es un país muy poco desarrollado y con un PBI bajo. Es por eso que surge la pregunta: ¿Por qué Etiopía forma parte de la nueva expansión de los BRICS?
Etiopía es un país ubicado en el este africano, más precisamente en el Cuerno de África, que limita con Sudán, Sudan del Sur, Kenia, Somalia, Yibuti y Eritrea, país con el cual tuvo un conflicto armado en la década de los ‘90, que concluyó con la independencia de los eritreos. Tiene una población de 90 millones de habitantes, el segundo país más poblado de África, pero con un PBI per cápita de U$D 1150 y un índice de alfabetización de solamente un 50% en todo el país. Su capital, Adís Abeba, es la sede de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para África (CEPA) y la Unión Africana (UA).
Lo más sorprendente de la elección no pasa por los números e indicadores de Etiopía, sino en comparación con los de países como Argelia y Nigeria, o incluso Indonesia, potencias regionales medias con mayor desarrollo y que habían solicitado su adhesión al grupo. Pero esto pareciera una política de los BRICS, de incluir a países más pequeños en cuanto a su economía, con buen potencial, y ayudarlos a crecer.
Mapa de los BRICS, sus aspirantes, y el estado en el que se encuentran
Cabe mencionar entonces que la inclusión de Adís Abeba en los BRICS+ tiene consideraciones tanto simbólicas como geopolíticas. Como se observa en el mapa, ahora las regiones de Medio Oriente, la Península Arábiga, Norte de África y el Cuerno de África cuentan con presencia del grupo. Se puede notar qué, además, esta expansión evidencia la pérdida de influencia por parte de Occidente, y que empiezan a fortalecerse las alternativas al G7.
A pesar de no tener acceso al mar por la secesión de Eritrea hace unos años, Etiopía está en busca de formar una armada nacional, para patrullar y controlar el estrecho de Bâb-el-Mandeb, uno de los más importantes para el comercio marítimo mundial, ya que conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén. Esta búsqueda de hegemonía o liderazgo regional se ve cuando desde Adís Abeba pretenden actuar como garantes de la paz, seguridad y estabilidad en una región que tiende a la violencia, como por ejemplo en Sudán y Somalia, entre otros.
Siguiendo con la importancia subregional, Etiopía es líder de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD). Además, la propia ciudad de Adís Abeba cuenta con una carga simbólica importante: como se menciona anteriormente, es la sede de la CEPA y la UA. Además, es heredera de un imperio de 2000 años, que supo, por momentos, resistir la invasión italiana a fines del siglo 19 y principios del siglo 20.
Abiy Ahmed, primer ministro etíope y ganador del Premio Nobel de la Paz en 2019
Abiy Ahmed, premier de Etiopía, ha mostrado una política con fuerte tradición estatista y autárquica para buscar el desarrollo, modelo que interesa y mucho en los BRICS. Sumado a esto, ha hecho un giro hacia una política orientada a la seguridad y nacionalista, en busca de revindicar a Etiopía como un importante país en la región del Cuerno de África.
El gobierno de Ahmed también ha reforzado de gran manera su lazo con China, a pesar de haber estado en negociaciones con el Banco Mundial y el FMI desde la década pasada. Etiopía recibió, en 2019, un programa de financiamiento récord por parte del FMI, y aun así, se ve más atraída a la inversión proveniente de Beijing, principalmente como parte del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.
Asimismo, las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en los últimos tres años no son para nada fructíferas: Etiopía acusa a Estados Unidos de apoyar la rebelión del Tigray en 2021 y 2022. Desde Washington acusan a Adís Abeba de crímenes de guerra y violaciones de derechos humanos durante el conflicto. Además, los estadounidenses ven con malos ojos una alianza entre Etiopía y Eritrea. Por último, la presencia del primer ministro etíope en el Foro Rusia – África, que significa un fortalecimiento en las relaciones con Rusia, molestó de gran manera a la administración Biden.
Poniendo en perspectiva lo dicho anteriormente, tanto para China, como para Rusia, e incluso Sudáfrica, la inclusión de Etiopía es estratégicamente beneficiaria. Las relaciones entre Adís Abeba y Beijing están en auge, ya que mantienen fuertes lazos comerciales y la potencial inclusión al proyecto de cabecera del gobierno de Xi Jinping, la Nueva Ruta de la Seda. Moscú tiene la oportunidad de seguir expandiendo su influencia en África, cosa que está haciendo al aprovechar el vacío de poder que deja la salida de Francia del continente. Por último, a Sudáfrica la conviene el ingreso de un país africano con un poderío económico menor al suyo, ya que sigue siendo el país africano con mayor peso en BRICS+. La presencia de Argelia o Nigeria lo debilitaría considerablemente.