El pasado domingo, en la ciudad de Khar, distrito de Bajaur, Pakistán, en la frontera con Afganistán, un hombre se inmoló al detonar su chaleco repleto de explosivos durante un acto del partido conservador islámico, Jamiat Ulema-e-Islam, traducido como Asamblea de Clérigos Islámicos, que contaba con más de 400 simpatizantes, dejando más de 200 heridos y quitándole la vida a 54 personas, la mitad de ellos niños.
El grupo terrorista Estado Islámico en el Gran Khorasán, o ISIS-K, por sus siglas en inglés, brazo del Estado Islámico activo en Afganistán, se atribuyó el atentado por medio de un anuncio emitido por su medio de comunicación, Amaq. “Un atacante suicida del Estado Islámico (ISIL) detonó su chaleco explosivo en medio de una multitud“, se leía en el comunicado del grupo.
Daesh, como también se lo conoce al ISIS-K, acusa al líder del partido de “hipócrita” por apoyar a gobiernos y entidades hostiles al Estado Islámico. El grupo yihadista también reconoció haber estado tras los ataques a eruditos religiosos asociados al partido religioso
Jamiat Ulema-e-Islam, el cual está presidido por el político y clérigo pakistaní, Fazlur Rehman, quien tiene una relación de tensión y enfrentamiento directo con ISIS-K, se ha convertido en el objetivo de numerosos ataques por parte de la organización en varias ocasiones.
Además, cabe resaltarse que el partido de Rehman es una pieza esencial de la coalición gobernante liderada por el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif, el cual se está preparando para una nueva elección parlamentaria a finales de este año, particularmente en noviembre. Mientras que entre las personas fallecidas se encuentra Maulana Ziaullah, líder local del partido, la entidad confirmó que Rehman no había asistido al evento.
ISIS-K ha aumentado su presencia en Afganistán desde el derrocamiento del ex presidente respaldado por Occidente, Ashraf Ghani, por parte de los talibanes afganos, y se ha enfrentado constantemente con su gobierno. Por ello, los miembros de la rama del Estado Islámico son perseguidos por el actual gobierno afgano, los cuales se refugian en los distritos limítrofes pakistaníes.
Bajaur, ubicado en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, al noroeste de Pakistán, se encuentra a tan solo 45 kilómetros de Afganistán, y, al igual que el resto de las provincias pakistaníes que limitan con Afganistán, ha sido víctima de un fuerte aumento de actos terroristas desde el retorno al poder de los talibanes al poder en 2021.
Sin embargo, el país está sumergido en una aún más compleja situación, combatiendo tanto el ISIS-K como contra Tehreek–e-Taliban Pakistán (TTP), la organización talibán que opera en Pakistán y que ha llevado a cabo una serie de ataques en el país apuntando a autoridades pakistaníes. Por ello, el gobierno pakistaní debe enfrentarse a una batalla en diversos frentes, además de los enfrentamientos propios entre ambas organizaciones terroristas, lo cual da como resultado que Pakistán sea el segundo país con mayor cantidad de muertes vinculadas con el terrorismo a nivel mundial en 2022, con 664 personas.
El primer minsitro Sharif apunto hacia su vecino afgano expresando su preocupación sobre su rol en los ataques, señalando que “el gobierno interino de Afganistán debe emprender medidas concretas para evitar que su territorio sea utilizado para el terrorismo transnacional“, lo que aumenta la tensión entre ambos países. Todo esto se suma a la propia inestabilidad de Pakistán, que espera un turbulento periodo de elecciones y una probable disolución del parlamento en dos semanas tras el fin del mandato actual.
Cabe destacar que la actual crisis política en Pakistán tiene sus orígenes en la destitución del ex primer ministro, Imran Khan. En mayo de este año, Khan, quien en 2022 resultó herido tras un intento de asesinato, fue detenido y encarcelado por corrupción.
Tras el ataque, la comunidad internacional se pronunció en rechazo a lo ocurrido. Por un lado, Egipto se solidarizó con Pakistán y afirmó su repudio a todas las formas de violencia en el territorio. Por el otro, El gobierno talibán afgano, que comparte vínculos con el partido islamista paquistaní, también condenó el ataque.
Asimismo, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, denunció “todos los casos de terrorismo y ataques selectivos deliberados contra civiles” e imploró que las autoridades paquistaníes lleven a los responsables ante la justicia. Por su parte, Matthew Miller, portavoz del Departamento de Estado estadounidense, expresó sus condolencias a quienes perdieron a seres queridos en el ataque.