Bolivia atraviesa una aguda crisis socioeconómica debido a la escasez de combustible y la falta de dólares. A comienzos de esta semana, se realizaron dos marchas para reclamarle acciones al gobierno de Luis Arce, en medio de episodios de convulsión política y el constante aumento de los bienes de consumo básico.
Pobladores de la ciudad de El Alto, se congregaron para marchar hacia La Paz, aglomerándose en las afueras de la sede del Poder Ejecutivo, al grito de «Nos estamos muriendo de hambre». El gobierno resolvió vallar las entradas al edificio de forma preventiva, y los manifestantes arrojaron basura a los policías, quienes respondieron con gases lacrimógenos. También se produjeron protestas en Santa Cruz de la Sierra.
Los ciudadanos de la localidad de El Alto, organizados en torno a las Juntas Vecinales, marcharon a la capital para entregarle al gobierno de Luis Arce una serie de demandas orientadas a paliar los efectos de la crisis económica, signada por el desabastecimiento de combustible y la falta de dólares. Asimismo, le exigieron al Poder Ejecutivo mayor austeridad fiscal y la reducción de los salarios de los funcionarios de mayor jerarquía.
Uno de los dirigentes sociales presentes en la movilización del lunes, Juan Saucedo, manifestó que «no solo es el tema de la canasta familiar, no solo es la escasez de combustible, también exigimos la reducción de sueldos. Lamentablemente, estamos en una situación crítica, por lo tanto, tiene que compartir este dolor y hambre con pueblo». «Estamos sufriendo, estamos muriendo de hambre en El Alto, por eso estamos en las calles» añadió Saucedo.
Entre las exigencias de los manifestantes para afrontar los efectos de la crisis, se incluye un pedido a los miembros del Poder Legislativo para que aprueben una ley que permita la libre importación de combustible, ya que la producción local no es capaz de abastecer la demanda. Sin embargo, la importación también se ve obstaculizada ante la creciente falta de divisas, por lo que el gobierno de Luis Arce dictó medidas destinadas a reducir el consumo de gasolina, mientras los bolivianos hacen largas colas para intentar conseguir combustible, en medio de protestas y medidas de fuerza de movimientos sociales.