Paradójicamente la bomba artera, cobarde y dañina no añadió el nombre de Pamela Sousa al trágico listado de mutilados o muertos por la violencia terrorista argentina. La secretaria del Presidente de la Sociedad Rural que salvó su integridad ante la deflagración de un artefacto concebido con perfidia (leyes de guerra!!) para dañar, alterar conductas, amedrentar, inhibir o aterrorizar y, con ello, influir en las respuestas colectivas o individuales persigue una finalidad más allá de la simple letalidad.
Simultáneamente la imagen de un guerrillero (que no llegó a partisano) como Firmenich y su adlátere el “Primer Consuegro” guerrillero gubernamental alivia profundamente, ayuda a explicar el incendio que soportó una sociedad asediada desde 1959 y a lo largo de otras 6 décadas hasta el presente. Aquella guerra no se terminó.
¡Hay que saber que la carta bomba debía ser enviada a la dirección de Juncal al 4000 y pico!, y eso es de lo que carece el estado cuando no tiene inteligencia, estratégica, criminal o ambas. Hay que hurgar, estudiar, investigar para saber donde y cómo aplicar la violencia para torcer a las instituciones.
Para suplir esa ausencia bien vale la historia y los archivos que nos recuerdan que quien recurrió a artefactos explosivos letales como acción o instrumento de la violencia política en Argentina fueron los militantes radicales un 15 de abril de 1953. Militantes universitarios que detonaron dos bombas en una concentración en Plaza de Mayo con un saldo de 6 muertos y 100 heridos. Crédito a Aldo Dusdevich disponible el link (https://www.lmneuquen.com/neuquen/quien-puso-la-primera-bomba-la-violencia-politica-argentina-n1012464). No debemos alejarnos demasiado de este pensamiento extremo o radicalizado para, también, recordar quienes promovieron los primeros golpes contra las instituciones gubernamentales de república.
En efecto, las primeras asonadas o intentos de interrupción del régimen constitucional, muy anteriores al 6 de septiembre de 1930 se iniciaron en 1874 en la que el partido Liberal/Unitario (nacionalista) encabezado por Bartolomé Mitre, José Miguel Arredondo y Erasmo Obligado se levantan en armas contra el ya presidente electo Nicolás Avellaneda (1874-1880, desconociendo el resultado de las urnas… el fraude…hasta Saenz Peña era moneda corriente) siendo derrotados el primero en Junín (3 de diciembre) por el Coronel José Inocencio Arias tras un hecho de armas anterior (26/11/1874) y menos relevante pero a la vez curioso por la superioridad numérica de los atacantes mitristas (4500 a 900) en que fuera derrotado en la Verde y donde pierde la vida el Abuelo de Borges: Francisco Borges. (un pasaje original al respecto lo pueden encontrar en mi libro “La posibilidad de la Paz”). Por su lado el joven Roca vence a Arredondo en Santa Rosa II (7/12) Provincia de Mendoza.
Otro episodio de estas asonadas insurgentes se dio en 1890 en la que se llamaría “La Revolución del Parque” promovida por la Unión Cívica Radical contra el Presidente Juárez Celman produciéndose enfrentamientos en El Retiro en los que resultan derrotados sus instigadores Leandro Alem, Bartolomé Mitre, A del Valle y otros. Finalmente otra “Revolución Radical” tuvo lugar el 4 de febrero de 1905 en la que el caudillo Hipólito Yrigoyen (el “personalista”) , habiendo anunciado la lucha armada y convergiendo sobre la capital desde varias provincias en su intento de derrocar al Presidente Manuel Quintana que fracasa en los que fueron atacados cuarteles militares y arsenales. Ya el anarquismo europeo asomaba como “nueva amenaza” a la provincial del plata.
Cabe preguntarse entonces si el sayo de la decadencia argentina, ¿comienza el 6 de septiembre de 1930?¿1930 fue causa o consecuencia?¿La crisis mundial del martes negro de 1929 (29/10) en Wall Street, no tuvo nada que ver? ¿Qué pasaba en el resto de Sudamérica?
Pero la seducción que ejerce la violencia requiere un análisis mucho más profundo.
Abordado en 2010. Ya por entonces la conocida “Juana de Arco de la guerrilla brasileña” (Dilma Russef-2011-2016) se aprestaba a asumir el poder otorgado por las urnas aunque esquivo ante la praxis armada, que la llevó a tres años de cárcel, por su inclinación por la lucha armada tras la lectura de “Revolución en la revolución” del sucesor de Althusser y amigo personal de Fidel Castro y el “Che” Guevara: Régis Debray. Su obra mucho ayudó a difundir la praxis cubana y el guevarismo. Otro tanto podríamos referirnos al inefable Don Pepe Mujica presidente uruguayo electo democráticamente en Uruguay para el período (2010-2015) distante y crítico hoy de su Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros “que afirma que el odio idiotiza” pero que sufrió cárcel y heridas de bala: 14 y 6, 14 años de prisión (1973-1985) y 6 heridas de armas de fuego en enfrentamientos armados. https://elpais.com/cultura/2018/11/17/actualidad/1542440666_584972.html?event_log=go
Otro caso fue el ex presidente boliviano Evo Morales, quien dejó atrás las “Marchas por el respeto y la dignidad” de los cocaleros hasta La Paz y que fueran blanco de las fuerzas uniformadas a las que burló en el camino en evidente desapego a toda institucionalidad. Lo hizo Hugo Chávez en la Bolivariana Venecia Americana con las fuerzas de “su orden” sedicioso y contra las fuerzas uniformadas del orden constitucional, flagelo que dura hasta nuestro días en la malograda Venezuela. Hasta el caso de Michelle Bachelet quien también sufrió cárcel y militaba “en la Juventud Socialista para apoyar la «Revolución a la chilena»” décadas atrás. La retahíla podría seguir con Daniel Ortega presidente nicaragüense vitalicio desde 2007 y ex secretario de la guerrilla frente sandinista de liberación nacional o del Guerrillero Gustavo Petro en Colombia…en fin.
En todos los casos la seducción por el “atajo” de la violencia motivó a los líderes democráticos a tentar primariamente la suerte de las armas. Cabe preguntarse qué conservan todos ellos de aquel denominador común que los ha distinguido: el apego a la violencia. Todos han manejado un grado de violencia para acceder al poder. Han orientado su voluntad para arrebatar el poder inclusive por la intimidación que generan los violentos. Todos conocieron cárcel por períodos más o menos prolongados todos verán en sus uniformados…carceleros y no servidores que darían su vida para salvaguardarlos.