El pasado jueves ocurrió el debate de investidura, dónde Pedro Sánchez, el líder del PSOE logró renovar su mandato. Lo cierto es que formar gobierno no fue nada fácil ya que tuvo que pactar con seis partidos para lograr la mayoría absoluta. Todo parece indicar que tendrá que enfrentar un gobierno inestable y una sociedad dividida.
Recordemos que las elecciones generales del 23 de julio dejaron un parlamento dividido. Por sí solos, ni el PSOE ni el PP alcanzaron la mayoría absoluta necesaria para que sus líderes sean presidentes del gobierno, aunque el último fue el más votado.
La diferencia reside en que el PP por su alianza con VOX no podía lograr acuerdos con otros partidos para formar gobierno. En cambio, el PSOE junto con el partido de izquierda SUMAR podía lograr una coalición progresista de gobierno si pactaba con partidos pequeños, como BILDU, ERC y JUNTS.
Pero ¿cómo consiguió Sánchez el apoyo de los partidos independentistas catalanes como lo son ERC y JUNTS? Concediendo una ley de amnistía que propone amnistiar los delitos cometidos durante el 2014 y el 2017, durante el transcurso de dos consultas ilegales con el objetivo de lograr la independencia de Cataluña.
Este acuerdo despertó el rechazo de miles de españoles, que desde entonces se manifestaron en diversas partes del país. Adhirieron a estas líderes de VOX y el PP, calificando a los hechos como una dictadura o un daño al estado de derecho, cuestionando la ambición de Sanchez por el poder, que con el objetivo de lograr la reelección traicionó a la Nación.
Al contrario, Sánchez argumenta que esta medida ayuda a cerrar las heridas producidas por la crisis del 2017, generando unidad entre los españoles. A su vez, reiteró que fue necesaria para que en España no gobierne la ultraderecha, encarnada en VOX.
Pedro Sánchez salió victorioso tras cuatro largos meses de bloqueo e intensas negociaciones, pero lo cierto es que todavía le queda mucho por resolver. Comparando con el 2020, cuando Sánchez logró un gobierno de coalición progresista con Unidas Podemos, este año hay más partidos y disputas.
Esta situación hará difícil asignar la cuota de los Ministerios del Gobierno. Un ejemplo de esta dificultad, consiste en que SUMAR se compone de diferentes partidos de izquierda como Unidas Podemos, quién exige al menos un ministerio para seguir formando parte del partido.
A su vez, los socios de investidura son más exigentes que en el 2020, JUNTS y los demás partidos no dejarán de exigir que los compromisos acordados se cumplan a cambio de la permanencia de su apoyo.
El rechazo que generó la amnistía en los dos partidos de la oposición (VOX y PP), quienes tienen una gran cantidad de escaños en el Congreso de los Diputados, rompió todo tipo de posibilidad de negociación con el nuevo ejecutivo. Esto resulta esencial para poder aprobar leyes como los Presupuestos Generales del Estado, reformas fiscales, entre otras. Además, se debe recordar que la mayor parte del mapa autonómico español está pintado de azul.
Estos últimos cuatro meses en España dejan en evidencia los problemas de los sistemas parlamentarios. En primer lugar, el enorme poder de chantaje que le conceden a partidos menores, como en este caso lo es JUNTS o ERC. En segundo lugar, la dificultad de conformar coaliciones viables de gobierno, que como vemos es algo que tendrá que enfrentar Sánchez.
Será difícil para el líder socialista mantener la unidad dentro de su gobierno satisfaciendo intereses contrapuestos y preservando la confianza en el Congreso de los Diputados, a la vez que lidia con los problemas económicos y externos que enfrenta el país.
¿Qué significa lo sucedido para el mundo?
A España le espera una mayor continuidad en su política exterior al no haber dado el giro hacia la derecha. A pesar de que España es una nación con un peso más bien secundario en los asuntos internacionales, es importante destacar hacia dónde se dirige su política exterior y qué implica lo sucedido en su parlamento.
Para empezar, un poder liderado por el PSOE significa una política que defiende de gran manera el multilateralismo, especialmente con la Unión Europea. La ultraderecha liderada por VOX se caracteriza por un cuestionamiento de dicha comunidad política y por oponerse a sus restricciones. Por lo contrario, Pedro Sánchez apoyó en repetidas ocasiones la profundización de las medidas de la Unión Europea.
De este modo, Sánchez impulsa una política exterior más activa marcando su compromiso europeísta y atlantista. Por ejemplo, logró medidas como la aprobación de los fondos de recuperación europeos por la pandemia o la fijación de un tope al precio del gas natural, encontrándose ahora en la Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea.
Además, es un gran impulsor del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. En una carta le reclamó a la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que desbloquee el acuerdo y acelere los pactos con México y Chile. Así el presidente busca profundizar las relaciones con América Latina, declarando que posee una “importancia estratégica”.
Sin embargo, los controvertidos consensos que Sánchez buscó con los otros partidos no solo provocaron discrepancias hacia el interior, sino que sus homólogos occidentales también lo miran con recelo. La derecha española le solicitó a Europa que intervenga contra la amnistía y habló de la posibilidad de recibir sanciones como Rumania, Polonia y Hungría. De este modo, argumenta que la medida deteriora la democracia europea y va contra el Estado de Derecho, llamando la atención de la región.