La tensión comercial entre China y Estados Unidos se volvió a intensificar con la reciente imposición de aranceles por parte de ambos países. Esta disputa ha resurgido con medidas arancelarias mutuas que afectan a sectores económicos y geopolíticos estratégicos. En este contexto, China ha respondido a los nuevos aranceles de Washington con una serie de contramedidas que incluyen la imposición de gravámenes a productos estadounidenses y una investigación antimonopolio contra Google.
Teniendo en cuenta el peso en la economía mundial de estas dos potencias, es seguro decir que el impacto de estas decisiones trasciende el ámbito bilateral y tiene repercusiones mundiales. Las disputas comerciales entre China y Estados Unidos han sido una constante en la última década, y todo apunta que lo será también en las décadas siguientes.
Durante el primer mandato de Donald Trump, Washington impuso elevados aranceles a productos chinos, alegando prácticas desleales y robo de propiedad intelectual. Aunque en los últimos años parecía haberse alcanzado una relativa tregua, la reciente decisión de la Casa Blanca de aplicar un 10% de aranceles adicionales sobre importaciones chinas ha reactivado las tensiones.
Como respuesta, el gobierno de Pekín anunció la implementación de aranceles que varían entre el 10% y el 15% a productos estadounidenses como el gas natural licuado, el petróleo crudo, la maquinaria agrícola y los automóviles. Esto no solo busca presionar a la administración estadounidense, sino también reducir los efectos de las restricciones impuestas a sus propias exportaciones.
Además de los aranceles, China ha tomado represalias en el ámbito tecnológico con la apertura de una investigación antimonopolio contra Google. A pesar de que la empresa estadounidense no opera de manera plena en el mercado chino, el gobierno de Pekín argumenta que la compañía ha incurrido en prácticas desleales que afectan a la competencia.
Esto se involucra en una serie de medidas adoptadas por China para contrarrestar las restricciones impuestas por Estados Unidos a sus empresas tecnológicas. En el pasado, Washington bloqueó la expansión de compañías como Huawei y TikTok, estando el futuro de esta última todavía por verse. Pekín envía un mensaje claro sobre su disposición a defender sus intereses en el ámbito tecnológico.
Paralelamente, la crisis del fentanilo ha agregado un nuevo punto de contacto. Estados Unidos ha exigido mayores esfuerzos por parte de China para frenar la exportación de precursores químicos utilizados en la fabricación de esta droga. Pekín niega responsabilidad directa y sostiene que el problema debe abordarse con medidas internas en el mercado estadounidense.
Las recientes decisiones de China y Estados Unidos tienen un gran impacto en la economía mundial. Los sectores afectados dependen en gran medida de la estabilidad comercial entre ambas potencias. Un ejemplo sencillo del impacto que podrían tener los aranceles se encuentra en Tesla, la empresa automotriz del ahora socio político de Trump, Elon Musk. Los aranceles chinos sobre los camiones eléctricos podrían perjudicar claramente a empresas como Tesla en su búsqueda de expansión en el mercado asiático.
Además, la incertidumbre generada por esta escalada comercial influye negativamente en los mercados financieros y en las cadenas de suministro globales. La imposición de nuevas restricciones puede afectar el flujo de materias primas y bienes manufacturados, lo que incrementa los costos para empresas y consumidores en todo el mundo.
La disputa comercial entre China y Estados Unidos pone de manifiesto la fragilidad de las relaciones económicas entre ambas potencias. Si bien los aranceles pueden ofrecer soluciones a corto plazo para proteger determinados sectores, en especial los productores que no exportan, a largo plazo generan inestabilidad y dificultan el crecimiento económico. Parafraseando a Henry Hazlitt, las medidas económicas deben analizarse sobre el total de la población y a lo largo del tiempo.
El futuro de esta guerra comercial dependerá de la capacidad de ambas naciones para encontrar un equilibrio entre la protección de sus intereses nacionales y la necesidad de mantener la estabilidad internacional. Mientras tanto, los mercados y los actores económicos seguirán atentos a los próximos movimientos de Washington y Pekín.