A pesar de que se cumplen 23 años del trágico 9/11, hoy los principales diarios de Estados
Unidos y del mundo se enfocan en el ansiado debate, en medio de un estancamiento de la
economía y el empleo a nivel local, y del liderazgo internacional democrático-liberal a nivel
global.
Los tópicos del debate fueron varios. Si bien ambos candidatos lograron establecer una
posición en la mayoría de los temas, hubo momentos en los que el Republicano no respondió
directamente o con suficiente precisión a las preguntas, situación que Kamala aprovechó
para pintarlo como candidato improvisado.
A su vez, pareció haber una clara parcialidad de los moderadores hacia la demócrata, ya que interrumpieron a Trump al menos unas cuatro veces para realizar aclaraciones o
“fact-checks”, pero nunca en el caso de la Vicepresidente —a pesar de que ambos mintieron o
exageraron repetidas veces a la hora de proveer los datos.
Economía
Sobre el tema que más parece preocupar a los norteamericanos, Trump y Harris difirieron
fundamentalmente en la fuente de recaudación. Cuando ésta criticó los excesivos aranceles
que fueron instaurados durante la administración de su rival, a los que puso en posición de
equivalencia con un “impuesto a las ventas para las clases medias”, Trump retrucó que todo
el costo lo pagaba China, y que los demócratas no se animaron a removerlos debido a la alta
fuente de recaudación que significaron.
Harris lo acusó también de pretender una fuerte rebaja de impuestos a las grandes
corporaciones o sectores más ricos, en contraposición a aliviar a sectores de más bajos
ingresos como ella propone —dejando algunas pistas de cómo planea financiar al Estado en
caso de resultar victoriosa.
Trump culpó a los demócratas de ser responsables de “la peor inflación de la historia de
nuestra nación”.
La gran ironía, como siempre, es que no se habló del problema del endeudamiento público.
Aborto
En este caso, la candidata del partido demócrata se mostró un poco más sólida en su postura.
Dejó en claro su defensa del “derecho de la mujer a su propio cuerpo”, y lo hizo de forma
apasionada y emocional. Atacó a Trump por seleccionar a tres jueces para la Corte Suprema e instruirlos para que anularan el histórico fallo de Roe v Wade.
El republicano enfatizó la importancia de que la decisión sobre la legalidad del aborto, una
causa muy divisiva para el país, quedase en las manos de cada Estado, y no fuese
determinada a nivel federal. Ante la pregunta de qué haría en caso de que una ley federal de
prohibición llegase a su despacho como presidente, no estuvo dispuesto a admitir
contundentemente si la aprobaría o la vetaría. Se escudó en que eso ya no sería necesario
porque ahora “cada Estado está votando” sobre la cuestión.
Inmigración, inseguridad y cuestiones raciales/étnicas
En este punto era de esperarse que Trump saliese mejor parado, dado el récord de
inmigración ilegal ocurrido bajo la actual gestión Biden-Harris.
Además de reiterar sus promesas de deportar inmigrantes a mansalva —sin dar demasiada
especificación acerca del cómo— , mostró su usual faceta “proteccionista” del empleo
nacional norteamericano frente a los “Black jobs” y “Hispanic jobs”. También asoció las tasas de inmigración con las tasas de criminalidad del país, lo cual no es ninguna novedad por
parte del candidato más allá de lo discutible que pueda ser esa relación de causalidad.
Harris no pudo defender demasiado sólidamente su supervisión de la frontera, pero apeló a
su historia personal como hija de inmigrantes de diferentes etnias para defender unos
Estados Unidos que sean una tierra de oportunidades para extranjeros también.
Cargó contra recientes comentarios de Trump, en los que dijo que Kamala se había
repentinamente “vuelto negra”, lamentando que un candidato a presidente pretendiera usar
las cuestiones raciales “para dividir al pueblo norteamericano”. Éste se desentendió del tema
afirmando que no le podía importar menos la forma en la que su contrincante quisiese
definirse a sí misma.
Democracia e institucionalidad
En esta cuestión la lógica de las respuestas en ambos casos fue prácticamente la misma que
en el debate anterior entre Biden y Trump. Éste último se desentendió de los ataques
violentos al Capitolio y , luego de intentar evadir la pregunta, mantuvo su postura escéptica
sobre el resultado de las elecciones de 2020. Harris repitió el mensaje de que Trump
representa un riesgo para la democracia y amaría convertirse en un dictador como Xi
Jinping, Putin o Kim Jong Un, depictados como “sus amigos”.
Política Exterior: Medio Oriente y Ucrania
La estrategia central de Trump en relación a este tema fue la de culpar a la gestión actual por
dar una débil imagen internacional que, comenzando por la desordenada retirada de
Afganistán y hasta la actualidad, habría precipitado los estallidos de conflicto en distintas
partes del mundo.
Trump se muestra como el “hombre fuerte” que habría sido capaz de evitar que los conflictos
geopolíticos más graves de la actualidad comenzaran y como el único capacitado para
ponerles fin y restaurar el orden internacional mediante un mayor respeto a “la potencia de
Occidente”.
Dice ser capaz de llegar a la paz en Ucrania incluso antes de asumir su mandato con el simple
acto de sentarse en una mesa junto a Zelensky y Putin. En cuanto a Medio Oriente, su apoyo
casi incondicional a Netanyahu es ya conocido, y no hubo mayores desviaciones de esa
postura.
Kamala Harris ha decidido, en cambio, mantener la narrativa de política exterior de su
Presidente. Desea contrastar claramente con el republicano en la manera de tratar con los
aliados más centrales, la OTAN, y condena el aislacionismo.
Asimismo, apoya el derecho a la defensa del Estado de Israel y condena las barbaridades cometidas por Hamás, a quien llama “grupo terrorista” sin pelos en la lengua. A la misma vez, sostiene que la forma en la que se ejerce ese derecho es relevante, y afirma estar preocupada por las cifras de muertos y heridos inocentes en Gaza. Este punto medio era esperable, por un lado, debido a que gran parte de su base electoral tiene afinidad con las consignas pro-palestina, y por otro, debido a que sería inconcebible que cualquier presidente norteamericano retirase el apoyo oficial a Israel.
Además, aprovecha la figura del hombre fuerte reivindicada por su oponente y le da un giro
para mostrarlo como un candidato que admira y busca imitar las cualidades de dictadores
como Putin pero que éstos en realidad se lo “comerían de un bocado”.
Obviamente apoya enfáticamente la continua asistencia al pueblo ucraniano en su lucha
defensiva contra la invasión de las fuerzas rusas. No obstante y a diferencia de Trump, la
falta de anuncios de parte de los demócratas sobre lo que esperan del desarrollo de la guerra
en el futuro cercano y hasta cuándo se sostendrá al ejército comandado por Zelensky la
hacen susceptible a la crítica de “no hay plan para Ucrania” por parte del contrincante.
Salud
Ante las repetidas inquisiciones de la periodista, la falta de un plan concreto para el sistema
de salud —que reemplace el Obamacare que él critica tanto por una solución superior— , por
parte de Trump quedó demasiado puesta en evidencia. Él mismo dió a entender que el plan
se iría delineando sobre la marcha una vez que estuviese en el poder.
Harris no tenía la obligación de sobresalir particularmente en el tema, ya que se sabe que la
gestión demócrata defiende con empeño la cobertura por parte del Estado de numerosas
prescripciones médicas y demás servicios. No obstante, dijo mostrarse favorable al surgimiento de
algunas iniciativas privadas en el sector, complementariamente.
Industria y Cambio climático
Finalmente, Kamala reivindicó la inversión en energías verdes y la instauración de nuevas
plantas manufactureras con su respectivo aumento de empleo en el país y en otras partes del
mundo.
Por su parte, Donald señaló que las políticas de los demócratas en esta cuestión en realidad
fueron un desastre, causaron la pérdida de “10.000” puestos de trabajo, y fomentaron el
establecimiento de fábricas de autos en México pertenecientes a China. Esto último, según sostiene el republicano, es parte de una política generalizada de la administración Biden de corrupción y
concesiones a líderes de otras partes del mundo, como Rusia o China.
Conclusión
Se estima que la porción de votantes indecisos es extremadamente baja, pero aún así el
debate podría llegar a darle más popularidad a una candidata demócrata que hasta el
momento no es tan conocida por todos los norteamericanos. Su desafío era despegarse de
Biden para mostrar renovación y podría decirse que lo logró en cierto grado, gracias a la falta de presión que ejerció Trump sobre ella en este punto —asintió con resignación y sin más
cada vez que Harris le aclaró que debatía contra ella y no contra el Presidente Biden.
Las encuestas y sitios de apuestas anticipan resultados muy reñidos para el 5 de noviembre. Quedará por verse cuánto de esto es así y si este último debate tuvo alguna influencia al respecto.