El domingo pasado se inició una gran polémica y posterior crisis diplomática cuando Lula da Silva, presidente de Brasil, dio un discurso en Etiopía como invitado de la Unión Africana, en el cual declaró que Israel estaba cometiendo un genocidio en Gaza, y luego lo comparó con el Holocausto. “Lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza no es una guerra. No es una guerra de soldados contra soldados, es una guerra entre un ejército muy preparado y mujeres y niños. Lo que está ocurriendo con el pueblo palestino no ocurrió en ningún otro momento de la historia, es un castigo colectivo. En realidad, ocurrió cuando Hitler decidió matar a los judíos”.
Estas declaraciones no cayeron para nada bien en el gobierno de Benjamin Netanyahu, y el primer ministro israelí afirmó que Lula había “cruzado una línea roja”. El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Israel Katz, declaró que “No perdonaremos ni olvidaremos: en mi nombre y en nombre de los ciudadanos de Israel, informé al presidente Lula de que es una persona no grata en Israel hasta que se disculpe y se retracte de sus palabras”. En un tire y afloje diplomático, Lula fue declarado persona non grata en Israel, y el embajador de Israel en Brasilia fue retirado, así como también sucedió con el embajador brasileño en Tel Aviv.
Esto, además, se da un contexto al menos particular: este miércoles y jueves se realiza la Cumbre de ministros de Relaciones Exteriores del G20 en Río de Janeiro, en la que es la primera reunión ministerial de la presidencia rotativa de Brasil, que comenzó en enero de este año. Entre los presentes se destacan Anthony Blinken y Serguéi Lavrov, de Estados Unidos y Rusia, respectivamente. Entre los temas a tratar en la Cumbre, destaca principalmente el conflicto de Israel y Palestina, y se puede llegar a abordar alguna discusión acerca de la guerra en Ucrania. Aun así, esto ultimo parece enfriarse, ya que desde Occidente acusan a Rusia de la muerte del opositor a Putin, Alekséi Navalni.
El secretario Blinken dialogó con el presidente Lula, y mencionó que los Estados Unidos están en desacuerdo con sus declaraciones, ya que consideran que no existe un genocidio por parte de Israel y que comparar las maniobras militares israelíes con el Holocausto ha sido excesivo. “El secretario abordó el asunto y dejó claro nuestro desacuerdo con esos comentarios”, comentó un alto funcionario del Departamento de Estado. La reunión se dio en Brasilia, duró menos de 45 minutos y concluyó sin ninguna declaración a la prensa. A pesar de todo, Blinken aseguró luego que Washington y Brasilia trabajan juntos, de manera global y bilateral, y además de haber demostrado gratitud por la amistad con Brasil.
A partir de esto se ha generado un enorme revuelo en la política interna brasileña. Una gran parte de la oposición se escandalizó con los dichos del presidente y han cuestionado sus decisiones. Esto les ha dado a los diputados bolsonaristas la oportunidad de llevar a cabo un intento de impeachment para destituir a Lula. La bancada del Partido Liberal promete presentar el pedido de juicio político con la firma de más de 100 diputados. El presidente de la Cámara, Arthur Lira, debe analizar la petición y ver si continua o no. Si le da continuidad, la denuncia debe pasar por comisión especial y luego tratarse en la Cámara: con 342 votos de los 513 diputados, se pasa al Senado y este comienza el juicio político.
Cámara de Diputados de Brasil
La carta de denuncia fue escrita por Carla Zambelli, bolsonarista del Partido Liberal. Describió el hecho como un “acto de hostilidad contra una nación extranjera, exponiendo a la república al peligro de guerra o comprometiendo su neutralidad”. Además, en su cuenta de ‘X’, Eduardo Bolsonaro, legislador e hijo del ex presidente escribió que “Lula no sólo mostró su desconocimiento de la historia, sino que mostró a todo el mundo el odio en su corazón contra el Estado de Israel”. Además de los diputados de Bolsonaro, algunos partidos que ocupan ministerios apoyarían el impeachment, así como también la banca evangelista, que cuenta con 203 de los 513 diputados.
“Verbalizaciones desequilibradas, además de no representar el pensamiento de la mayoría de los brasileños, comprometen la política internacional de forma innecesaria”, declaró uno de los diputados evangelistas en una nota el pasado lunes. Además, el grupo Judíos por la democracia, consideró que las declaraciones eran “indefendibles”.
El profesor de relaciones internacionales Mauricio Santoro manifestó que los dichos de Lula fueron “un gesto que solo trajo problemas, tanto en la diplomacia como en la política doméstica”. Santoro, que a su vez es coordinador del centro de estudios estratégicos de la Marina de Brasil, agregó que “No está ganando nada con su comportamiento, nadie va a votarlo por su posición sobre Palestina, pero está alejando a moderados y liberales de centro-izquierda que podrían apoyarlo si adoptase una posición más blanda”. Además, explicó que este hecho “juntó a movimientos conservadores, evangélicos, la comunidad judía y varios grupos que no son necesariamente de oposición, pero quedaron indignados con los dichos”.
Lula fue respaldado por la presidenta de su partido, el Partido dos Trabalhadores (PT), Gleisi Hoffmann. Calificó la acusación como una broma, y dijo: “Que los estafadores quieran destituir a Lula solo puede ser una broma. Basta ver quién lidera el grupo, la pistolera Carla Zambelli, propagadora de noticias falsas, acusada en el Supremo Tribunal Federal e investigada por ataques al Poder Judicial, que se convirtió en una persona tóxica incluso entre bolsonaristas. Mejor tengan cuidado porque aquí ya no se crían estafadores, tenemos leyes e instituciones atentas”.