En un contexto de dificultades en el mercado internacional del diésel, debido a su baja producción para la demanda mundial, el gobierno ruso decidió, decreto mediante, la prohibición de su exportación. El Kremlin anticipó que la medida es temporal, y que tiene por objetivo la estabilización de los precios en su país.
Además, según informó Reuters, la escasez de combustible en el país dio lugar a la consideración de un arancel a la exportación de productos petroleros, casi prohibitivo, de 250 dólares por tonelada. La medida está siendo evaluada y podría implementarse a partir del 1 de octubre hasta junio del 2024.
Desde el Financial Times, por su parte, informan que los precios del diésel en Europa sufrieron un aumento tras el anunció de las prohibiciones el jueves, subiendo casi un 5% y superando los 1.010 dólares por tonelada.
El objetivo declarado de la medida es controlar los precios de los combustibles en el mercado interno de cara a las elecciones presidenciales del próximo año. Con esta medida, el Kremlin quiere controlar la inflación, fenómeno muy influenciado por los aumentos de los combustibles. De esta manera, según el Servicio Federal de Estadística, los precios acumulan un 4% de aumento desde enero hasta septiembre del 2023, mientras que los combustibles están por encima del 9% en el mismo periodo.
Ahora bien, es cierto que Rusia es uno de los mayores proveedores de diésel del mundo y uno de los principales productores de crudo. Además, como hemos comentado previamente, el gigante euroasiático redujo la producción y exportación bajo un acuerdo con Arabia Saudita y el grupo más amplio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo plus (OPEP+), lo que ha contribuido a un aumento del 30% de los precios del petróleo desde junio. Es aquí donde cabe el análisis de lo geopolítico.
Si bien Rusia tiene interés por mantener un precio estable y alcista para su principal mercado de exportación, eso se contrapone a su interés de mantener precios locales estables y bajos para su población. En ese marco, prohíbe exportaciones, abastece el mercado interno y genera una mayor escasez en el externo, generando presión al alza de los precios en el mercado internacional y un aumento de la inflación, afectando principalmente a Europa.
En este sentido, desde el Financial Times entienden que Putin está utilizando el mercado energético como arma geopolítica para dañar a los países occidentales a modo de represalia por las sanciones tras la invasión a Ucrania. “Los participantes del mercado están preocupados de que Rusia esté moviéndose para restringir el suministro de petróleo” en un momento en que los bancos centrales están luchando por controlar la inflación y el crudo está a punto de superar los 100 dólares por barril por primera vez en 13 meses.
Si bien la medida es temporal, no se han proporcionado detalles acerca de cuánto tiempo estará vigente. En síntesis, esta nueva medida de Rusia con respecto a la exportación de diésel afecta sensiblemente al mercado internacional, ya que su impacto próximo es la suba del precio como consecuencia de la ley económica de oferta y demanda, generando más presiones para la oleada inflacionaria global.