El mineral más importante en el campo de la energía nuclear es el uranio. Este, entre otras actividades, se usa como el principal insumo combustible para plantas de energía nuclear tras pasar por un proceso de enriquecimiento del mineral. La utilidad del mineral lo ha convertido en un elemento de alta sensibilidad geopolítica, y un atributo de poder estratégico para los Estados.
El dato clave, y de impacto estratégico, es que Rusia se ha convertido en noviembre, en plena guerra con Ucrania y sancionado comercialmente por las principales economías de Occidente, en el principal proveedor de uranio a los Estados Unidos. Durante ese mes, el país norteamericano adquirió uranio enriquecido por 191 millones de dólares y proveniente de sólo cuatro países: Rusia, Gran Bretaña, Japón y Bélgica. De estos, Rusia fue el primer proveedor por un valor superior a 90 millones de dólares.
Esto revela que, pese a las sanciones económicas impuestas a Rusia, Estados Unidos no ha encontrado otra forma de sustituir una de sus fuentes principales de provisión de uranio, que paradójicamente es Rusia.
Rusia, que está posicionado dentro de los diez Estados con más reservas de uranio en el mundo, alcanzó en noviembre su número mensual más alto de ventas a Estados Unidos desde el récord logrado en el año 2010, cuando logró vender uranio a Estados Unido por 1.026 millones de dólares (anual), y dejando relegados a otros importantes proveedores de este mineral como los mencionados anteriormente.
En los datos acumulados de los primeros 11 meses del 2023, Rusia logró vender uranio por un total de 1.017 millones de dólares. Como consecuencia de estos números, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó una iniciativa para prohibir la importación de uranio enriquecido producido en Rusia.
La presidenta del Comité de Energía de la Cámara De Representantes, Cathy Mc Morris, declaró públicamente que “Estados Unidos depende peligrosamente del suministro ruso de combustibles nucleares”.
El proyecto tiene que ser aprobado todavía por el Senado para convertirse en ley, y si es aprobado prohibiría las importaciones de uranio desde Rusia luego de los 90 días de la promulgación de la ley, con las excepciones de que se pueda importar uranio no enriquecido si el Secretario de Energía determine que no hay otra fuente alternativa posible para obtener uranio, o si los envios son de interés nacional , reflejando así la búsqueda que tiene Estados Unidos de disminuir la compra y la provisión de uranio que llega desde Rusia
Este dato se da en un contexto en el cual según la Asociación Nuclear Mundial se espera que la demanda de uranio aumente casi un 30% para el 2030, generando así un alza en su precio que ya es tendencia desde finales de 2016 cuando su precio rozó un mínimo histórico al bajar hasta 18 dólares tras el desastre nuclear de Fukushima.
En la actualidad, ya se revalorizó más de un 360% en dólares, alcanzando su nivel más alto en casi 15 años y acercándose cada vez más al récord de USD 100 por libra registrado durante noviembre de 2007.
Además, el interés por la energía nuclear ha aumentado en todo el mundo dado que es una alternativa al uso de combustibles fósiles como el petróleo, cuya producción y consumo busca ser reducido como acción clave para lograr los objetivos del Acuerdos de París.
Al mismo tiempo Estados Unidos y el Reino Unido han ampliado la vida útil de los reactores nucleares existentes y China y Rusia comienzan a construir nuevos .