Un diseño furtivo para un entorno de amenazas avanzadas
El Gripen, reconocido por su versatilidad y eficiencia, enfrenta su obsolescencia frente a sistemas de detección más avanzados y cazas furtivos como el Su-57 ruso, el F-35 estadounidense y ahora probablemente también el J-35 chino.

Para contrarrestar estas amenazas, Saab está desarrollando una aeronave con baja sección transversal radar (RCS), un aspecto clave para evadir la detección por sistemas como el S-400, ampliamente desplegado en diversas regiones.
Entre las prestaciones con las cuales se espera dotar al nuevo caza, destacan especialmente:
- Tecnología furtiva con un RCS estimado en menos de 0.1 m². Similar al de los cazas furtivos actuales de quinta generación.
- Drones «compañeros leales», que podrán actuar como escoltas, plataformas de ataque o señuelos.
- Independencia operativa, con miras a evitar o bien reducir la dependencia de proveedores extranjeros.
- Optimización de la guerra electrónica, asegurando una capacidad tecnológica de vanguardia para la supresión de defensas enemigas.
El dilema de Suecia: independencia o cooperación internacional
El desarrollo de un caza sin el respaldo de grandes economías de escala significa todo un desafío financiero.
Mientras que el F-35 ha asegurado su viabilidad con más de 600 unidades vendidas entre socios del proyecto y aliados de EE.UU, Suecia promueve un modelo de producción autónomo en solitario, fuera de las cadenas de valor extranjeras. Lo cual supone un fuerte desafío entre la necesidad de equilibrar los costos y alcanzar los desarrollos tecnológicos esperados sin comprometer la independencia operativa de su nuevo caza.
Aunque el país se unió a la OTAN en 2024, su doctrina de defensa sigue priorizando la autosuficiencia. No obstante, Suecia aún no ha definido si desarrollará su caza de manera completamente independiente o si se sumará a algún programa multinacional, como el GCAP (Reino Unido, Italia y Japón), el FCAS europeo (Francia, Alemania y España) o incluso el NGAD estadounidense.

De momento, Saab ha asegurado financiación para su programa de exploración por todo 2025, con la posibilidad de extenderlo hasta 2026. A partir de entonces, la compañía espera avanzar hacia una fase de desarrollo más concreta, centrada en pruebas tecnológicas y demostraciones.
«Ser más rápidos de la concepción al vuelo»
Uno de los retos más importantes será reducir los tiempos de desarrollo. Según Nilsson, responsable del programa, Saab quiere acelerar el proceso desde el diseño hasta el primer vuelo, aprovechando la infraestructura de su sede en Linköping.
Nilsson también enfatizó la importancia de la guerra electrónica y la sigilosidad del nuevo caza. Aseguró que su diseño no se parecerá al Gripen y subrayó la necesidad de una estructura robusta, haciendo una referencia irónica a los problemas de mantenimiento del F-35: «No podemos depender de varias capas de pintura que se dañen y tengan que ser enviadas de vuelta a Texas».
El futuro del combate aéreo en Suecia
Los primeros detalles del programa FCAS sueco surgieron tras la solicitud oficial de la Administración de Material de Defensa (FMV) en marzo de 2024, con estudios enfocados en sistemas tripulados y no tripulados, así como en el desarrollo de nuevas tecnologías.
El retiro progresivo del Gripen marcará el fin de una era para la aviación sueca, pero también abrirá la puerta a una nueva etapa. Saab apuesta por un caza de sexta generación con un enfoque innovador, capaz de reforzar la defensa aérea de Suecia y proyectar su industria militar en el futuro.

La clave estará en su capacidad para equilibrar independencia, innovación y viabilidad en un mercado dominado por potencias como EE.UU. y Rusia.