A pesar de las presiones y amenazas, el partido taiwanés menos deseado por China nuevamente gana las elecciones. Se inicia así un histórico tercer mandato del Partido Democrático Progresista (PDP) encabezado por el presidente Lai Ching-te, el actual vicepresidente. De este modo, queda derrotado el partido apoyado por China, el Kuomintang (KMT), al menos en el poder ejecutivo.
Lai obtuvo un 40,05% de los votos, mientras que el Kuomintang liderado por Hou Yu-ih obtuvo un 33,49%, seguido por el Partido Popular de Taiwán (PPT) con un 26,46%. La participación electoral resultó en un 71% de la población.
La victoria del PDP representa una continuidad de la política exterior ya adoptada por Taiwán en los últimos años, reflejando la intención de la población de mantener el status quo. Además, muestra una población que se identifica cada vez más con una identidad meramente taiwanesa y no china.
Este resultado significa continuar con los reclamos de soberanía, lo cual tensiona las relaciones con China y profundiza las conexiones con Estados Unidos y las democracias del mundo. Se demostró un respaldo a reforzar las defensas contra los ataques chinos, a pesar de los riesgos que ello supone.
Sin embargo, los resultados no son los mismos en el poder legislativo. Si bien ningún partido consiguió la mayoría en la legislatura de 57 escaños, el KMT logró ser aquel con mayores bancas: el Partido Democrático Progresista (PPD) obtuvo 51 escaños, el Kuomintang (KMT) 52 y el Partido Popular de Taiwán. Partido (TPP) 8. De esta manera, el PPD pierde el dominio que solía tener en el poder legislativo, con una pérdida total de 11 escaños.
La victoria del 40% de los votos y la pérdida de la mayoría en la legislatura le otorga argumentos a China para celebrar un gobierno más débil que el actual. Por ello, China comunicó que el PPD no representa la opinión pública dominante de la isla y que “no impedirá la tendencia inevitable de la reunificación de China”.
Otras potencias del mundo felicitaron al próximo presidente en su victoria. Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, expresó que los resultados demostraron “la fuerza del robusto sistema democrático y del proceso electoral” de Taiwán.
Al día siguiente de la victoria, Taiwán recibió a una delegación no oficial de Estados Unidos conformada por el ex asesor de seguridad nacional Stephen Hadley y la presidenta del Instituto Americano en Taiwán (AIT), Laura Rosenberger. Dicho instituto representa los intereses de EEUU en ausencia de relaciones diplomáticas formales. Además, se contó con la presencia del ex subsecretario de Estado, James Steinberg
Posicionándose del lado de las democracias liberales, Lai calificó su triunfo como una victoria para la comunidad de democracias. “Estamos decididos a salvaguardar a Taiwán de las continuas amenazas e intimidaciones de China“, comunicó el presidente electo.
En su Twitter estableció que promoverá políticas alineadas a las de la actual presidenta, manteniéndose “comprometidos en mantener el status quo, asegurando la paz y estabilidad en la región del indo pacífico, y promoviendo la prosperidad global”.
Mientras tanto, China ya había advertido a los votantes que “reconozcan el peligro extremo de que Lai Ching-te desencadene una confrontación y un conflicto a través del Estrecho“, acusándolo de un separatista peligroso. Por ello, se espera una posible intensificación de las presiones económicas y militares de parte de China para demostrar su descontento, utilizando sus usuales herramientas para intimidar.