Los líderes del G7, integrado por Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, se reunieron en Hiroshima, Japón, la semana pasada. No obstante, tanto China como Rusia han criticado a las declaraciones hechas allí.
Así pues, los párrafos dedicados a China en la declaración conjunta del G7, los cuales fueron extensos, se centraron en las preocupaciones que generan por sus actividades económicas y militares. Entre los principales temas, se reafirmó la oposición a cualquier militarización de China en la región Asia-Pacífico.
Además, aseguraron que no existe “fundamento jurídico” alguno que sustente y avale las “reivindicaciones marítimas expansivas” chinas. Asimismo, reiteraron que la “paz y la estabilidad” en el estrecho de Taiwán es “indispensable” para la seguridad mundial.
Sin embargo, el Ministerio de Exteriores chino indicó en un comunicado oficial que las denuncias realizadas por los dirigentes en Japón eran un “intento de ensuciar y atacar” territorio chino. Es más, lo consideraban una “grosera interferencia en los asuntos internos” de la nación china.
A su vez, Serguei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores ruso, también acusó al G7 de querer “contener” a Rusia y a China. La misma no resulta sorpresiva luego de que los países occidentales instaran a que China, aliado de Moscú, a presionar “a Rusia para que cese su agresión” y “retire inmediatamente, totalmente y sin condiciones sus tropas”.
“No pretendemos perjudicar a China ni frustrar su progreso y desarrollo económico”, indicaron los líderes del G7. Sin embargo también agregaron que, “al mismo tiempo, reconocemos que la resiliencia económica requiere la reducción de riesgos y la diversificación. Tomaremos medidas para invertir en nuestra propia vitalidad económica. Reduciremos la excesiva dependencia de nuestra cadena de suministro crítica«.
Consecuentemente, la reacción de China fue la de repudiar la declaración del G7. “Este grupo dice avanzar hacia un mundo más estable, pacífico y próspero, pero lo que en realidad está haciendo es obstaculizar la paz internacional, dañar la estabilidad regional y suprimir el desarrollo de otros países”, señalaron desde China.
Después de todo, ¿cuánto tiempo puede (o, para el caso, debe) el G7, con el 10% de la población mundial, continuar con sus planes?
No cabe duda que este grupo occidental se mantiene como el bloque económico más poderoso y cohesionado del mundo, pues, entre otras cosas, está formado por los países que producen las principales monedas de reserva del mundo. No obstante, el poder de dominación del G7 se encuentra en declive, en contraposición a cómo viene el de China. Esto se demuestra en que, entre 2000 y 2023, su participación en la producción mundial cayó del 44% al 30%. Mientras tanto, la participación de China aumentó del 7% al 19%.
China es ahora una superpotencia económica. Pues, a través de su iniciativa Belt and Road se ha convertido en un gran inversionista (y acreedor) de los países en desarrollo. Para algunos países emergentes, China es un socio económico más importante que el G7: Brasil es un ejemplo. A pesar de que Lula da Silva haya asistido al G7, no puede ignorar el peso de China. Hablando en números, un 4,5 % de las exportaciones de bienes en porcentaje del PIB de Brasil son dirigidas a China, mientras que las exportaciones a todos los países del G7 es alrededor de un 2,7 %.
Son 19 los países que ya han solicitado unirse al bloque económico BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Una de las razones que unifica a estos postulantes es el deseo de no depender de Estados Unidos y sus aliados occidentales, quienes ya han dominado el mundo durante los últimos dos siglos. Ha surgido una fuerte corriente de analistas que dicen que el momento “unipolar” de Estados Unidos y el dominio económico del G7 han quedado atrás.